domingo, 22 de abril de 2012

El Horror de Dunwich, de H.P. Lovecraft


“Nadie, ni siquiera quienes conocen los hechos relacionados con el horror reciente, puede decir con exactitud qué sucede con Dunwich; aunque las leyendas antiguas hablan de ritos impíos y aquelarres de los indios, en medio de los cuales invocaban a sombras prohibidas en las grandes colinas redondeadas y realizaban salvajes plegarias orgiásticas contestadas por fuertes crujidos y truenos bajo tierra…

Wilbur Whateley, hijo precoz y monstruoso de una solitaria familia de Dunwich, conserva parte del atroz secreto del Necronomicón, el libro prohibido. El secreto no puede, no debe, ser revelado a los hombres: las fuerzas del mal perviven y pueden invocarse. Una vez desatadas, el mundo conocerá su apocalipsis.”

Lovecraft, en mi opinión, es un escritor que para el lector medianamente avezado no necesita presentación. No obstante, puesto que es el primer libro suyo que reseño en este blog, y fiel a mi costumbre en esos casos, dedicaré unas cuantas palabras introductorias.

Howard Phillips Lovecraft, nacido en Providence, Estados Unidos, el 20 de agosto de 1890, fue un escritor de novelas y relatos de terror y ciencia ficción. Se lo considera un gran innovador del cuento de terror, al que aportó una mitología propia (los mitos de Cthulhu), desarrollada en colaboración con otros autores y que aún sigue vigente. Su obra constituye un clásico del terror cósmico materialista, una corriente que se aparta de la temática tradicional del terror sobrenatural (satanismo, fantasmas), incorporando elementos de ciencia ficción (razas alienígenas, viajes en el tiempo, existencia de otras dimensiones). Cultivó también la poesía, el ensayo y la literatura epistolar.

Su propia figura es hoy en día un mito, y objeto de admiración y culto para millones de lectores en todo el mundo. Lamentablemente, y al igual que sucediera con Edgar Allan Poe, su muerte, acaecida el 15 de marzo de 1937, lo encontró en medio de una triste pobreza y sin que su obra fuera todavía valorada en su justa medida.

H. P. Lovecraft
Cuando me encontré con el pequeño librito que ilustra la entrada a comienzos de septiembre de 2000, en la biblioteca de la universidad en la que cursaba estudios técnicos de Diseño Gráfico, nunca había visto ni oído hablar de este autor. De chico me gustaba leer, y había disfrutado mucho de las historias de Julio Verne y Robert Louis Stevenson, pero nunca había sido lo que soy ahora: un lector casi adicto. Por ese entonces, el hecho de tener una biblioteca a mi disposición había renovado ese gusto temprano por la lectura. No obstante, no conocía muchos autores, así que cogí la costumbre de pasearme entre las estanterías hojeando los volúmenes, hasta dar con algún título que me llamara la atención.

Fue así como di con un librito de escasas cien páginas titulado El Horror de Dunwich. Siempre me habían atraído las historias de terror y aventuras, así que sin darle muchas vueltas me lo llevé conmigo.

Puedo decir sin temor a equivocarme que ese libro, junto con el que leí inmediatamente después (El Exorcista, de William Peter Blatty), fue el que elevó mi pasión por la lectura hasta cotas insospechadas. A partir de ahí, comencé a leer de forma endemoniada y a un ritmo frenético… Seguí deambulando por la biblioteca buscando títulos y autores interesantes, hasta que con el tiempo fue innecesario: J.J. Benítez, Lovecraft, Tolkien, Stephen King, John Grisham, Jean M. Auel, Frederick Forsyth, Michael Crichton, Thomas Harris, entre otros, comenzaron a destacarse como mis favoritos…

Libros interesantes, geniales, asombrosos y extraordinarios llegaron por docenas, pero ese pequeño librito siempre quedó grabado en mi memoria.

Descubrir a Lovecraft es algo indescriptible. Tal vez hayas leído relatos de Poe anteriormente, o de autores como Bierce y Le Fanu, pero al leer al autor de Providence eres testigo de una nueva clase de horror que nunca llegaste a imaginar. Recuerdo que esa tarde me vi transportado al pequeño pueblo de Dunwich, sintiendo como el terror se materializaba página tras página de una forma que nunca jamás había visto. Lo devoré, corto como era, y me dejó con la sensación de haber descubierto algo tan inusual como maravilloso. Era un tipo de horror que nunca antes había conocido, y desde entonces El Horror de Dunwich (que aún hoy sigue siendo uno de mis favoritos), el nombre de Lovecraft y el título del aquél misterioso libro, El Necronomicon, quedaron grabados en mi mente para siempre.

La apetecible edición ilustrada
por Santiago Caruso
Nada más el comienzo sigue pareciéndome uno de los mejores de la obra de Lovecraft en particular y de la literatura de terror en general:

“Cuando el que viaja por el norte de la región central de Massachusetts se equivoca de dirección al llegar al cruce de la carretera de Aylesbury nada más pasar Dean’s Corners, verá que se adentra en una extraña y apenas poblada comarca.”

Es un sugerente comienzo lleno de misterio que invita a seguir adelante para descubrir el horror que se esconde en Dunwich. Pasadas tres páginas que dan una somera pero puntual descripción de la región, viene una declaración no menos intrigante:

“…Siempre resulta reconfortante salir de aquel lugar y, siguiendo el angosto camino que discurre al pie de las montañas, cruzar la llanura que se extiende una vez traspuestas las cumbres montañosas hasta volver a desembocar en la carretera de Aylesbury.

Una vez allí, es posible que el viajero se entere de que ha pasado por Dunwich.”

Describir la obra, o hacer un leve resumen de ella, a mi parecer estropearía la sorpresa que representa adentrarse en sus páginas. Además, tampoco es algo que suela hacer. :P Solo diré que su lectura sin duda recompensará al lector con creces.

Algún tiempo después, a comienzo de 2003, regresé a la biblioteca a buscar aquél pequeño libro, para una esperada relectura, y cuando hace poco más de un año me encontré con un ejemplar igual (hecho que detallé en esta otra entrada), sentí cómo todos los recuerdos y sensaciones que acabo de narrar volvían a mí en una entrañable marea… Fue un muy grato encuentro para este servidor. :)




Hace poco, y dado el tamaño del libro, tomé la costumbre de llevármelo para el trabajo los sábados, y así comencé una tercera lectura, lenta pero igualmente disfrutable, repartida en dichos interminables sábados laborales y en los minutos libres entre el trabajo y las clases de inglés. Ayer, luego de un par de meses, lo terminé (y cabe decir que en una tercera lectura me sigue atrapando y fascinando como la primera vez), así que su correspondiente entrada no podía faltar, no solo para dar cuenta del libro en sí, sino también como disculpa para aprovechar y hacer algunas remembranzas de lo que ese pequeño volumen y la extraordinaria historia que se esconde dentro representó en mi vida… :)

Queda la invitación hecha para que quienes no hayan leído nada de su obra le den una oportunidad, o para que aquellos que lo han leído y disfrutado vuelvan de nuevo a sus páginas y se dejen atrapar por las letras de ese enjuto e introvertido maestro que durante las primeras décadas del siglo XX escribió una de las obras más originales y legendarias de la literatura.

;)

3 comentarios:

Luis Bermer dijo...

Una de mis historias favoritas de Lovecraft. Bastante representativa de su universo particular.

Aún conservo ese pequeño librito, comprado hace unos milenios :)

doctorlecter dijo...

Este también fue mi primer libro de Lovecraft y tambíen me lo leí dos veces, y como tú lo cogí en la biblioteca. También tienen el de los Mitos de Cthulu y el de un tal Brian Lumley, no sé si lo conoces, que decían que era discípulo de H. P. Su estilo es muy similar. Resumiendo, pequeña gran joya de Lovecraft.

Anónimo dijo...

Una historia muy buena, tengo algunos años que comenza a leer a lovecraft y cada relato me deja con esa sensacion que da cuando algo te gusta mas cada vez.

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