sábado, 7 de julio de 2012

22/11/63, de Stephen King


“Lo inesperado, lo sobrenatural, puede estar oculto en los lugares más mundanos… Así lo descubre Jake Epping, un sencillo profesor de inglés, cuando su vecino Al decide compartir con él un secreto increíble: en la trastienda de su cafetería existe un pasadizo muy especial, un portal en el tiempo que lleva al año 1958.

Al convence a Jake para que se embarque en una misión alocada: evitar el asesinato de John Fitzgerald Kennedy. El viaje en el tiempo también le da la oportunidad de impedir otro crimen, el que dejó marcado a un hombre al que conoce y aprecia. En 1958 Jack se deja seducir por una América muy distinta de la que conoce, un lugar con coches espectaculares y mujeres seductoras, donde la cerveza aún conserva su sabor… pero la historia se resiste a ser cambiada.

¿Podrá detener a Oswald? Y si lo hace, ¿cómo se encontrará el mundo de vuelta a 2011? No hay respuestas. Solo una opción: seguir adelante con el plan.”


Momento divisorio

Obviando un lógico margen de error, creo que, ya en pleno segundo semestre de 2012, cualquier persona mayor de veinte años recuerda dónde estaba y qué hacía el 11 de septiembre de 2001, cuando Estados Unidos fue víctima del, quizá, mayor ataque terrorista de la historia reciente.

Yo, por mi parte, recuerdo como si fuese ayer que estaba en clase de inglés básico, parte de la carrera técnica de diseño de páginas web. Eran las 9:30 a.m. y la clase se acercaba a su fin, cuando el director de la escuela de diseño entró al salón, intercambió unas palabras con el profesor, y acto seguido preguntó si alguien tenía un familiar o un conocido que viviera en Estados Unidos, más específicamente en la ciudad de Nueva York. A continuación, nos informó de la noticia que haría eco en el mundo durante las próximas semanas…

John F. Kennedy
La clase terminaba poco antes de las 10:00 a.m., y luego de echar un somero vistazo al televisor ubicado en la cafetería, donde un corrillo de personas recién salidas de clase iba creciendo a su alrededor, partí a toda velocidad para mi casa, donde pasé gran parte del día siguiendo los pormenores de semejante noticia…

Cito esto porque cuando me enteré de la publicación de la nueva novela de Stephen King hace cosa de un año, casi al momento vino a mi mente el comienzo de la novela Odessa, del británico Frederick Forsyth:

“Todo el mundo parece recordar con absoluta claridad lo que estaba haciendo el 22 de noviembre de 1963, en el instante en que se enteró de la muerte del presidente Kennedy. Este cayó herido a las 12:22 de la tarde hora de Dallas, y el anuncio de su muerte fue dado a las 13:30 de la misma zona horaria. Eran las 2:30 en Nueva York, las 7:30 en Londres y las 8:30 de una fría noche de aguanieve en Hamburgo…”

Y es que antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, ningún acontecimiento representó un rotundo antes y después en la historia de los norteamericanos (e indirectamente, supongo, en la de otros pueblos) como el asesinato del 35º presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy.

Nunca ha vuelto a haber un presidente que haya generado tanta simpatía y desprendido tanto magnetismo en los últimos cincuenta años. Y aunque desde nuestro punto de vista ajeno resulte difícil comprender en su justa medida lo que tal magnicidio representó para el pueblo norteamericano, basta con dar un repaso a los registros visuales que se conservan y leer un poco al respecto para hacerse una idea…

Es un caluroso mediodía de viernes. El presidente Kennedy, desoyendo las recomendaciones de sus asesores, ha decidido visitar Dallas, la capital de un estado que en general ha permanecido reacio al joven mandatario, con el fin de granjearse su simpatía en miras a las próximas elecciones. La gente acude por miles, y las principales calles de Dallas se convierten en un alegre festival que nadie se quiere perder.




Más tarde, todo habrá dado un giro de ciento ochenta grados. Las caras sonrientes habrán demudado en horrorizados rostros sollozantes. Un incrédulo terror deambulará campante por todo el país, y Dallas, Texas, quedará para siempre marcada como la ciudad que engendró al asesino del presidente más querido de Norteamérica.

Basta echar un vistazo al siguiente video, quizá el registro más impresionante de ese fatídico día, para sentir un vacío en el estómago:




Los viajes en el tiempo

El tema del viaje en el tiempo y las inherentes paradojas resultantes ha dado pie a una buena cantidad de obras en el cine, la televisión y la literatura. Ya mi amigo Matías Raña, en su propia entrada dedicada a la novela que nos concierne, escribió un magnífico ensayo al respecto, así que permítanme invitarles a que lo lean haciendo click en este enlace. Está de no perderse.

Yo solo diré que ha habido dos historias en torno a los viajes en el tiempo que han dejado huella en este servidor, una en el cine y otra en la literatura. Esta última es nada más que la saga Caballo de Troya, del español J. J. Benítez. Sobre esta obra ya he tenido oportunidad de hablar largo y tendido, así que basta con que el lector de esta entrada indague un poco en El Blog de Calavera para saber más al respecto. Sí diré, no obstante, que en dicha saga el viaje está fríamente calculado hasta en sus más mínimos detalles, por lo que las paradojas quedan prácticamente de lado.

Lee Harvey Oswald
Cosa que no sucede con la otra historia que recuerdo especialmente con mucho cariño. Se trata, cómo no, de la trilogía cinematográfica Volver al Futuro (Back to the Future), escrita y dirigida por Robert Zemeckis, producida por Steven Spielberg y protagonizada por Michael J. Fox, Christopher Lloyd, Lea Thompson y Crispin Glover. He visto las aventuras de Marty McFly en numerosas ocasiones, y nunca me canso. Es la clase de historias que me gustan, llenas de aventuras, acción, fantasía y parajes memorables. En Volver al Futuro el tema de las paradojas está a la orden del día, y debo confesar que a veces me ponía a pensar en ello, y siempre me armaba un lío. En ocasiones pensaba en la famosa paradoja del abuelo: ¿y si viajas al pasado y matas a tu abuelo? Así nunca habrías nacido y, por ende, nunca habrías hecho tal viaje… Una cosa de locos…

Aún así, con paradojas y todo, el tema es fascinante y da pie para montones de posibilidades. Según nos cuenta Matías Raña en su entrada, el mismísimo Albert Einstein “habló del viaje en el tiempo (o la “dilatación temporal”) en diversos tratados, pero afirmó que solo se puede viajar para adelante, o sea el futuro, y de ahí no se puede volver…”

En este orden de ideas, no puede dejar uno de pensar que ya era hora de que el Maestro del Terror se embarcara en esta especie de subgénero de la ciencia ficción. ¡Y vaya que lo ha hecho de forma contundente!

Casi puede uno imaginar la inquieta mente de Stephen King haciéndose la consabida pregunta de siempre: ¿Y si…?

Y si tuvieras la oportunidad de viajar en el tiempo y cambiar el pasado, ¿lo harías?

Oswald sosteniendo su rifle italiano de mira telescópica,
en el 214 de Neely Oeste Street


Viviendo en el pasado

Esa es la oportunidad que Al Templeton le ofrece un día como cualquiera a un profesor de inglés de mediana edad como cualquiera. Al, propietario de una hamburguesería, tiene un secreto que confesarle a Jake Epping: en el almacén de su negocio hay una brecha espacio temporal que conduce a la misma hora del mismo día de septiembre de 1958. Y con la confesión vendrá una petición especial. ¿Podría Jake viajar medio siglo en el pasado y evitar la muerte de John F. Kennedy?

Al tiene razones de peso para convencer a Jake de que tal acción evitaría gran cantidad de calamidades en el futuro, y que llevar a cabo un acto como ese solo podría resultar beneficioso para la humanidad…

Eso está por verse, pero Jake está dispuesto a intentarlo. Sobre todo porque gracias a la redacción de uno de sus estudiantes de edad adulta, llega a la conclusión de que si viaja al pasado, la muerte de John F. Kennedy no será lo único que podría evitar…

Contraportada.
Es así como, junto con Jake, que adoptará la identidad de George Amberson, nos veremos transportados a una época de autos vistosos, fumadores incurables y rock and roll. Es mucho lo que el escritor de Maine ha investigado al respecto, tanto sobre la época, como sobre los hechos y personajes que rodearon al asesinato de Kennedy, y eso se nota. King recrea un retrato de la época que brilla con una intensa luz propia. Los lugares, los autos, las modas, las costumbres, la forma de hablar… y la música. No nos olvidemos de la música. King parece tener todo muy claro en su cabeza al momento de acometer la narración, sumado al hecho de que fueron unos años en los que el propio Steve era un niño que se adentraba en la adolescencia…

Cabe mencionar en este punto que una de las primeras paradas de Jake/George será un pueblo llamado Derry, donde… Bueno, no quiero dar ni el más mínimo dato al respecto. Solo diré que los seguidores del escritor de Maine tendrán un obsequio agregado en este punto de la novela, donde multitud de pequeños detalles conformarán un magnífico flashback para aquellos que ya se han pasado por ese pueblo de Maine en anteriores ocasiones, sea en It, Insomnia o Cazador de Sueños.

El trabajo de investigación, repito, parece haber sido bastante arduo y minucioso. Y en lo que a Kennedy y Oswald se refiere, King no escatima en datos que puedes comprobar con una rápida entrada a Google (por cierto, en el tema de si Oswald actuó solo o no, si fue o no el asesino, yo me decanto por la máxima que cita el maestro: en casos como este, la explicación más sencilla es generalmente la correcta).

Pero, vista en perspectiva, 22/11/63 es una novela que va mucho más allá de la terrible fascinación que rodea a la fecha que titula el libro. 22/11/63 es la historia de cómo un hombre trata de impedir el asesinato de Kennedy, sí, pero cinco años y dos meses median entre septiembre de 1958 y noviembre de 1963, y solo hay una cosa que puedes hacer durante cinco años y dos meses: vivir.

Edición británica
22/11/63 es la historia de la vida de Jake Epping/George Amberson durante esos cinco años, es la historia de sus idas y venidas, y también es una historia de amor. Quizá la que, junto con la de Scott y Lisey Landon, quedará en la memoria de todos los seguidores del Maestro. Y, a decir verdad, es tanto lo que nos adentramos en esa vida, que por momentos el motivo principal del viaje queda relegado a un segundo plano.

Es este, quizá, el único pero que muchos lectores le han encontrado a la historia, y aunque en lo personal también me ha resultado evidente, me he gozado todas y cada una de las 850 páginas que componen el libro. Stephen King escribe cada vez mejor, y cuando, desde mi punto de vista, La Cúpula había dejado una cota de grandeza y calidad casi insuperables, llega King y nos descresta con una obra magnífica que está llamada a convertirse con los años en un clásico de la literatura.

Para mí, King puede irse por las ramas tanto como quiera; siempre encontraré un disfrute y un escape sin iguales en sus letras.

Me di cuenta, como digo, que esa espera de cinco años siguiendo las vivencias de George Amberson se tornaba por momentos interminable, máxime cuando Kennedy y Oswald quedaban olvidados por varios pasajes, pero entonces noté algo que me fue fascinando a medida que pasaban las páginas: poco a poco, y de manera aparentemente desapercibida, se estaba creando un crescendo sin precedentes que conducía a un clímax que prometía ser impresionante. Me descubrí a mí mismo haciendo rápidos cálculos mentales cada vez que King mencionaba una fecha: cuatro años, tres años, dos años y seis meses, un año y cuatro meses… Un año…


John Fitzgerald Kennedy

En este punto, el hecho que marcó ese año de 1963 rondaba mi mente y despertó una inquieta curiosidad (no sería la primera vez; me gusta la Historia en general). Fue así como, haciendo un paréntesis, consulté un poco sobre el tema y vi pasajes de un par de documentales bastante interesantes. Busqué fotos de los personajes más relevantes que desconocía (como De Mohrenschildt o Marina Oswald, por ejemplo), y otras tantas de Lee y del mismo Kennedy. De esa forma me iba poniendo en antecedentes para lo que se avecinaba en la novela…

George De Mohrenschildt

Marina Oswald

Marguerite Oswald

Ruth Paine

Consulté un poco sobre la historia del ascenso de Kennedy y lo que su programa de gobierno significó para el pueblo estadounidense de la época…

Como dato curioso, descubrí, para mi sorpresa, que JFK estuvo con su esposa en Colombia en diciembre de 1961. Fue una jornada maratónica, con visitas a varios lugares de la capital del país, entre los cuales presidió nada más ni nada menos que la inauguración de la construcción de la inmensa localidad Ciudad Kennedy, como parte de su proyecto “Alianza para el progreso”, un programa de ayuda económica, política y social de EEUU para América Latina efectuado entre 1961 y 1970. La inmensa localidad está ubicada al suroccidente de la ciudad y hoy en día se destaca por ser la más poblada de la capital, con más de un millón de habitantes…




Todo esto, en suma, no hacía sino darle más realismo, más consistencia y solidez a los hechos que estaba a punto de experimentar. Porque en verdad King logra trasladarte a la época y eso, sumado a mi pasión por la lectura, hizo de 22/11/63 una experiencia inolvidable…


22/11/63

Y así, como venía diciendo, cuando los años se convirtieron en meses, y los meses en semanas, pensé que después de todo tanta espera había sido calculada. En efecto, para mí resultó un crescendo como pocas veces había visto en una novela. Las semanas se convirtieron en días, y los días en horas… Todo estaba a punto para el gran momento, y yo estaba cada vez más transportado, a medio siglo de distancia para ser exactos…

King tiene fama de escribir novelas tan amenas como asombrosas, pero también tiene fama de tirarse en los finales. Puede ser verdad, aunque en mi calidad de ferviente admirador suyo (nada imparcial, entiéndase), yo lo veo más como que King se apresura un poco siempre que cierra una historia (no quiero ni acordarme de La Torre Oscura), y eso suele conllevar finales flojos que dejan un poco que desear.

John y su esposa Jackie arribando a
Dallas, a pocas horas del final...
Sin embargo, este no es el caso. 22/11/63 tiene un final en varias fases, y cada una de ellas es más magnífica que la anterior. No dejé de sorprenderme cuando dediqué una noche a leer las últimas noventa páginas de un tirón. No quería que la historia acabara, pero al mismo tiempo no veía la hora de terminar… Hubo cosas que nunca había esperado, cosas que me maravillaron, y siempre el libro llenó y superó mis expectativas.

Y el final… Oh, ¡qué final…! Me dejó con el corazón en un puño. Y, al cerrar el libro, una parte de mí sentía una gran nostalgia por esa vieja época, aquella del rock and roll y los autos inmensos, una parte de mí se quedó en el pequeño pueblo de Jodie…

En suma, fue una experiencia inolvidable. Esa noche me acosté pensando en la historia, e incluso al día siguiente mientras me dirigía al trabajo, revivía en mi mente las escenas más significativas y memorables de la novela… Es una de esas pocas ocasiones en que, al cerrar el libro, la realidad parece opaca y sin vida…

Es una de esas ocasiones en que quieres regresar al comienzo y vivir todo de nuevo…


Al verlos así, no puede evitar uno sentir cierta amargura
por el trágico y sangriento final de JFK y el posterior
duelo de su esposa Jackie


19

No quiero terminar esta entrada sin mencionar algo curioso que seguro a muchos de sus Lectores Constantes no se les pasó desapercibido: en la novela hay por lo menos una docena de…, cómo llamarlas…, referencias al número diecinueve. Solo los seguidores habituales de la obra de King conocen el especial significado que dicho número tiene en la obra del Maestro en general y en la saga La Torre Oscura en particular. Y es común que cuando has leído su obra y has conocido la relevancia de dicho número, empiezas a verlo por doquier en tu vida diaria (por mencionar solo dos, comencé a leer a King a los 19 y mi número de identificación suma 19).

Pues bien, en 22/11/63 hay placas de autos que suman 19, direcciones de viviendas que suman 19, números de teléfono que suman 19, una caja de seguridad cuyos dígitos suman 19, el número de uno de los carnés de George Amberson que suma 19, un apartado de correos 1919, e incluso King llama a Oswald en algún momento “El agente secreto X-19”.

Sin ir más lejos, el mismo año en que ocurrieron los hechos, 1963, suma 19… En fin… Una curiosidad solo para “entendidos”. :)


El tristemente célebre Depósito de Libros de Dallas


Y como no podía ser de otra forma, quisiera rematar esta entrada, que para mi sorpresa se ha acercado peligrosamente a las 3.000 palabras, con un tema que quedará para siempre en la memoria de aquellos que acompañaron a Jake Epping/George Amberson en esa fascinante aventura en el tiempo: In The Mood, de Glenn Miller:




Y un bonus de factura propia, que aunque está más íntimamente ligado a Volver al Futuro, no puedo dejar de asociarlo con la época en la que transcurre la novela: Johnny B. Goode, de Chuck Berry:




PD: No dejen de visitar la página oficial de 22/11/63, donde pueden viajar a 1963 y de vuelta, y ver las diferentes versiones del restaurante de Al. ;)

Ah, y por cierto, no lo olviden: el pasado es obstinado…

:) 

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente reseña, George. Cada vez aumentan más mis ganas por tener este libro. La época me llama la atención considerablemente (por lo que te mencioné en el comentario de la foto en face).

Sonix dijo...

Muy buena reseña, está genial y muy bien documentada! ^^
La verdad es que no había visto fotos de la mayoría de protagonistas de la historia aún.
A mí es un libro que, aunque me gustó, no me apasionó y del que hubo partes que llegaron a parecerme tediosas. A cambio, hubo otras que me encantaron.
Y lo dicho, una reseña espectacular!

alcorze dijo...

Fantástica reseña, George. A mí es una de las novelas de King que más me ha gustado. Quería y necesitaba leer algo así escrito por King.

En cuanto al final creo que todo el tema de SPOILER los hilos temporales FIN SPOILER puede explicar el porqué el mundo se ha movido en el universo de LTO:

Vampirorco dijo...

Excelente reseña Calavera. Estoy que ardo en deseos de devorar este gran libro, y mas aun después de leerte.

Pero primero me terminare "Todo Oscuro, Sin Estrellas" que ya lo comencé y estoy enganchado completamente.

Solo resta agradecer al Tito por darnos estas maravillas una tras otra.

John Ghost dijo...

Algunos fans de Stephen King están aproximándose a este autor: Gabri Ródenas. Su novela EL BÚNKER DE NOÉ dicen que tiene un estilo similar. Yo no lo creo, pero he disfrutado mucho leyéndola... http://tinyurl.com/bmozqdf

Dolores Estal Hernández dijo...

Se te olvida la referencia más contundente de toda la obra al 19:

SPOILER CAUTION

en el futuro alternativo que se abre tras salvar a Kennedy, una central nuclear explotó en Vermont ¡sí! el 19/06/99, el día de la Discordia

Calavera dijo...

Gracias a tod@s por pasar y comentar! :)

Dolores, era imposible no ver ese guiño. Fue fenomenal. :D Pero, desde luego, no quise incluirlo en la entrada por tratarse justamente de un SPOILER. ;)

Unknown dijo...

Genial, compañero! Llegué algo tarde a tu reseña pero mejor tarde que nunca dicen jeje.

Buitre023 dijo...

Este libro esta tremendo!!! uno de mis favoritos de mi biblioteca.
King te deja sin palabras, memorable trabajo!
Muy buena reseña, me gusta mucho tu blog!
Saludos.

Calavera dijo...

Muchas gracias, Buitre023! Saludos!

Andrés dijo...

Genial!!!

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