domingo, 19 de mayo de 2013

Christine, de Stephen King


“El oscuro protagonista de esta novela es un automóvil marca Plymouth de 1958 llamado Christine, un superviviente de un tiempo en que la gasolina era barata y el rock and roll marcaba el ritmo de la época.

Arnie Cunningham está dispuesto a conseguirlo a cualquier precio. Y lo consigue. Pero mientras trabaja en la ardua tarea de restaurarlo, el coche da muestras de una terrible vida propia. ¿O es solo imaginación? Dennis, su mejor amigo, sigue creyéndolo así, pero la gente muere en las oscuras calles y avenidas de Libertyville. Y llega un momento en que Dennis ya no puede negar la aterradora verdad: Christine está viva…”

Una amiga de Argentina, Marina Gareis, tan seguidora de Stephen King como yo, suele decir que antes de llegar al claro al final del camino habría que leer toda la obra del Maestro del Terror al menos dos veces. Yo, tan seguidor del escritor de Maine como ella, creo que tiene razón. :)

Me gusta releer libros, y siempre he pensado que hacerlo es como visitar a un viejo amigo, uno con el que pasaste momentos memorables y del que tienes gratos recuerdos. Revisitar lugares, revivir momentos y volver a ver esos personajes que con el tiempo se tornaron de carne y hueso en tu mente, es algo que siempre me ha agradado, y más con las historias de King, la mayoría de las cuales guarda siempre un atractivo, un misterio, una magia entrañable que con el tiempo quieres reavivar…

Pues bien, he leído casi toda su obra —con la única excepción del último libro de La Torre Oscura, El Viento por la Cerradura (que aún no me llega de tierras australes), la novela inédita La Planta y el libro sobre los Red Sox escrito en coautoría con Stewart O’Nan (sin mencionar uno que otro relato que aún no aparece en nuestro idioma)—, y al día de hoy he releído casi treinta de sus libros. Christine era el que hacía más tiempo había leído y que aún no revisitaba, y hacía mucho tiempo lo tenía pendiente, mirándolo de cuando en cuando en la estantería y prometiéndome a mí mismo hacerlo más pronto que tarde.




Pero pasaron muchos meses, hasta que hace poco concerté la relectura conjunta con algunos amigos de Argentina, y fue esta la ocasión perfecta para hacerlo…, aunque al final me quedé muy atrás con respecto a ellos por cuestiones de tiempo… :(

En todo caso, esta tarde finalmente lo terminé y, como casi siempre con el Maestro del Terror, la lectura ha sido sumamente grata. Más tratándose de un clásico del género como lo es Christine.

La historia del auto que cobra vida mágicamente y se torna vengativo y sangrientamente violento ha dejado huella no solo en la historia de la literatura de terror, sino también en la historia del cine. La adaptación de John Carpenter en 1983 inmortalizó para siempre el Plymouth Fury del 58 rojo y blanco, y decenas de miles de modelos a escala del mítico coche se han vendido como pan caliente en los últimos treinta años. Yo, de hecho, aún quiero el mío… :’( Por ejemplo, uno como este:




Es uno de esos íconos que con el tiempo reconoces en cualquier lugar, uno que además ha gozado de numerosos “cameos” en películas y series de televisión, y del que de verdad me muero por tener un modelo adornando mi estantería…

Pero todo nace en un comienzo, desde luego, de la mente del inigualable escritor de Maine, que en 1983, tras haber hablado ya en sus novelas de telequinesis, vampiros, hoteles encantados, poderes sensoriales, piroquinesis y plagas apocalípticas, reinventando y revitalizando en todos los casos esos lugares comunes del género, decidió hablar esta vez de un coche encantando…, por definirlo de alguna manera.

Viniendo de la pluma de un escritor del común la idea podría lucir risible e incluso ridícula, pero King supo dotarla, como siempre lo hace, de una vida y una magia como pocos podrían haberlo hecho. Y esto, claro está, gracias a su estilo sincero, ameno y coloquial, que te lleva de la mano del narrador a vivir la historia de una persona para nada extraordinaria, alguien que podría ser tu propio vecino, que termina metida en situaciones límite. Y es que en la figura de Arnie podría uno sentirse perfectamente identificado. Sus miedos, sus temores, sus flaquezas, podrían ser las de cualquiera de nosotros. Y cuando Christine aparece de pronto para cambiar su vida, es inevitable ponernos de parte del tímido chico, y sonreír internamente a medida que se va superando y dejando atrás todo lo que siempre ha sido motivo de desdicha…, aunque ello le lleve a ponerse en contra de sus propios padres, de su mejor amigo, e incluso, al final, de sí mismo…


Stephen King y Christine


La historia está dividida en tres partes, dos de las cuales —la primera y la última— son narradas en primera persona por el mejor amigo de Arnie, Dennis Guilder, dotando la narración de una atmósfera entrañable y muy cercana, como todas las historias de Stephen King que son narradas de esta manera. La segunda parte, con su narrador omnisciente, es, no obstante, tanto o más atractiva que las otras dos, pues nos lleva a lugares más recónditos y oscuros que no están al alcance del primero.

Adornada cada capítulo con extractos de canciones de los cincuenta, llena toda ella con ese ambiente rockandrollero a pesar de transcurrir a finales de la década de los setenta, la novela irá tornándose oscura a medida que avanzas en sus páginas, y al final la sombra del mítico auto que surge de las cenizas del garaje de LeBay, el desagradable propietario original, al espeluznante esplendor final, se extenderá, muerte tras muerte, hasta alcanzarlo todo y no dejar otra opción que enfrentarse a él… o a ella, como se refieren los protagonistas, como si el auto fuese en realidad una chica de la que Arnie se enamora perdidamente…

Tal vez no sea una de las novelas más significativas de este escritor, pero sin duda es un clásico del género
que tiene un lugar especial en el corazón de los seguidores del Maestro…

La película de Carpenter, por cierto, protagonizada por Keith Gordon, John Stockwell, Alexandra Paul y Harry Dean Stanton, es una de las pocas adaptaciones de una novela de King que vale la pena ver. Muy recomendable.

Diez años habían pasado desde que la leí por vez primera, y aunque hubiera preferido tardar mucho menos en esta ocasión, su lectura ha sido bastante amena y entretenida.

No está de más, como sucediera precisamente con la última novela reseñada en este blog —El Dragón Flotante, de Peter Straub—, recomendarle al lector que si cae en sus manos la edición que ilustra esta entrada, es decir, la del Círculo de Lectores, se abstenga, por lo que más quiera, de leer la sinopsis. Si la novela anteriormente citada era arruinada, en este caso es poco menos que destripada. No sé qué pasaba por la cabeza del que lo hizo en ese momento, y mucho menos por la de la editorial al permitir publicar semejantes spoilers, pero no hay caso… El hipotético lector de este blog queda avisado… ;)



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Christine es una novela muy especial. Es nostálgico y bastante musical. Me encanta. El segundo que me leí de King.

Juan Esteban Bassagaisteguy dijo...

Excelente reseña, George.
Leí "Christine" a principios de 2012, y me resultó una lectura muy amena: como vos comentás tan bien, leí lugares comunes, personas que podemos ser vos o yo como protagonistas, miedos, sensaciones... Todo muy real.
¡Saludos!

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