jueves, 17 de noviembre de 2016

El Pantano de las Mariposas, de Federico Axat

“Las desapariciones de personas en confusos episodios se suceden año tras año en Carnival Falls. Pero donde algunos ven tragedias sin conexión, otros aseguran que existe un patrón común, y que detrás de ellas hay algo más oscuro que simples accidentes.

En 1985, Sam y Billy tienen doce años y se preparan para lo que suponen será un verano grandioso: excursiones por el bosque, largos paseos en bicicleta y la postergada construcción de la casa del árbol. Sin embargo, la llegada a la ciudad de una niña de clase alta llamada Miranda, cuya belleza no les dejará indiferentes, lo trastocará todo. Juntos transitarán ese intrincado paso de la niñez a la adolescencia, un camino de aprendizaje y revelaciones, y se embarcarán, casi sin proponérselo, en una aventura que podría llevarlos a conocer la verdad detrás de las desapariciones.

Un pacto de amistad los guiará en un verano imborrable, un tiempo de metamorfosis que marcará el inicio de muchas cosas, y también el final de su infancia.

Novela de crecimiento y suspense con sugerentes incursiones en lo fabuloso, El pantano de las mariposas sumerge al lector en una rara fascinación para conducirlo con hábil pulso hasta un sorprendente giro final.”

Las solapas de las novelas de Federico Axat dicen muy poco sobre él, y cabe suponer que esto ha sido una decisión propia. Son muchos los autores nóveles que caen en la trampa de engalanar su biografía esperando, creo yo, lucir más atractivos comercialmente, lo que solo logra lo contrario. De Federico sabemos que nació en Buenos Aires el 19 de junio de 1975. Es ingeniero de profesión, y su interés y vocación por las letras le llevó finalmente a la escritura. Buscando en Google encontré un par de datos más específicos: que es ingeniero civil y que «ha desarrollado una notable carrera dentro del sector de las telecomunicaciones, trabajando durante varios años en Centroamérica.» Confieso que no me consta la veracidad de esta información, pero ahí queda.

En lo personal, la primera vez que supe de Federico fue a través de Ka-Tet Corp., el portal en castellano dedicado a Stephen King. Aunque solía frecuentar la página desde mucho tiempo atrás, fue por allá en octubre de 2009 cuando finalmente me registré y comencé a visitar asiduamente el foro, que es el lugar donde se intercambian opiniones, ideas, experiencias y demás, todas ellas interacciones que giran en torno al escritor de Maine. Mi llegada al portal coincidió con lo que pocas semanas más tarde, a comienzos de noviembre, sería uno de los eventos literarios del año: el lanzamiento de La cúpula (Under the dome), la nueva novela de Stephen King y una de las más extensas de su carrera, para lo cual este tenía agendada una serie de presentaciones en Estados Unidos.


Federico Axat


Pues bien, a una de esas presentaciones se dirigían nada menos que cuatro de los miembros del grupo: Ariel Bosi (gran coleccionista del Maestro que recientemente publicó el libro Todo sobre Stephen King), José Óscar Hernández Sendín (traductor oficial de varias novelas de King), su pareja Silvia Astacio y Federico Axat. En los días siguientes, gran parte del Ka-Tet estuvo atento al periplo de nuestros amigos (nuevos amigos en mi caso) en los Estados Unidos, los cuales no dejaron de tenernos al tanto de todo. Hubo fotos, recuerdos y, más tarde, una crónica completa, de esta y de otras paradas que hicieron Ari y compañía en Norteamérica.

Fue ese, de alguna manera, el referente que tuve en adelante con relación a Federico Axat: el capo que estuvo con Ari y compañía en el lanzamiento de Under the dome, uno de los que se hizo con un ejemplar firmado y que, además, tuvo la fortuna de saludar y estrechar la mano de nuestro admirado Stephen King.


De izq. a der.: Federico Axat, Ariel Bosi, José Óscar H. Sendín


Un año más tarde, en 2010, comencé a interactuar con muchas de estas amistades a través de Facebook, de tal manera que fue fácil enterarme de la buena nueva: Federico Axat publicaba en España su primera novela, Benjamin. No obstante, su ópera prima resultó ser bastante difícil de adquirir a este lado del charco, incluso en Argentina (cosa curiosa siendo Federico de ese país), aunque muchos se hicieron con ella gracias a Restaurant de la mente, la tienda on-line dedicada a Stephen King.

A partir de entonces se fueron sucediendo las buenas críticas. Todos, sin excepción, daban un parte muy positivo y entusiasta tras la lectura de la primera novela de Axat. Sin embargo, al día de hoy sigue siendo una novela difícil de conseguir en cualquier país diferente a España (e incluso allí creo que está agotada). En Colombia no fue la excepción, y lo mismo ocurrió con su segunda novela, El pantano de las mariposas. Fue un tema recurrente entre muchos de los que queríamos leer su obra.

Edición alemana
Tuvieron que pasar varios años para que la obra de Federico llegara a nuestro país, y me atrevería a decir que esto sucedió gracias al éxito que ha venido cosechando la publicación de su más reciente novela, La última salida. Fue hace apenas cuatro meses cuando un domingo por la noche, de pronto, me encontré con esta última en el escaparate de la Librería Nacional, cerrada ya en ese momento. El lunes siguiente, a primera hora, ingresé a la página web de librería a consultar y… ¡también estaba El pantano de las mariposas! (encima con un 20% de descuento únicamente por ese día, lo que solo hizo más completa la grata sorpresa).

Benjamin, no obstante, sigue brillando por su ausencia…

El pantano de las mariposas, novela a la que no tardé en hincarle el diente ni bien la conseguí, es la historia de Sam Jackson, un chico huérfano que vive en una granja de acogida. Sam perdió a su madre en un trágico accidente automovilístico, y toda su vida ha sufrido las carencias y dificultades propias de su situación. Un día conoce a Miranda Matheson, una hermosa niña de doce años, hija de un matrimonio rico que recién acaba de mudarse a la ciudad de Carnival Falls para instalarse en la mansión de la familia. Aunque conocer no es quizá la palabra adecuada: ambos son mundos totalmente diferentes, y Sam lo sabe, de modo que subrepticiamente comienza a espiar a Miranda desde la copa de un árbol. Sam se enamora de la hermosa niña y, consciente de su realidad, solo sueña con declararle algún día ese amor y ser correspondido.

Billy, el mejor amigo de Sam, es más tranquilo con respecto a los asuntos del corazón y, ajeno a los verdaderos sentimientos de Sam, logra lo impensado: conocer a la chica nueva y lograr que esta lo invite a él y a Sam a conocer su casa. Es aquí donde nacerá una amistad que no entiende de estratos sociales, y que convertirá ese verano de 1985 en una experiencia inolvidable, una época de crecimiento, de transición de la infancia a la adolescencia, de confidencias y aventuras, de paseos por el bosque… con una memorable casa en el árbol —a gran altura y a resguardo de extraños— donde a cualquiera de nosotros nos habría gustado estar…



Por otra parte, la muerte de Christina Jackson, la madre de Sam, permanece en el misterio. Han pasado once años, y la policía sigue sosteniendo la teoría de que en aquella noche tormentosa el vehículo de Christina se salió de control, despidiendo su cuerpo por fuera del auto para ser arrastrado luego por la corriente del río Chamberlain. Su cuerpo nunca fue hallado, pero Sam aún recuerda en sueños, de manera difusa, la imagen de su madre siendo arrastrada por fuera del vehículo tras el fuerte impacto. Curiosamente, esa noche tres misteriosas luces fueron avistadas surcando el cielo nocturno… ¿Qué le sucedió realmente a su madre?, es una pregunta que Sam se ha hecho muchas veces.

En la granja de los Carroll, donde vive en compañía de otros niños y jóvenes, Sam convive con todo tipo de personalidades: unas tímidas, otras rebeldes; unas amigables, otras no tanto. En este último grupo está Orson Powell, un chico rudo y vulgar que gusta de hacerle la vida imposible a los demás, y que jugará un papel determinante en la vida de Sam y compañía.




Paralelo a esto, y a medida que los tres amigos se vuelven más unidos, compartiendo sus intimidades, sus sueños y sus preocupaciones, la mansión de la familia Matheson se va tornando en un lugar enigmático con una larga historia que guarda estrecha relación con lo acaecido en 1974, cuando Christina Jackson perdió la vida. El lazo de amistad creado entre los tres chicos será el detonante de una serie de descubrimientos que irá sacando la verdadera historia a la luz, marcando sus vidas para siempre.

Amistad, amor, aventura, misterio, drama y hasta algo de ciencia ficción, El pantano de las mariposas bebe de diferentes fuentes, logrando un resultado formidable. La historia de ese primer amor, de esos lazos de amistad que solo se logran a los doce años, de las vicisitudes propias de la vida de un chico huérfano que ha tenido que vivir de la caridad de los demás, hacen de esta novela un relato entrañable y nostálgico, pero a la vez terriblemente adictivo por su desarrollo. La resolución del misterio que rodea la vida de Sam (y en cierto modo parte de la historia del propio pueblo) se va tejiendo de manera cuidadosa y muy bien planificada. La prosa de Federico Axat hechiza desde la primera página. Basta leer unos cuantos párrafos para darse cuenta de que el autor se ha exigido al máximo, que ha trabajado arduamente y que su éxito no es gratuito. La narración es fluida, ágil y cuidada hasta el detalle. Es un verdadero placer leerlo. Y esto, sumado al perfecto desarrollo del argumento, hace de la lectura una experiencia muy gratificante. El hecho de que sea en primera persona le brinda, como es natural, un aire íntimo, que a mí me hizo recordar novelas de Stephen King como Joyland o El Cuerpo (de la cual El pantano de las mariposas tiene una cita al comienzo).




Por otra parte, Federico ha decidido ambientar sus historias en los Estados Unidos, una decisión que me parece muy inteligente si tenemos en cuenta que la norteamericana es una cultura fácil de imaginar, llena de estereotipos que hemos conocido durante décadas a través del cine, la televisión, los cómics e, incluso, la literatura, y que hoy en día nos son bastante familiares. Aunque Federico no abusa de ello, es fácil transportarse al pueblo de Carnival Falls y a los lugares comunes del típico pueblo estadounidense.

Si bien no quiero adelantar nada de la trama, quisiera resaltar un aspecto que en su momento me llamó fuertemente la atención: existe un salto de varios años en un determinado punto de la historia y, aunque ese mirar hacia el pasado, hacia la infancia y los amores y amistades que quedaron atrás, generalmente se reviste de una nostalgia romántica, Federico eludió lo que perfectamente podría haber sido un cierre del círculo en plan “color de rosas”, con un feliz desenlace donde la magia trasciende los años… No puedo decir más sin entrar en el spoiler; fue algo, relacionado puntualmente con un tramo de la novela, que me resultó bastante loable.

El final de la novela es completamente inesperado. La misma contraportada nos adelanta que «El pantano de las mariposas sumerge al lector en una rara fascinación para conducirlo con hábil pulso hasta un sorprendente giro final.» Y la verdad es que así es: el giro final no lo imagina ni el más sagaz de los lectores. Es muy efectivo, extremadamente contundente, y te mueve los cimientos que habías construido en tu imaginación a lo largo de toda la novela. Sin embargo, a diferencia de la mayoría, a mí me desencajó un poco. Aunque el autor logra asestarte un buen golpe de gracia, a mí me dejó sensaciones encontradas… tanto como para considerarlo, hasta cierto punto, un giro del cual habría podido prescindir. Es mi opinión, por supuesto, subjetiva como cualquier otra. Pero fue lo que sentí en su momento.

Más allá de eso, debo decir que esta fue una lectura tan disfrutada como largo tiempo esperada. Al igual que sucedió con Benjamin, de El pantano de las mariposas leí diversas críticas, todas positivas, lo que me tuvo anhelante por años de conocer la obra de Federico. Y la espera ha valido la pena. Disfruté muchísimo las casi quinientas páginas que componen la novela. Esa mezcla de géneros (suspense, drama, ciencia ficción) me encantó, y la prosa, repito, sencillamente magistral. La verdad es que Federico Axat es un escritor admirable, y con toda seguridad un referente de la literatura latinoamericana que se irá afianzando cada vez con más fuerza con el correr de los años.

En lista de pendientes tengo La última salida (y Aula 19, una novela corta publicada en e-book), y seguiré a la espera de Benjamin…

Todo llega… :)

Los dejo con el book tráiler de El pantano de las mariposas:





2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena reseña, George. Tú has tenido la fortuna de compartir con ellos desde mucho antes que yo. Es agradable ver caras amigas haciendo mella en el terreno de la literatura, en el cual todos queremos explorar.
En efecto, es tremenda novela. Cuando me enteré que ya la vendían en Colombia, corrí de inmediato a hacerme con un ejemplar.
Excelente historia. Federico ha sabido asimilar todo lo bueno de sus maestros (se respira la influencia de Staphen King), y esta novela es un excelente homenaje a esas voces que, estoy seguro, lo han impulsado a escribir. Todo el éxito que mereció este libro está más que merecido. Disfruté un montón leyéndolo, y el giro final, aunque coincido en que es prescindible, es también efectivo a la hora de volarnos la cabeza. No es un As sacado de la manga. Está bien cimentado y eso es muy importante. Si bien la novela me hubiera gustado de igual manera sin el giro final, le agradezco por esa última descarga de emoción.
Felicito a Federico nuevamente y le deso que siga escalando como lo ha venido haciendo. "La última salida" caerá en mis manos pronto, y anhelo que siga indagando en los temas de corte fantástico y, por qué no, en una novela que nos lleve, esta vez, a su país natal.

-Mauro Vargas.

Calavera dijo...

Muchas gracias por tus comentarios, Mauro, y por compartir tus propias impresiones sobre la novela. Apoyo la idea de una novela de Federico ambientada en Argentina. Sería genial!

Saludos!!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...