“«Despierta, genio». Así comienza la
fascinante nueva novela de Stephen King sobre un lector fanático. El genio es
John Rothstein, un autor de culto, creador del personaje de Jimmy Gold. Morris
Bellamy está fuera de sí, no solo porque Rothstein haya dejado de escribir,
sino también porque considera que el inconformista Jimmy Gold se ha vendido
para dedicarse a la publicidad. Morris decide matar a Rothstein y vacía su caja
fuerte para llevarse no solo todo el dinero sino además el verdadero tesoro:
los cuadernos de notas de otra novela protagonizada por Jimmy Gold. Morris lo
esconde todo y al día siguiente acaba en la cárcel por otro crimen terrorífico.
Décadas más tarde un chico llamado Pete
Saubers encuentra el tesoro y ahora son él y su familia a quienes han de salvar
Bill Hodges, Holly Gibney y Jerome Robinson del vengativo y trastornado Morris
cuando salga de la cárcel tras treinta y cinco años encerrado. Desde Misery Stephen King no había vuelto a retratar a
un lector cuya obsesión por un escritor irá demasiado lejos. Quien pierde
paga es un thriller absorbente, de ritmo
vertiginoso, pero también es un libro sobre cómo la literatura puede moldear
una vida para bien, para mal, para siempre.”
Parece
sorprendente que hayan pasado dos años desde que leyera y reseñara la primera
entrega de esta trilogía que comenzó con Mr.
Mercedes. Y es que, lamentablemente, los lectores de habla hispana debemos
esperar un buen tiempo a que las novelas de autores como Stephen King sean
traducidas y publicadas en nuestros respectivos países. Para colmo, aún siguen
pasando un par de meses desde que las obras ven la luz en España hasta que
llegan a Latinoamérica. Aún sueño con el día en que lleguemos a lanzamientos
mundiales en simultáneo, donde todos los lectores disfrutemos de la buena nueva
sin tener que esperar tanto tiempo, como recuerdo que en alguna ocasión sucedió
con el último libro de la saga Los hijos de los tierra, de Jean M. Auel.
Pero bueno,
también es cierto que ha habido un gran cambio desde los tiempos en que los
libros tardaban años en llegar, caso de La
cúpula, por ejemplo. Tiempos que gracias al cielo están en el pasado…
Quien pierde paga es la segunda entrega
de una trilogía iniciada con Mr.
Mercedes, cuya reseña pueden leer haciendo click en este link, y que
termina con The end of watch, aún no
publicado en nuestro idioma. En la primera novela conocíamos a William Hodges,
un inspector retirado que pasa las tardes en su casa, solo, viendo la
televisión mientras toquetea su arma, tratando de lidiar con el inagotable
tedio que cada día se apodera de su vida. Hodges recibe una carta anónima de
parte de alguien que se atribuye la autoría de la tragedia del Centro Cívico,
donde varias personas resultaron muertas y decenas lesionadas luego de que un
tipo las arrollara en su Mercedes. Hodges se ve impelido a ponerse en acción, apoyado
por personas que irá conociendo en el camino.
Brady
Hartsfield, el psicópata, es un hombre perturbado criado en un ambiente bastante
particular. Aunque actúa por impulsos, también hace gala de una buena dosis de
premeditación para cometer sus actos, como nos daremos cuenta al conocerlo
mejor. Es un personaje que a la larga resulta tan repelente como atractivo para
el lector.
Tras una
cacería en que por momentos es el ratón el que persigue al gato, la novela
termina con una gran confrontación y un inesperado giro final que, en lo
personal, me dejó la miel en los labios.
Tras iniciar
Quien pierde paga con unas muy altas
expectativas (el libro ya venía siendo muy bien referenciado), la primera
sorpresa llegó al descubrir que nuestros amigos del primer libro realmente tardan
mucho en aparecer, y solo tras la primera mitad del libro tendrán verdadero
protagonismo. Quien pierde paga es
una novela que en gran medida es independiente de la primera.
Morris
Bellamy es un lector que está obsesionado con la obra de John Rothstein,
creador del personaje de Jimmy Gold y quien ha decidido mandarlo a paseo de la
peor manera para dedicarse a otros asuntos. Morris está indignado con lo que el
autor le ha hecho a su personaje favorito y urde un plan para visitarlo en su
casa de retiro, asesinándolo y huyendo con el contenido de su caja fuerte: los
cuadernos de notas de otra novela protagonizada por Jimmy Gold, además de una
gran suma de dinero. Aunque esto último es lo que menos le interesa a Morris.
Bellamy lo
esconde todo, y en su mente ya se imagina cómodo y a salvo degustando nuevas e
inéditas aventuras de su personaje preferido. Pero al otro día despierta en la
cárcel, encerrado por otro crimen terrible y con una sentencia que lo tendrá
alejado de su preciado tesoro por décadas.
Muchos años
más tarde, por esas jugarretas del destino, dicho tesoro termina en las manos
de un chico llamado Pete Saubers, ávido lector y estudiante ejemplar, quien sí tendrá
el placer de disfrutar de la obra inédita… y del dinero, con el cual ayuda a solventar
temporalmente las acuciantes dificultades económicas de su familia.
Es entonces
cuando, treinta y cinco años después, Morris sale libre con un único objetivo:
recuperar su tesoro a como dé lugar. Y de vuelta a la cacería, donde veremos de
nuevo al inspector Hodges y compañía entrando en acción para proteger a Pete y
a su familia de este otro asesino hambriento de venganza.
Aunque la
primera mitad fue un poco irregular, Mr.
Mercedes fue una novela que disfruté bastante, especialmente su recta
final. Pero Quien pierde paga me
atrapó por completo desde las primeras páginas y no me soltó hasta el final.
Todo el tema del tesoro escondido, los libros inéditos, el asesino que sale de
la cárcel con sed de venganza, entre otras cosas, me encantó. Esta novela toca
el tema del coleccionismo, de las rarezas inéditas, del valor del libro como objeto
material, y esos son asuntos que me gustan especialmente, siendo como soy un
coleccionista de libros además de apasionado lector. La novela tiene muchas
idas y vueltas, es una telaraña de hechos que se van desarrollando de manera
magistral en la pluma de Stephen King, quien nunca baja el nivel durante toda
su extensión. Todavía recuerdo cómo volaron las páginas, ansiando en todo
momento esa confrontación final con Hodges y los demás.
Es curioso,
pero una parte de nosotros casi simpatiza con Morris, y hasta en algún momento
llega a sentir pena por él. Es tal vez esa parte de nosotros que, como lectores,
hace que exista una empatía con la parte del asesino que lo único que quiere es
leer la maldita historia, aunque desde luego haya hecho cosas nefastas para
lograr sus fines. Un asesino, por cierto, tan complejo como el anterior.
Cabe anotar
también que, entremedio de la historia, hay espacio para sucesivas referencias
a los hechos acaecidos en el primer libro, además de una serie de visitas que
nuestro amigo Hodges le realiza a un viejo conocido en su lugar de reclusión (no
quiero decir su nombre para no correr el riesgo de dañarle la sorpresa a
alguien). Cada encuentro va aumentando en tensión, hasta una escena final que
definitivamente la rompe, de lejos. Solo escribiré cuatro letras: Cloc. :)
Flipé con esa
parte. Creo que hacía varios títulos que no disfrutaba tanto de una novela del
Maestro.
Encima en
esta ocasión tuve la compañía de mi amigo Diego Bialos, de Argentina, con quien
leí el libro de manera conjunta, comentando, debatiendo y señalando los
aspectos más llamativos, lo que siempre es un plus adicional. Creo que devoramos
el libro en una semana como mucho.
El final, una
vez más, solo te hace ansiar con todas las ganas la última novela, The end of watch, que promete ser brutal.
Espero que no tarde mucho en llegar a nuestro país.
El Maestro,
sin duda, lo ha hecho de nuevo con esta trilogía.
Un dato para finalizar: mucha gente estuvo en desacuerdo con la traducción del título, Quien pierde paga. Muchos habrían preferido dejarlo como en el original, Finders keepers, una expresión que viene a significar "El que se lo encuentra se lo queda".
Un dato para finalizar: mucha gente estuvo en desacuerdo con la traducción del título, Quien pierde paga. Muchos habrían preferido dejarlo como en el original, Finders keepers, una expresión que viene a significar "El que se lo encuentra se lo queda".
:)