“De una originalidad deslumbrante, aquí
tenemos la galardonada colección de visiones y pesadillas del escritor Nº 1 en
ventas del New York Times, autor de "El Traje del Muerto".
Imogene es joven y guapa. Besa como una actriz y
conoce absolutamente todas y cada una de las películas que se han filmado. El
caso es que también está muerta y a la espera de Alec Sheldon en el teatro
Rosebud una tarde de 1945…
Arthur
Rod es un niño solitario con unas
ideas brillantes y un don para atraer los malos tratos. No es fácil hacer
amigos cuando eres el único chico hinchable de tu ciudad…
Francis no es feliz. Francis fue humano una vez,
pero eso fue hace ya algún tiempo. Ahora es una langosta de dos metros y medio
de altura, y todo el mundo en Calliphora se estremece cada vez que lo escuchan
cantar…
John
Finney está encerrado en un
sótano lleno de manchas de sangre que pertenecen a los asesinatos de otra media
docena de chicos. Con él en el sótano hay un viejo teléfono, desconectado desde
hace mucho tiempo, pero que cada noche suena con llamadas de los muertos…”
Joseph
Hillstrom King nació el 4 de junio de 1972 en Hermon, Maine, Estados Unidos. Además
de escritor es creador de cómics, y es afamado por renovar los géneros del
terror, la fantasía oscura y la ciencia ficción. Nacido en una familia de
escritores, Hill escogió usar una forma abreviada de su nombre de pila (una
referencia a un líder obrero ejecutado, Joe Hill, en honor de quien recibió su
nombre) en 1997, con el deseo de tener éxito basado solamente en sus propios
méritos en lugar de como el hijo de Stephen King, un autor que seguro le sonará
de algo al lector asiduo de este blog. ;)
Después de
lograr un grado de éxito independiente, Hill reveló su identidad en 2007
después de que un artículo en la revista estadounidense Variety rompiera su
cubierta.
Joe Hill |
Ha recibido
gran variedad de premios en su corta trayectoria, entre ellos el World Fantasy
Award. También recibió los premios Bram Stoker Award y British Fantasy Award
por la colección de relatos de que tratamos en esta entrada…
Es difícil
pensar en Joe Hill sin pensar en su padre, y seguramente, a pesar de que esa
fuera su intención desde el comienzo al ponerse un seudónimo que no anunciara a
gritos su procedencia, es inevitable que lo hagamos por más que deseemos ser
justos y evitarlo.
Sin embargo,
Joe Hill ha sabido abrirse camino fuera de la sombra de su padre. De hecho, la
primera vez que oí hablar de él no tenía idea de que fuera el hijo de Stephen
King. A lo mejor, cuando lo hice, hasta pensé que podía tratarse de un rumor, y
asumí los comentarios favorables tomando nota para futuras lecturas. Tarde o
temprano, de todas formas, descubres la verdad, y no puedes evitar caer en las
comparaciones. Estas, he escuchado decir desde pequeño, son odiosas, pero ¿qué
le vamos a hacer? :/
Cuando leí El Traje del Muerto lo comparé con su
padre, lo confieso, pero pasadas unas cuantas páginas me olvidé del tema y
disfruté de la novela por sus propios méritos. Y me pareció muy buena, a decir
verdad, con personajes muy bien definidos, un ritmo sumamente ágil, y un suspenso
que mantiene la atención del lector conectada con la historia. Recuerdo que me
leí más de la mitad del libro, por allá a mediados de 2010, en una fría tarde
de viernes en que me sumergí por completo, viendo pasar las páginas con rapidez
creciente…
No recuerdo
los detalles del final, pero sí que me gustó mucho y que me dejó un buen sabor
de boca. Porque si algo tiene Joe Hill es que sus historias, sin duda alguna,
atrapan. Son sólidas, entretenidas y bien estructuradas.
Por eso llevaba
muchísimo tiempo deseando leer su antología, originalmente titulada 20th Century Ghosts. Ese deseo surgió
con fuerza cuando leí una crónica del libro en la revista digital argentina
Insomnia, donde curiosamente la sinopsis de uno de los relatos quedó grabada a
fuego en mi memoria. Ese relato era El
teléfono negro. Me atrajo muchísimo la idea, y no veía la hora de leerlo.
Pero, a diferencia de El Traje del Muerto,
Fantasmas, siendo incluso su primer libro,
tardó muchísimo en llegar a Colombia. Apenas en la reciente Fiesta del Libro y la Cultura pude hacerme con un ejemplar, además de con uno de su novela Cuernos.
Antes de
eso, sin embargo, cuando alguien mencionaba la antología, mi mente hacía una
rápida asociación: Fantasmas = El teléfono
negro. Siempre era así. Hasta tal punto me atraía la historia.
En el último
par de semanas, finalmente, pude saciar mi curiosidad, y el sentimiento una vez
leído el relato fue de “es muy bueno,
pero esperaba algo más”.
Y creo que
ese sentimiento se ajusta a toda la antología.
Luther, en
su blog Friki Mortis, escribió hace poco una reseña de Fantasmas, en la que califica el prólogo, escrito por Christopher
Golden, de “odioso y adulador”. En su momento no me paré a pensarlo, pero al
leer su reseña, sí que caí en la cuenta de lo empalagoso y adulador que
resultaba, llenando a Joe Hill de palabras melosas y alabanzas que no necesita.
Tanta palabrería es innecesaria. Primero porque Joe Hill es de verdad muy
bueno, y no necesita alguien que se empeñe tanto en dejarlo claro. Pero, por
otra parte, porque Fantasmas es una
antología que en realidad no es tan buena como parece.
Joe, lo dije
más arriba, escribe muy bien. Condenadamente bien, al menos desde mi humilde
punto de vista, pero, para bien o para mal, tiene la costumbre de escribir
finales demasiado abiertos que dejan al lector con la sensación de que quedó
algo pendiente, o de que definitivamente la historia nunca tuvo pies ni cabeza.
Algunos
relatos, al final, terminan siendo simples anécdotas. Otros simplemente lucen
inconclusos, y otros tantos, como el que, para mí, se llevó el premio al peor
de la antología (Oirás cantar a la
langosta), sencillamente no tienen razón de ser.
Originalidad
no le falta a Joe Hill, tampoco imaginación, pero en ocasiones, a pesar de
ello, o quizá precisamente debido a esto, terminas lamentando la forma en que
terminan muchas de sus historias.
El Rey y el Príncipe del terror |
El desayuno de la viuda, por poner un
ejemplo, es un relato evocador, cautivante, que termina sin ningún destino claro
luego de escasas catorce páginas.
La idea de Último aliento es una de las más
originales que he leído, y podría haberse prestado para una historia larga e
interesante, pero Hill la despacha con igual rapidez.
Madera muerta y La máquina de escribir de Sherezade (una especie de bonus track al
final del libro) son en realidad más cercanos a leyendas urbanas que a relatos,
pero cumplen su cometido. Mejor que en
casa, Bobby Conroy regresa de entre los muertos (que al igual que mi amigo
Luther me pregunto qué hace en la antología de John Joseph Adams, Zombies) o Carrera final, son relatos que terminan de repente, y que aunque
también estén bien escritos, con personajes bien definidos y escenas interesantes,
quedas diciéndote “¿y entonces?”, con
una cara de incredulidad cercana a la desilusión.
Tal vez sea
una manía de Hill, o quizá es que estamos acostumbrados a historias con finales
más concretos…
Aun así, la
antología tiene relatos tan buenos que hacen opacar aún más a los restantes.
El mejor cuento de terror tal vez sea de
verdad el mejor cuento de la antología, o por lo menos uno de los mejores, y
recuerdo que cuando lo leí lo hice en un santiamén. Me sentí embriagado con ese
comienzo demoledor del libro, avanzando con una celeridad tal que parecía que
hubiera perdido la palanca de frenos y fuera cuesta abajo hacia un precipicio.
Al final, quedé maravillado, y pensé: “Si
así va a ser toda la antología…, uaaauuuu…”
Sin embargo,
el segundo relato, Un fantasma del siglo
XX, fue de un tono más sosegado, entrañable y bien narrado. Bastante bueno.
El tercero, La ley de la gravedad,
además de entrañable y bien narrado, fue raro, una muestra más de la inagotable
imaginación de Hill.
Pero el
cuarto, Oirás cantar a la langosta, además
de raro, rarísimo, fue inconcluso y sin pies ni cabeza. En ese momento pensé
seriamente en dejar el libro de lado y ponerme a leer otra cosa, máxime cuando
siempre he preferido leer novelas.
Joe Hill en Creepshow. Desde pequeño siguiendo los pasos de su padre. |
De ahí en
más, vino una serie de altibajos que me dejaron un sinsabor extraño. Historias
buenas y muy bien narradas, pero sin final… O ideas geniales desperdiciadas en
unas cuantas páginas…
De todas
formas, además de los anteriormente mencionados, rescato los relatos Hijos de Abraham, publicado por primera
vez en la antología The Many Faces of Van Helsing, El teléfono negro, La capa (que
fue adaptado al cómic), La máscara de mi
padre, y el último, en realidad casi una novela corta narrada en primera
persona, Reclusión voluntaria, que
brilla como lo mejor de la antología y que casi hace que te olvides del resto.
He aquí el
listado de relatos con una breve sinopsis de los mismos:
- El mejor cuento de terror: Un editor de revistas de ficción, cansado de la monotonía de su oficio, recibe el ejemplar de una revista que incluye un relato calificado como “el mejor cuento de terror”. El autor está oculto en el misterio, y Eddie Carroll está dispuesto a descubrirlo…
- Un fantasma del siglo XX: Se cuenta que en el cine Rosebud aparece de cuando en cuando el fantasma de una mujer. Pero su propietario sabe exactamente quien dice la verdad cuando asegura haberla visto…
- La ley de la gravedad: Arthur es un chico inflable, y como tal goza de una vida que siempre pende de un hilo. Su corazón noble lo hará más vulnerable aún, pero su mejor amigo, quien nos narra la historia, está dispuesto a protegerlo…
- Oirás cantar a la langosta: Francis, como en el famoso relato de Kafka, amanece un día convertido en un bicho monstruoso. Lo curioso, es que parece no molestarle…
- Hijos de Abraham: Dos chicos que viven bajo la sombra autoritaria y rígida de su padre descubrirán un día su terrible verdad…
- Mejor que en casa: Un chico autista nos narra las singularidades de su poco común existencia…
- El teléfono negro: John Finney se encuentra encerrado en un sótano, solo, pero una noche suena un viejo teléfono averiado: tiene una llamada del más allá…
- Carrera final: Wyatt se encuentra con una escena extraña de camino a su casa, justamente después de ser despedido de su trabajo…
- La capa: Un chico descubre un día que su manta favorita, que él usa como capa todo el tiempo, le otorga el poder de volar. Para su desgracia, ese mismo día la pierde tras un lamentable accidente, y pasarán muchos años para que vuelva a recuperarla…
- Último aliento: En un extraño museo, un aún más extraño hombre tiene la colección más grande de “últimos alientos” del mundo…
- Madera muerta: ¿Pueden los árboles convertirse en fantasmas también…?
- El desayuno de la viuda: Un chico recorre vagando el estado, colándose en un tren tras otro, sin rumbo fijo. Un día, el hambre lo obliga a tocar a la puerta de la viuda en busca de algo de comida…
- Bobby Conroy regresa de entre los muertos: En el plató de la mítica película de George Romero tiene lugar un extraño reencuentro, en medio de personas vestidas y maquilladas como muertos salidos de sus tumbas…
- La máscara de mi padre: Jack, muy a su pesar, es llevado por sus padres a pasar un fin de semana en la cabaña de su difunto abuelo, donde gran variedad de máscaras adornan el lugar. La regla es tener una puesta todo el tiempo, sobre todo si hay alguien que los está buscando…
- Reclusión voluntaria: El hermano de Nolan, Morris, tiene una especie de desorden mental. Es callado, retraído, y le gusta estar construyendo cosas todo el tiempo. El sótano es su lugar de juego, y a veces, hasta casi sientes que te pierdes en uno de sus túneles hechos de cajas de cartón…
La sinopsis
del último, La máquina de escribir de
Sherezade, se las quedo debiendo, puesto que se trata de una especie de
bonus track y no seré yo quien arruine la sorpresa. :P
En suma, Fantasmas es una colección de relatos un
tanto irregulares. Unos muy buenos, otros no tanto, varios de ellos
inconclusos, pero todos ellos, valga reconocerlo, muy bien narrados, con una
prosa ágil, llenos de personajes bien definidos y situaciones interesantes unas
veces, inquietantes otras, pero que siempre mantienen la atención del lector
puesta en las páginas.
Con todo
esto, quedo a la expectativa de lo que será Cuernos,
que aún permanece archivado en mi biblioteca. :)
De lo que no
hay duda es que Joe Hill es un autor que promete, y que además permanece en
constante actividad. Su trabajo como guionista en el mundo de los cómics es
bastante valorado, y el relato La capa,
incluido en esta antología, ya goza con una adaptación que ha tenido gran
aceptación. Con su padre ha participado en algunos relatos, entre ellos el
recientemente publicado en la revista Esquire Colombia, En la hierba alta, que si bien me atrapó mucho en un comienzo, al
final me dejó un gusto extraño.
Actualmente
se encuentra trabajando en su nueva novela, NOS4A2 (léase Nosferatu),
que se espera para la primavera de este año.
Un autor
para seguir de cerca, desde luego…
;)
Bueno, ahí coincidimos en varios puntos. Sin duda esta colección tiene relatos intahchables, pero son pocos. Creo que comenzar una carrera literaria con un libro de cuentos es para valientes que lo merezcan por el peso de su trabajo. Joe Hill quizá no fue uno de ellos. Históricamente, los libros de cuentos han perdido la batalla frente a las novelas, en especial cuando sus autores son nuevos, y tal vez por eso la novela es todavía un terreno más seguro en el que se pueda dar el primer paso.
ResponderEliminar"Reclsuión voluntaria" es sublime. Perfecta caracterización de personajes, muy particulares, además, y con una idea altamente original. Y lamento en el alma que "El último aliento" se hubiera desperdiciado de esa manera.
No he leído "El traje del muerto", pero me pica la curiosidad por ver la faceta de novelista de Joe Hill. Lo único que espero es que no haya heredado la dificultad para cerrar historias que tiene su padre.
Por cierto, Calavera, ya cambié el "Luther" por "Mauro Vargas" :D
Nos estamos leyendo.