La Sombra
del Viento es un misterio literario
ambientado en la Barcelona de la primera mitad del siglo XX, desde los últimos
esplendores del Modernismo hasta las tinieblas de la posguerra. La Sombra
del Viento mezcla técnicas de relato de
intriga, de novela histórica y de comedia de costumbres, pero es, sobre todo,
una tragedia histórica de amor cuyo eco se proyecta a través del tiempo. Con
gran fuerza narrativa, el autor entrelaza tramas y enigmas a modo de muñecas
rusas en un inolvidable relato sobre los secretos del corazón y el embrujo de
los libros, manteniendo la intriga hasta la última página.”
Carlos Ruiz
Zafón nació en Barcelona, España, el 25 de septiembre de 1964. Zafón —que dice
que "siempre había sabido que quería ser escritor desde que tenía 5 o 6
años"— se educó en el colegio de los jesuitas de San Ignacio de Sarriá,
después se matriculó en Ciencias de la Información y ya en el primer año le
surgió una oferta para trabajar en el mundo de la publicidad. Llegó a ser
director creativo de una importante agencia de Barcelona hasta que en 1992
decidió abandonar la publicidad para consagrarse a la literatura.
Comenzó con
literatura juvenil: su primera novela, El
príncipe de la niebla, la publicó en 1993 y fue un éxito: obtuvo el premio
Edebé. Carlos Ruiz Zafón, que desde pequeño había sentido fascinación por el
cine y Los Ángeles, usó el dinero del galardón para cumplir su sueño y partió a
Estados Unidos, donde se radicó; pasó allí los primeros años escribiendo
guiones al tiempo que continuaba sacando nuevas novelas. Las tres siguientes
también estuvieron dedicadas a lectores jóvenes: El palacio de la medianoche (1994), Las luces de septiembre (1995) (estas, con su primera novela,
forman La Trilogía de la Niebla que posteriormente serían publicadas en un sólo
volumen) y Marina (1999).
Carlos Ruiz Zafón |
La
consagración como escritor superventas vino en enero de 2002, con la
publicación de su primera novela 'para adultos', La sombra del viento, que Ruiz Zafón presentó al premio Fernando
Lara 2000. No ganó, pero Ruiz Zafón quedó finalista y Editorial Planeta decidió
publicarla a insistencia de Terenci Moix, uno de los miembros del jurado.
Traducida a numerosos idiomas, la novela, cuya introducción en España fue en un
principio difícil y lenta, se ha convertido en una de las obras españolas más
vendidas en el mundo, con más de 10 millones de ejemplares.
El juego del ángel (2008) y El prisionero del cielo (2011)
complementan la tetralogía de “El Cementerio de los Libros Olvidados”, de la
cual está por publicar su cuarta y aparentemente última entrega.
Seguramente
haya oído hablar de este escritor con anterioridad, pero cuando de verdad llamó
mi atención fue en la Fiesta del Libro y la Cultura celebrada en Medellín el
pasado mes de septiembre.
Entre los
cientos de estanterías y las decenas de expositores, donde me di gusto
caminando y curioseando como un niño en una juguetería en las dos o tres
jornadas en que asistí, me topé con grandes pilas de ejemplares de un sello de
la Editorial Planeta llamado “Booket”. A veces algunas cosas, entre ellas los
libros, entran por los ojos, y las portadas de las novelas juveniles de Zafón
llamaron mi atención. La promoción otorgaba un tercer libro completamente
gratis por la compra de dos, y luego de leer las sinopsis y unos primeros
párrafos bastante atractivos, tomé nota del autor. Más tarde pregunté a algunos
amigos, y solo recibí buenas referencias.
Aun así, al
final mi presupuesto me impidió hacerme con los ejemplares que quería, pero la
espina quedó clavada.
Dos meses
más tarde, en plenas vacaciones, finalmente me hice con un ejemplar de La Sombra del Viento, primera novela del
ciclo del Cementerio de los Libros Olvidados, y bastó leer un par de páginas
para darme cuenta de que había valido cada peso que invertí. Me sorprendí a mí
mismo sonriendo desde un comienzo como no lo hacía desde mucho tiempo atrás y
pensando para mis adentros, literalmente, “qué maldito cabrón tan talentoso”,
en el buen sentido de la palabra, claro, y con todo mi respeto para con el
autor.
Trilogía de la Niebla |
Frases y pasajes
como estos —como digo, en apenas dos páginas— son una muestra del talento
narrativo de Zafón, que posee una cualidad especial para pintar lugares,
momentos y personajes:
«Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi
padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados.
Desgranaban los primeros días del verano de 1945 y caminábamos por las calles
de una Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se
derramaba sobre la Rambla de Santa Mónica en una guirnalda de cobre líquido.»
«Sólo recuerdo que llovió todo el día y toda
la noche, y que cuando le pregunté a mi padre si el cielo lloraba le faltó la
voz para responderme. Seis años después, la ausencia de mi madre era para mí
todavía un espejismo, un silencio a gritos que aún no había aprendido a acallar
con palabras»
«De niño aprendí a conciliar el sueño
mientras le explicaba a mi madre en la penumbra de mi habitación las
incidencias de la jornada, mis andanzas en el colegio, lo que había aprendido
aquel día… No podía oír su voz o sentir su tacto, pero su luz y su calor ardían
en cada rincón de aquella casa y yo, con la fe de los que todavía pueden contar
sus años con los dedos de las manos, creía que si cerraba los ojos y le
hablaba, ella podría oírme desde donde estuviese.»
« —Hay
cosas que sólo pueden verse entre tinieblas —insinuó mi padre
blandiendo una sonrisa enigmática que
probablemente había tomado prestada de algún tomo de Alejandro Dumas.»
Y esto es
solo el comienzo. Un comienzo, repito, que cautiva desde un primer instante.
La Sombra del Viento es la historia de
un amor trágico, es un relato de suspenso, misterio e intriga que por momentos
hace gala de brotes cómicos de la mano de algunos de sus personajes,
perfectamente pincelados además, pero también es la historia de un libro y su
autor. Estos dos elementos, un libro misterioso parte de una obra casi inconseguible,
y un autor desconocido cuyo pasado parece estar siendo borrado por un
misterioso personaje que campa como una sombra por las páginas de la novela,
son los que llaman la atención en un primer momento. Para aquellos amantes de
los libros que ven en ellos más allá de un simple depositario de historias y
hechos impresos, que los ven también como un objeto valioso, de culto, lleno de
misterio y magia en sí mismo, pueden encontrar en este aspecto de La Sombra del Viento un atractivo
especial, como fue mi caso.
Parte de mi
pasión por la literatura está relacionada con el coleccionismo, y aquellas
ediciones raras, escasas, aparentemente imposibles de conseguir y que con el
tiempo se convierten casi en un mito, tienen para mí ese gran atractivo de la búsqueda
y el sorpresivo encuentro, por lo que fue inevitable sentirme íntimamente
ligado al misterio que corre tras el libro que Daniel Sempere, el protagonista,
encuentra por azar en el Cementerio de los Libros Olvidados, un lugar inmenso
lleno de recovecos, pasillos, puertas y estanterías interminables, cuyos
rincones y pasajes parecen no tener principio ni fin.
A partir de
la lectura del libro que encuentra en el lugar al que lo lleva su padre en esa
inolvidable mañana de 1945, Daniel se ve arrastrado al misterio que envuelve a
la obra, y comienza una búsqueda que le llevará años y en la cual irá
encontrado el sentido de su propia existencia.
Historias
dentro de historias dentro de historias, se tejen una tras otra de forma
magistral a lo largo de las casi seiscientas páginas que componen el libro, en
el cual el autor nos regala de paso una excursión por la Barcelona de la
posguerra. Calles, pasadizos, caserones, librerías, bibliotecas, colegios y
demás, son descritos con la belleza de una acuarela, al tiempo que, junto con
el protagonista, somos llevados a través del corazón del misterio.
¿Quién es
Julián Carax? ¿Por qué es tan difícil dar con su obra? ¿Quién es ese misterioso
personaje que camina amparado por las sombras quemando cada ejemplar del autor
que se cruza en su camino? ¿Cuál es la maldición que parece envolver cada
lugar, cada persona vinculada con el pasado de Carax?
Estos son
solo algunos de los interrogantes que surgirán a medida que la telaraña de
hechos se sucede entre respuestas que generan más preguntas y extraños callejones
sin salida.
Hace ya un
mes y medio que había comenzado el libro, pero con la vuelta al trabajo apenas
había podido leer. Esta semana pude retomarlo, y en apenas tres o cuatro días
me devoré las 400 páginas que me faltaban. Solo el sueño hacía que me detuviera
en una lectura que no quería soltar. Pasada la mitad del libro simplemente es
imposible parar de leer, los cabos se empiezan a atar, y con sorpresa tras
sorpresa todas las piezas del enigma comienzan a encajar. Una vez terminado el
libro, con unas últimas líneas que me produjeron un escalofrío de emoción —cosa
que rara vez sucede—, solo pude rendirme ante esta obra maestra, que sin duda
alguna es de lo mejor que he leído.
Muy, pero
muy recomendable. Y si queda alguna duda, les cuento que hasta el mismísimo
Stephen King lo leyó y lo recomienda de la siguiente manera:
«Si alguien pensaba que la auténtica novela
gótica había muerto en el siglo XIX, este libro le hará cambiar de idea. Una
novela llena de esplendor y de trampas secretas donde hasta las subtramas
tienen subtramas. En manos de Zafón, cada escena parece salida de uno de los
primeros films de Orson Welles. Hay que ser un romántico de verdad para llegar
a apreciar todo su valor, pero si uno lo es, entonces es una lectura
deslumbrante.»
Espero más
pronto que tarde poder acercarme a otras obras del español que con este primer
libro se ha ganado mi respeto y admiración. :)
Y espero,
cómo no, regresar al Cementerio de los Libros Olvidados…
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