“La saga Dune es la cumbre de la ficción
científica contemporánea. Esta quinta entrega de la serie prosigue con las
aventuras de la estirpe de los Atreides en el fascinante planeta de arena.
Nos hallamos en el futuro respecto a la
acción de Dios Emperador de Dune. La
expansión galáctica que siguió a la muerte de Leto II ha terminado. Todos
regresan al planeta madre, convertido de nuevo en el mundo inhóspito y seco de
sus orígenes. El delicado equilibrio entre las antiguas fuerzas está a punto de
romperse. En este marco aparece un nuevo personaje: Sheeana, una chica que
tiene el poder de invocar, controlar y conducir a Shaihulud, el gigantesco
gusano de arena…”
Ha pasado
casi un año y medio desde la última vez que encaré la redacción de una reseña
correspondiente a un título de la magnífica saga de Frank Herbert, Dune. Y ahora, nuevamente, me veo en la
misma disyuntiva: ¿cómo compendiar, sintetizar o tan siquiera dejar entrever al
lector de esta reseña la naturaleza y la intrincada complejidad de los hechos
que se narran en las páginas de Dune?
Frank
Herbert, ya lo dije anteriormente, gozó de un talento sin igual para la
escritura y creó de la nada un mundo impresionante y abismalmente lleno de
matices y singularidades. Su prosa destila una sabiduría pocas veces vista, y en
cada página te sorprende con la profundidad que le supo conferir a su historia.
El discurrir existencial, los planteamientos filosóficos de los protagonistas
de Dune son, o fueron, los
pensamientos ideológicos de Frank Herbert, y con ellos dota, repito, de un
vívido realismo a su obra.
Leer Dune es conocer la mente de un hombre
que se cuestionó la gran multitud de implicaciones inherentes al origen y el desarrollo
de la Humanidad, y el cómo y el porqué de su evolución y supervivencia.
Frank Herbert (1920 - 1986) |
En Herejes de Dune, quinto libro de la saga
original, han pasado 1.500 años con respecto a la acción narrada en el cuarto volumen,
Dios Emperador de Dune, y nos
encontramos con un universo que, aún tantos años después, sigue reponiéndose
del largo imperio del Tirano, cuya Senda de Oro se extendió por nada menos que 3.500
años. Todas las diferentes fuerzas que influyen en el discurrir del universo
comienzan a medir de nuevo su poder, máxime cuando pueblos errantes
provenientes de la Dispersión, una especie de éxodo expansivo que siguió a la
muerte del Dios Emperador, comienza a regresar al núcleo, al planeta madre Rakis
—antes Arrakis; siempre Dune—, con el ánimo de sacar su tajada y hacerse su
posición en las grandes fuerzas que mueven el universo, y cuya llegada
encontrará su más firme oponente en la Bene Gesserit, la Hermandad de sabias y
poderosas mujeres que rigen gran parte del poder desde hace milenios.
En este
marco, aparecen dos seres largo tiempo esperados: un nuevo ghola de Duncan
Idaho —una especie de clon que ha sido hecho y rehecho una y otra vez desde los
tiempos del Dios Emperador, y cuyo original sirvió fielmente al padre de este,
el legendario Paul Atreides—, cuyas habilidades las Reverendas Madres de la
Bene Gesserit proyectan usar para sus desconocidos propósitos de procreación
dirigida; y por otra parte, una misteriosa muchacha llamada Sheeana, procedente
de una humilde aldea de Rakis, que posee inexplicables poderes y vínculos con
el gigantesco gusano de arena del desértico planeta.
Primera edición de la novela |
Con ellos en
medio como inocentes marionetas de los hilos que los mueven, o que pretenden
moverlos, las grandes fuerzas del universo entrarán en un intricado juego de
alianzas, traiciones, disputas tanto diplomáticamente verbales como agresivamente
violentas, en el que cada cual intentará salir bien librado, queriendo ganar
mucho arriesgando poco.
Y como
siempre la melange, la codiciada especia cuyas propiedades son utilizadas para
toda clase de fines, juega un papel importante como moneda de chantaje, coerciones
y negociaciones.
Decir lo
anterior es poco para describir la profundidad y los alcances de esta monumental
saga que ha sido calificada en múltiples ocasiones como la más grande de la
ciencia ficción de todos los tiempos. Basta, como ya he dicho antes, adentrarse
en el primer volumen, titulado simplemente Dune,
para verse atrapado y maravillado por esa vorágine de hechos aparentemente
enrevesados y confusos, que luego irán tejiendo un lienzo impresionante.
Hasta el
momento solo he podido encontrar un parangón similar en la saga de George R.R.
Martin, Canción de Hielo y Fuego,
tanto por la cantidad de personajes y lugares, como por la red de eventos que
se unen en una telaraña argumental indescriptible, y por el hecho de que los
buenos no son del todo buenos ni los malos del todo malos. Aunque, desde luego,
se trate de dos géneros y temáticas completamente opuestos.
Este quinto volumen
en especial, que deja la puerta abierta para el sexto y último libro escrito
por Frank Herbert —y cuyo final llegaría casi veinte años después de la mano de
su hijo Brian y el escritor Kevin J. Anderson con Cazadores de Dune y Gusanos de Arena de Dune (Dune 7 y 8 respectivamente)—, resultó ser, tal como me lo habían
advertido antes, quizá el más lento de todos, con pasajes en los que la trama
general parecía avanzar poco. Para colmo, varios eventos de mi vida (entre
ellos la escritura del relato por entregas Bifurcaciones
y el posterior fallecimiento de mi padre) impidieron que le dedicara todo el
tiempo que quería, lo que hizo que el libro resultara por momentos
interminable. Tanto es así, que he tardado tres meses leyéndolo… :/
Duncan Idaho |
No obstante,
entre el fin de semana pasado y hoy, lunes festivo en Colombia, leí prácticamente
la mitad del libro, lo que te deja ese sabor especial de haber terminado finalmente una historia que no querías
que se atascase. Y es que aunque de verdad el libro es algo lento, después de
la mitad suceden una serie de hechos que hacen que alce el vuelo y que lo haga
mucho más interesante de ahí en adelante.
Al final,
como ya nos tiene acostumbrados Herbert en las anteriores entregas, viene una
cadena de eventos que te deparan una sorpresa tras otra, y que al cerrar el
libro hacen que exclames un “Uaauuu”
sorprendido y extasiado. En esta ocasión, sin embargo, los capítulos finales se
me antojaron algo apresurados, narrados con demasiada premura y dejando, entre
uno y otro, pasajes obviados para la imaginación del lector, lo que aún así no
le resta contundencia a un final que me ha dejado con la boca abierta y con
ganas de leer más.
No obstante,
por el momento me tomaré un descanso, para luego retomar la saga con un Casa Capitular Dune que promete, tal
como también me lo anunció mi colega de arena el Doctor Lecter, del blog El Consultorio del Doctor, ser una novela fascinante.
:)
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