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lunes, 29 de agosto de 2011

DIARIO DE UN MUERTO / Capítulo XVI



Los Renegados presentan:

DIARIO DE UN MUERTO
Capítulo XVI

Escrito por: Adrián Granatto




1

A dos kilómetros de Los Altos el cacharro de Alberto tosió, asmático, con un petardeo del caño de escape, se sacudió en un último estertor y se detuvo en medio del camino.
—¿Y ahora? —murmuré, con ambas manos sobre el volante y dando saltitos en el asiento como si con eso el auto fuera a arrancar mágicamente.
El medidor de gasolina marcaba un cuarto de tanque lleno. Giré la llave de contacto y el vehículo dio una sacudida hacia adelante. Lo puse en punto muerto y volví a girar la llave. Esta vez el motor gruñó, pero no arrancó.
Golpeé con el dedo el visor del medidor de gasolina y la aguja cayó a cero estrepitosamente.
—¡Me cago en la puta!
Bajé de aquella carraca, lo empujé hasta dejarlo medio ladeado en la banquina, y comencé a caminar por ella.
No había hecho diez metros cuando unas luces aparecieron frente a mí. Entrecerré los ojos para ver mejor y mi rostro fue poseído por un gesto de estupor: lo que se acercaba a toda velocidad era el auto de George.


2

Pasó por mi lado sin aminorar la velocidad y realizó un giro abrupto en medio del camino más adelante, quemando llantas, pintando más de negro el ya oscuro pavimento. Desde el interior me llegaron risas y un grito de espanto. Aceleró nuevamente y encaró otra vez hacia mí. Me sentía un animalito indefenso deslumbrado por los faros. Cerré los ojos sin saber qué esperar. ¿Me atropellaría o me traspasaría? Tenía la fatal sospecha de que era más seguro lo primero que lo segundo; después de todo no era un auto común y corriente: era el Mustang de George, un coche fantasma.
Con esa seguridad, abrí los ojos.
El auto había tomado el centro de la carretera y eso me tranquilizó. Se acercó a mí lentamente, con el motor ronroneando bajo el capó. Aquél ronroneo me hizo pensar en un gato y en cómo éstos juegan con sus presas antes de darles el zarpazo final. El Mustang, en ese sentido, era un minino gigante.
Se detuvo a mi lado y la ventanilla del acompañante se bajó. Mi imaginación me jugó una mala pasada y por un instante vislumbré a George detrás del volante, putrefacto y sonriente, invitándome a acompañarlo. Ven, Alan, no tengas miedo. Aquí flotamos. Es divertiiiiiido. Detrás de él asomó el rostro de María. En sus cuencas vacías bullían gusanos blancos; los labios estaban retraídos mostrando unas encías negruzcas que despedían un aroma pútrido. Es verdad, Alan, dijo con voz terrosa. Algunas de aquellas larvas blancuzcas cayeron dentro de su boca, desapareciendo garganta abajo. Flotar es divertiiiiiido. Pero esto sólo duró lo que tardó Valeria en abrir la puerta del acompañante y tirarse a mis brazos.
—¡Alan! ¡No puedo creerlo, Alan!
Cuando volví a mirar al conductor, George había desaparecido. Frente al volante, vestido con un gabán raído y un sombrero de ala ancha echándole sombra a los ojos, Ferrari se removía inquieto.
—No es lugar ni momento para sentimentalismos baratos —gruñó—. Suban al auto.
Valeria literalmente me arrastró hasta la puerta, inclinó el asiento, y se metió en la parte trasera donde ya estaban Curru y Alberto. Era éste el que gritaba ocultando la cabeza en el regazo de su mujer. Me dio lástima.
María se veía bien, sin gusanos.
Empujé el espaldar hacia atrás, me senté en el asiento delantero y cerré la puerta. Ferrari arrancó e hizo un nuevo giro en “U”.
—¿No vamos a Los Altos? —pregunté.
—Los Altos ya no es un lugar seguro —respondió él.
No me gustó esa respuesta. Es más, no me gustaba ver a Ferrari allí. Eso sólo podía significar problemas graves.
—¿Qué pasó? — le pregunte a Valeria acodándome en el asiento. Curru acariciaba la cabeza de su marido, que había cambiado los gritos por un tenue lloriqueo.
—Dos horas después de que te fuiste, aparecieron los hombres de Carvajal.
—¡Pero si te dije que te fueras de inmediato de allí!
—Sí, lo sé, pero es que no quería dejar a Curru sola y…
—Está bien, continúa —dije, pero entonces observé con más detenimiento el rostro de Valeria y noté que tenía un corte sobre la ceja izquierda—. ¿Las golpearon?
—Las cosas se pusieron pesadas, sí —asintió Vale.
—¿Se encontraba ojitos raros? —pregunté.
—No, gracias al cielo.
—¿Eran muertos o vivos?
—De ambos; cinco en total —contestó Vale—. Mientras los vivos entretenían a Alberto en la puerta, los muertos entraron a la casa a revisarla. Cuando nos vieron a nosotras —señaló a Curru y a sí misma—, quisieron llevarnos. María le puso una trompada en medio de la cara a uno de ellos.
Miré a María. Ella levantó la mano derecha. Se la veía hinchada y uno de sus dedos comenzaba a adquirir un tono violáceo.
—Me manoseó —dijo con enojo—. Me tocó las tetas el muy hijo de puta. Y a mí el único que me las toca es mi marido. —Abrió y cerró la mano con delicadeza—. Creo que me descompuse un dedo —dijo—, pero valió la pena.
—¿No estaban armados?
—¡Claro que estaban armados! —exclamó Curru—. El que quiso sacarme de la cama me puso un cañón frente a la cara luego de golpearlo. No fue agradable.
—Podían haberlas herido o algo peor —la interrumpí.
—No creo —dijo ella—. Me parece que la orden era llevarnos vivas. Si nos hubieran querido muertas, habrían entrado disparando sin más.
—Pienso lo mismo, Alan —agregó Valeria—. Creo que nos querían para hacerte ceder. Igual me ligué un culatazo en la frente.
—¿Y qué pasó? —pregunté, sintiéndome cada vez más enfurecido—. ¿Cómo lograron zafarse?
—Bueno, cuando nos amenazaron con las armas tuvimos que ceder, no fuera que se les escapara un tiro, nos quisieran vivas o no, y al que golpeó María ganas no le faltaban. Me obligaron a cargar con Curru y nos llevaron hasta la puerta. Allí estaban los otros tres con Alberto. Dos de ellos estaban rociando gasolina por las paredes, los muebles y el piso.
—No sé si se va a recuperar de todo esto —dijo María mirando a su marido—. Creo que… —La voz se le quebró y no dijo más.
Tampoco era necesario; creo que por la cabeza de todos corría la misma idea: de aquí, derecho al loquero.
—Nos metieron dentro de los autos, y el último en subir encendió un paquete de cerillas. Lo arrojó por la puerta abierta de la casa y al instante surgió una llamarada. Entonces apareció él. —Vale señaló a Ferrari, que mantenía la vista en el camino y parecía no prestar atención a la conversación—. Ver el auto de George me provocó una conmoción. Pensé que bajaría de él con sus ropas negras y esa sonrisa canchera. Quizá todo lo anterior no había sido real, quizá fuera sólo un sueño, pensé, una pesadilla. Pero cuando se abrió la puerta y bajó él, supe que me estaba engañando.
»Había cruzado el auto de George en el camino, obligándolos a frenar. Cuatro de los hombres bajaron del auto con las armas dispuestas. De la casa se elevaba una columna de humo negro y las ventanas del frente explotaron.
Volví a mirar a Ferrari. George confiaba en él, pero a mí me daba mala espina…


domingo, 28 de agosto de 2011

VISITA NOCTURNA





Como les contaba anteriormente en la pequeña introducción al mini-relato ELLA, primer ejercicio del Taller Literario organizado por Carmen Gutiérrez en la página de Facebook El Edén de los Novelistas Brutos, el segundo ejercicio del Taller consistía en escribir un relato corto en primera persona basado en una experiencia personal con algunos toques de ficción.

Pues bien, el ejercicio terminó hace ya unos días con muy buena participación y grandes resultados para todos los participantes. Es mucho lo que se aprende cuando se intercambian consejos y apreciaciones con otros escritores aficionados.

En esta ocasión hubo dos calificaciones diferentes. Por una parte, y al igual que en el ejercicio anterior, los participantes y los lectores votaron a sus tres relatos preferidos con un “Me Gusta”. Y por otro lado, además, esta vez hubo tres jurados que calificaron cada uno de los relatos en cuanto a ortografía, puntuación, coherencia, conexión y estilo.  

Hubo 13 participantes. En la calificación de los lectores, quedé en el 6º lugar, y en la calificación de los jurados tuve el honor de compartir el primer lugar con el relato ganador calificado con “Me Gusta” por los lectores, con lo cual me hice acreedor a este bonito reconocimiento:




El tercer ejercicio está ahora en marcha. También se trata de un relato corto, esta vez en tercera persona y con una temática que me guardaré como sorpresa por el momento… :P Sólo les diré que hará un poco de calor… ;)

Mientras tanto, los dejo con el relato presentado en el segundo ejercicio del Taller. Se titula…



VISITA NOCTURNA


Eran casi las tres de la mañana cuando decidí hacerlo de una vez por todas. Era eso, o seguir dando vueltas en mi cama con un calor de campeonato.
Me levanté, me vestí rápida y silenciosamente, guardé los prismáticos y acto seguido me dirigí a la cocina. No tenía armas conmigo, nunca las había necesitado, pero no fue difícil improvisar una: mi mamá había comprado un estuche de cuchillos Ginsu hacía menos de un mes y su filo, si lo que decía el comercial era cierto, duraría hasta el juicio final.
Sólo necesitaba uno. Lo cogí de donde estaba colgado, y los demás tintinearon con un sonido que se esparció por la cocina en una suave cadencia. Lo guardé en la parte de atrás del pantalón, procurando no realizarme una segunda cortada en mi trasero, y me dispuse a atravesar el pasillo en dirección a la salida.
La parte buena era que sólo había una persona a la que corría el riesgo de despertar, mi madre. La parte mala era que debía pasar prácticamente a su lado para salir.
Corrí la cortina, única división que me separaba de su habitación, y pasé por su lado en puntas de pies. A mitad del recorrido me detuve, la miré y ella emitió un ronquido a modo de saludo.
Estaba dormida. Eso era bueno.
Continué unos pasos más y llegué a la puerta que daba al salón. La abrí y ésta emitió un leve chasquido. Fue entonces cuando me habló:
—¡Jorge! ¿Adónde crees que vas? —dijo, y eso era malo.
Palidecí, petrificado. Todo se había ido al traste nada más comenzando.
—Tú no vas a ningún lado hasta que no peles las patatas. Tu papá no tardará en llegar…
Respiré aliviado. No sabía que mi mamá hablaba dormida, pero al parecer la vida siempre te tenía reservada una sorpresa hasta en los momentos más inesperados.
Cerré la puerta tras de mí, doblé a la derecha y bajé los escalones en dirección a la salida.


Una vez fuera, miré calle abajo.
Allí estaban. A unos cien metros de distancia, un resplandor salía de uno de los garajes ubicados al final de la calle.
—Hijos de puta —susurré, y me encaminé en dirección contraria.
A pesar de la hora, debía dar un amplio rodeo para no levantar sospechas en caso de que hubiese algún trasnochador observando por la ventana. La ropa me favorecía. La mayor parte de la que uso es negra, así que la indumentaria no representó ningún problema. Me hubiera gustado tener un pasamontañas, pero qué le íbamos a hacer. Era lo que había y debía agradecer a Dios por ello, como solía decir mi madre.
Me sorprendió lo calmado que estaba. Lo que iba a hacer no era nada bueno, pero qué más daba, ellos se lo habían buscado.


jueves, 25 de agosto de 2011

La Canción de Kali, de Dan Simmons


El canto de la diosa Kali produce el sonido de la muerte. Un periodista sostiene que su culto no ha desaparecido aún en nuestro moderno mundo tecnológico y está dispuesto a comprobar sus afirmaciones.

Nada le resultará sencillo, y lo que empezó como un trabajo rutinario se convertirá en una pesadilla en la que el protagonista sólo escucha mentiras y choca contra el muro de la indiferencia oficial cuando acude a las autoridades en busca de ayuda.

Publicada en 1985 y ganadora del Premio Mundial de Fantasía de 1986, La Canción de Kali es la primera novela del escritor estadounidense Dan Simmons, un autor difícil de encasillar en algún género pues se ha adentrado en el terror, la ciencia ficción y la fantasía con muy buenos resultados.

En este caso estamos ante su primera incursión en el terror y la verdad es que lo hace de manera fenomenal.

El protagonista, Robert Luczak, es un escritor norteamericano que viaja a Calcuta, India, enviado por una revista de poesía con el fin de recabar información sobre un ilustre poeta que lleva varios años desaparecido y que ahora ha dado señales de vida con un nuevo y supuesto manuscrito, el cual quiere sacar a la luz desde su aparente retiro. A pesar de las advertencias de un amigo que conoce de primera mano la ciudad, Robert viaja con su esposa Amrita y su pequeña hija de siete meses, Victoria.

Con las advertencias de su amigo Abe y la testarudez de Bobby, desde un comienzo nos imaginamos que las cosas no van a ir precisamente bien, sobre todo después de un prólogo tan ominoso como el siguiente:

Algunos lugares son demasiado perversos para que se tolere su existencia. Algunas ciudades son demasiado ponzoñosas para poderlas soportar. Calcuta es una de ellas. Antes de Calcuta me hubiera reído ante semejante idea. Antes de Calcuta no creía en la maldad... ciertamente no como una fuerza independiente de las acciones del hombre. Antes de Calcuta yo era un insensato…

Y como si fuera poco semejante introducción (de la que apenas cito un fragmento), cada capítulo comienza con pequeñas citas de lo que al parecer son escritores hindúes:

Dan Simmons
¿Te gustaría conocer Calcuta?
Entonces prepárate a olvidarla.
Sushil Roy

No hay paz en Calcuta;
La sangre llama a medianoche...
Sukanta Bhattacharjee

Calcuta, Calcuta, eres un campo de
obsesión nocturna, crueldad infinita…
Sunilkumar Nandi

Con toda esta antesala, cada página sólo puede depararnos suspenso, terror y una inquietud permanente ante lo que puede acechar a la vuelta de la esquina. Cada sombra, cada personaje, cada lugar puede ser mensajero de terribles noticias.

No sé qué tan similar sea la imagen actual de Calcuta, pero dicen que Simmons viajó a la ciudad y permaneció allí sólo un par de días, a pesar de lo cual supo pintar la ciudad de manera magnífica, sugerente, exótica, pero también de forma un poco pesimista y xenofóbica, mostrándola como una ciudad llena de miseria, suciedad, agobiante y asfixiante hasta el punto de la desesperación. Seguramente gran parte de la imagen es correcta, pero queda uno preguntándose hasta qué punto…

Y en este marco entra uno de los aspectos más atrayentes e importantes de la novela: el culto a la diosa Kali. Ya decía yo antes que la novela, aun sin leerla, me recordaba la película de 1984 Indiana Jones And The Temple Of Doom, por lo que me había formado cierta imagen mental de lo que podría pasar en la historia. A decir verdad, sí hay puntos en común: tanto la atmósfera misteriosa que envuelve al culto y a sus seguidores, como también el velo de leyenda urbana con el que las autoridades tratan de esconderlo. A partir de ahí, las semejanzas terminan.

El culto en su manifestación más oscura, según he podido investigar, es algo real que, tal como lo cuentan en la famosa cena de gala en el Palacio de Pankot en la película de Indiana Jones, tuvo su máxima actividad hasta comienzos del siglo XIX, cuando lo ingleses trataron de ponerle freno a como diera lugar. No obstante, en ambas historias se maneja la idea de que el culto sangriento sigue llevándose a cabo en la actualidad de manera clandestina.

La historia, narrada en primera persona, es corta, atrapante, se deja leer fácilmente, a pesar de que tiene algunos altibajos, y está aderezada con pequeñas cuotas de humor en las conversaciones de pareja que tienen los Luczak. Hay escenas sorprendentes que producen una impresión tremenda, y al final hay una que te desestabiliza por completo. Las últimas páginas componen un final pausado que recuerda el de la novela Insomnia, de Stephen King, o incluso las últimas cien páginas de El Señor de los Anillos, por su tono nostálgico, como de recapitulación y moraleja. Quizá es un poco largo para una novela tan corta, pero aun así es maravilloso y te deja con la sensación de haber leído una muy buena novela.

Tal vez no sea una “gran” novela, pero sin duda es una muy buena que seguramente representó una primera estocada de un autor que fue en ascenso. Muy recomendable. :)

Como dije alguna vez, me gusta encabezar mis reseñas con la portada de la edición que leí. Pero puesto que fue imposible encontrar una medianamente aceptable, aquí va una fotografía de la edición de bolsillo que conseguí a un precio muy módico (junto a un ejemplar de La Semilla del Diablo, de Ira Levin):


Aquí va además una imagen (la más perturbadora que encontré) de la diosa Kali:



Y no podía dejar pasar un pequeño bonus que no deja de ser curioso para los seguidores de Stephen King: En un momento en el cual Robert mantiene una de las numerosas conversaciones con su esposa que hay en la novela, este analiza lo racional y poco crédula que es su esposa en cuanto a temas sobrenaturales se refiere, y escribe lo siguiente:

…Amrita era, o había sido hasta aquel instante, la persona más intransigentemente racional que yo jamás conociera. Su creencia e interés por lo sobrenatural habían parecido hasta entonces inexistentes. Jamás había logrado que se interesara por las novelas baladíes de Stephen King que solía llevar a la playa en verano…

;)

lunes, 22 de agosto de 2011

DIARIO DE UN MUERTO / Capítulo XV


Los Renegados presentan:

DIARIO DE UN MUERTO
Capítulo XV

Escrito por: George Valencia (Calavera)





1

Cuando George desapareció sin dejar rastro (excepción hecha de la pequeña concavidad en la almohada de la cama de María) todo pareció ir en cámara lenta. Por un momento la habitación se vio inundada por los gritos de Curru, ahora aparentemente sana a juzgar por su aspecto, preguntando qué había pasado, por qué se sentía tan bien.
A decir verdad, dudo que, aunque lo supiéramos, Valeria y yo nos encontráramos en condiciones de responder a sus preguntas. Ambos estábamos pasmados por lo que había sucedido. Tal vez la descarga de energía que nos había lanzado hacia atrás al intentar romper el contacto entre George y Curru tuviese algo que ver, pero me decanto más por el hecho de que simplemente estábamos demasiado estupefactos como para reaccionar en ese primer momento.
Como en un sueño, vi que Alberto se despertaba asustado al escuchar los gritos de su esposa. La miró, y entonces se unió al club de los pasmados, observando la escena lelo, asombrado por el radical cambio en el aspecto de su mujer.
Ésta seguía preguntando qué había pasado, dónde estaba George y por qué se sentía tan “putamente bien”, según su propia expresión. Supongo que lo decía de manera retórica, porque ni siquiera parecía que estuviera esperando alguna respuesta por nuestra parte, y menos aun de su esposo, que estaba más anonadado que nosotros, si cabe.
Observé a Valeria y noté que tímidas lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Sin embargo, no logré dilucidar si eran de alegría o de tristeza; su rostro era como un lienzo en blanco, carente de emociones. Alegría, quizá, por la evidente mejoría en la salud de Curru, que había estado a punto de llegar al claro al final del camino; y tristeza porque George nos había dado el último adiós. Su repentina desaparición no dejaba lugar a dudas. Se había ido, sabría Dios adónde.
María seguía armando jaleo. Creo que en gran parte se había olvidado de nosotros, sobre todo porque su marido reclamaba su atención. Alberto seguía mirándola sin poder creer el cambio. Creo que una parte de él aún suponía estar en el quinto sueño. Fue entonces cuando preguntó:
—Curru, amor, ¿quién es George?
—¿George? —dijo ella.
—Sí, has mencionado ese nombre un par de veces.
Se me antojó curioso que fuera eso lo primero que le preguntara a su recién aliviada esposa, más no me sorprendió.
Ella pareció pensar un momento que se había ido de la lengua en medio de la emoción. Extendió los brazos hacia su esposo y le dijo:
—Olvídalo. Ven, dame un abrazo.
Sonrió, y su esposo le devolvió la sonrisa. Gruesos lagrimones se deslizaron por su rostro. La abrazó, e intercambiaron palabras que me resultaron inaudibles: desde el momento en que pronunciaron el nombre de mi amigo mi mente se había ido a otra parte.
Recordé la mirada que me había dirigido antes de marcharse, como si pretendiera darme a entender algo. Parecía preocupado, pero hasta cierto punto tranquilo. Creo que quería transmitirme algo de eso, que ya no había nada que hacer, que le había llegado la hora y que yo debía seguir mi camino sin lamentarme por su partida.
Eso me recordó que aún tenía mucho por hacer. Estaba Jessy, secuestrada por Alcides Carvajal desde hacía… ¿cuánto? Bialos no lo había dicho, pero por el aspecto que tenía cuando la vi, creo que no llevaba mucho tiempo, tal vez un par de días. Suficiente, no obstante, para estar al borde de la desesperación. Estar privado de la libertad puede convertir un día en una eternidad. Debía darme prisa. Corría mucho peligro, y según me había dicho Bassa, Carvajal estaba considerando la posibilidad de liquidarla a pesar de que era una carta a su favor si pretendía realizar un intercambio conmigo. Era un tipo muy voluble e inestable, eso me constaba. En un momento podía hablar contigo como si tal cosa, e incluso invitarte a una copa, y al instante siguiente podía estar ordenando tu ejecución. Era mejor no tentar la suerte.
Debía darme prisa.
Entonces volví a la realidad.
Miré a Valeria nuevamente y vi que tenía la cabeza gacha y los hombros caídos. Se notaba destrozada.
Me acerqué a ella y la rodeé con un brazo. Dio un respingo al notar el contacto, pero luego posó su rostro en mi pecho buscando refugio. La abracé y ella lloró silenciosamente. No hubo necesidad de decir nada. La tristeza era evidente. Quería a Curru, pero estando ésta sana y salva, no había duda de que era en George en quien pensaba. Recordé que ella siempre había mostrado cierta preferencia por él, y sentí celos. Luego me sentí egoísta, y aparté esos pensamientos de mi cabeza. La abracé con más fuerza y dejé que se desahogara.
Noté que Curru nos observaba por encima del hombro de su esposo con una expresión a medio camino entre la alegría, la vergüenza y la disculpa. Supuse que se sentía culpable en cierta forma por lo que había pasado.
Me maravillé una vez más por el evidente cambio en su semblante. No cabía duda de su mejoría. Pensé que sólo le faltaba recuperar la movilidad de las piernas para que el milagro fuera completo, pero de todas formas el hecho de que se viera sanada de una enfermedad a todas luces terminal ya era suficiente para estar agradecidos. Era como si hubiese sido salvada por la campana en el último momento.
A pesar de lo sucedido sentí pesar por ella. Se había portado magníficamente con todos nosotros, así que si había alguien que merecía lo que había hecho George, fuera lo que fuese, era ella, sin lugar a dudas.
Noté su confusión y le sonreí, guiñándole un ojo.
Ella pareció un poco sorprendida, suspiró, sonrió y la represa de sus lágrimas se vio finalmente desbordada. Cerró los ojos y abrazó con más fuerza a su marido.


jueves, 18 de agosto de 2011

50 seguidores


Bueno, en realidad son 51 los seguidores que ha alcanzado al día de hoy El Blog de Calavera, 9 meses después de su creación. :D

Cuando llegué a los 50 hace un par de días me dije que era una cifra muy significativa y que bien merecía una entrada para conmemorarlo, aunque una parte de mí pensaba que sería para partirse que publicara dicha entrada y que al otro día desapareciera un seguidor como por arte de magia… XD

Bien por falta de tiempo o por dedicarme a otras entradas pendientes, tardé el tiempo suficiente para que apareciera un nuevo seguidor, llegando a la nada despreciable cifra de 51. :)

Y es que si ser testigo de que tus entradas gustan y son comentadas a menudo ya es bastante satisfactorio, no lo es menos entrar un día cualquiera a tu blog y encontrarte con que tienes un nuevo seguidor. Sientes que lograste algo bueno, que tu blog gusta, que alguien disfruta o se interesa en mayor o menor medida con las entradas que publicas, ya sean relatos, reseñas, noticias musicales, opiniones o mis infaltables elucubraciones varias. :)

Siempre que entras y descubres un nuevo seguidor no puedes evitar esbozar una sonrisa de alegría y satisfacción: a alguien más le gustó tu blog, le agradó lo que escribes y ha decidido seguirte de cerca. :D

Así que valga la entrada para agradecer a todos y cada uno de aquellos 51 seguidores y seguidoras que han pasado por El Blog de Calavera y han decidido quedarse. :)

¡Mil gracias a tod@s! :D

PD1: Qué lío buscar una imagen para la entrada sin que aparezca el rapero ese… ¬¬

PD2: Algo de Rock And Roll para ambientar el lugar… :)


Soy Leyenda, de Richard Matheson

Robert Neville es el único superviviente de una guerra bacteriológica que ha asolado el planeta y convertido al resto de la humanidad en vampiros. Su vida se ha reducido a asesinar el máximo número posible de estos seres sanguinarios durante el día, y a soportar su asedio cada noche. Para ellos, el auténtico monstruo es este hombre que lucha por subsistir en un nuevo orden establecido.

Todo un clásico en su género, éste es un perturbador relato sobre la soledad y el aislamiento y una reflexión sobre los binomios como normalidad y anormalidad, bien y mal, que se evidencian como una mera convención derivada del temor y el desconcierto ante lo diferente.

Nuevamente tenemos la prueba fehaciente de que las adaptaciones cinematográficas nos condicionan en demasía a la hora de leer las obras de las cuales han surgido. La última adaptación de Soy Leyenda, la novela que Richard Matheson publicó en 1954, sin duda está en la memoria reciente de todos los fanáticos del terror y la ciencia ficción. Por desgracia, a pesar de ser una buena película, no es una fiel adaptación.

Por ende, son muchos los prejuicios que el lector tiene a la hora de leer la novela de Matheson, lo que hace que a lo mejor no aprecie como es debido varios de los aspectos de ésta y se la pase esperando sucesos que nunca aparecen.

Pues bien, fue justamente eso lo que me pasó.

La novela no tiene nada que ver con la película, al menos con la protagonizada recientemente por Will Smith. La idea básica es muy similar (hombre solitario que sale de día y se esconde de noche en un mundo post-apocalíptico asolado por unas criaturas con muy malas pulgas), pero poco más. A pesar de que casi no podía dejar de ver a Will Smith mientras leía la novela, el protagonista en realidad es rubio y de ojos azules. Las criaturas son en realidad vampiros, no esa extraña mezcla de zombies y hombres lobo (digo hombres lobo por su fuerza y agresividad) que aparece en la peli, y el final es muy diferente.

Tal y como sucede con El Hombre Menguante (publicada dos años después), Matheson le da un toque inigualable de humanidad al personaje, convirtiéndolo en mucho más que un simple estereotipo. El autor plasma de manera brillante el sufrimiento, la soledad, la desesperación, la incertidumbre, las debilidades y fortalezas de Robert Neville, un hombre solitario atormentado por la falta de su esposa e hija que trata de convivir con un presente hostil. Es algo con lo que nos sentimos plenamente identificados y que le da un toque importantísimo de realismo a una novela de ficción. No hay duda de que este es el gran acierto de la novela.

Por otra parte, el libro es un gran ejemplo de lo que es una buena historia de vampiros, una cualidad bastante notable de la novela de Matheson: Neville decide no quedarse cruzado de brazos viviendo como un simple ermitaño preocupado por la supervivencia diaria, así que se hace el firme propósito de encontrar una vacuna contra el virus que ha acabado con la humanidad como la conocía.

Neville se embarca en una investigación que busca encontrar respuestas racionales al hecho de que los vampiros se vean repelidos por los ajos, las cruces, los espejos, el sol, etc., los clásicos repelentes de siempre. La forma en que busca bases científicas e históricas para explicar todos estos hechos con dedicada minuciosidad, siempre con el afán de encontrar una fórmula para la cura definitiva, simplemente me parece uno de los mayores logros de la novela, algo que nunca había leído ni visto. Es admirable esa parte.

Creo que por culpa de la película esperaba algo más de la historia, pero no hay duda de que me gustó, a pesar de algunos pasajes un tanto lentos. El final es inesperado y da mucho para pensar. Este se convierte en una especie de mensaje moral que demuestra que, dadas las circunstancias, lo que entendemos por normal puede llegar a dejar de serlo.

Soy Leyenda: un clásico indispensable.

Los dejo con el trailer de la última adaptación, estrenada en diciembre de 2007:


;)

martes, 16 de agosto de 2011

DIARIO DE UN MUERTO / Capítulo XIV



Los Renegados presentan:

DIARIO DE UN MUERTO
Capítulo XIV

Escrito por: Adrián Granatto




1

—¿Dónde está María? —pregunté.
—En el hospital —respondió Valeria—. Se descompensó por la noche y el marido la llevó en el auto.
—No hay hospitales en Los Altos —dije con temor. Al menos no con la alta complejidad que se necesitaría para atender un caso como el de Curru. Cuando ingresaba un paciente grave a alguno de los Centros Médicos de Los Altos, siempre era trasladado de inmediato—. Por favor, no me digas que la trasladaron a…
—Nérida —concluyó la frase Valeria.
Directo a la boca del lobo.


2

George quedó inconsciente. Valeria se asustó por la súbita quietud y apoyó la mano en el pecho de George para sentir su respiración. Luego trajo unas tijeras y le cortó la remera de Alissa White-Gluz. La herida era pequeña, redondeada y con bordes irregulares; tranquilamente cabía en ella el dedo meñique. Con cada exhalación, de la herida manaba abundante sangre con un borboteo oscuro y grumoso.  
Con mucho cuidado, Valeria le palpó la espalda.
—No hay orificio de salida. La bala sigue dentro.
—¿Se la podremos sacar?
Valeria negó con la cabeza.
—¿Qué pasó? —preguntó.
Le conté lo ocurrido en la oficina de Carvajal y el encuentro con Bialos. Obvié todo lo concerniente al claro y cómo había pensado por un momento que George había desaparecido; ya habría tiempo para ponerla al tanto de eso.
—George tuvo razón con él —gruñó Vale.
—Ya no es importante. Está muerto.
Valeria se asombró por la noticia. Le hablé del tipo de ojos raros, y también le expuse mi temor de que aparecieran de un momento a otro.
—No puedo creer lo que está pasando, Alan. Primero Curru, luego George. —Abrió grandes los ojos, asustada—. ¡Por Dios, Alan! ¿Y tu novia? ¿La encontraron?
—Bialos no mintió respecto a eso —aseveré—. Estaba allí, con Carvajal.
Valeria iba a hablar, pero George gimió y ella se sobresaltó.
—Voy por vendas y algo de alcohol —dijo—. Por lo menos trataremos de que no se le infecte.
Salió del living y la escuché rebuscar en el botiquín del baño. Me acerqué a la puerta cuando los sonidos cesaron y la vi apoyada en el lavamanos.
Lloraba.
—Vale… —murmuré.
Ella alzó la cabeza y me miró.
—Estoy bien —dijo. Pero no lo estaba. Ni siquiera había reaccionado al “Vale”—. Si me permites, me gustaría estar a solas.
—Claro.
Se acercó hasta la puerta y, antes de cerrarla, dijo:
—Sólo unos minutos.
—Claro —repetí.
Volví junto a George. Seguía inconsciente y eso era bueno.
—Todo va a salir bien —le dije, aunque incluso para mí sonó a mentira. Le tomé la mano. Sentía un nudo en la garganta—. No sé qué hacer —me sinceré—. De verdad no sé qué hacer. No soy un héroe, George, no tengo las fuerzas para llevar a cabo esta tarea. Y además…, tengo miedo. Sé que suena tonto, pero es verdad. Tengo miedo por ti, por Vale y por Jessy. Por ella más que nada.
»Nosotros ya estamos muertos, jugamos nuestras cartas creyendo que teníamos una buena mano y nos arrebataron el pozo. Pero ella recién empieza a barajar. ¿Entiendes lo que digo? Claro que no, ni siquiera me estás oyendo. Y supongo que es lo mejor, ni yo mismo entendí lo que quise decir con esa analogía sobre el juego.
Valeria salió del baño. Traía en sus manos una botella de alcohol y una caja de gasas. Se arrodilló frente a George, empapó una gasa con el alcohol y procedió a limpiar la herida.
Lo hizo con todo el cuidado posible. Y en lo que duró el procedimiento no pude dejar de pensar que el tiempo se acababa para George. Le había prometido que no le daría el libro a Carvajal y de verdad quería cumplir con mi palabra.
Sin embargo, dada la situación actual, y en vista de que el reloj corría, era necesario reevaluar lo del libro. Si era tan especial, tal vez tuviera una cura para George.


3

No me considero valiente. Tirarse de un trigésimo octavo piso no es de valientes, es de estúpidos. Claro que yo contaba con la ventaja de saber que no moriría, pero eso no es excusa.
Aun así, debía hacerme cargo de la situación. No tenía plan alguno y me sentía bien con eso. Cuando uno hace planes corre el riesgo de que si alguno de los pasos no se cumple todo se vaya al garete. Prefiero moverme por instinto e ir solucionando lo que se presente en el momento en que ocurra.
—Debo irme, Valeria. Tengo cosas que hacer.
—¿Irte? ¿Adónde piensas ir, Alan? ¡George está grave! ¡Hay que hacer algo!
—Es lo que pienso hacer —hablé lentamente, sin levantar la voz. Tenía tantas o más ganas de gritar que ella, pero no estábamos en una competencia para ver quién perdía el control primero. Si existía una posibilidad de salvar a George, debía moverme rápido—. Necesito que te quedes aquí con él y lo cuides hasta que vuelva. No tardaré, lo prometo.
Valeria había colocado varias capas de gasa en la herida procurando detener la hemorragia. No estaba dando resultado. Desde el lugar donde estábamos teniendo nuestra conversación, ya cerca de la puerta principal, podía ver que las gasas estaban teñidas de sangre.
Las manecillas del reloj seguían su curso. Ahora entendía aquella frase de que el tiempo es como arena entre los dedos.
—Voy a buscar el libro —le expliqué tomándola de ambos brazos y mirándola directamente a los ojos para captar su atención—. Tengo la esperanza de que en él haya alguna manera de salvar a George.
—No, Alan, no hagas eso. Ese libro es diabólico. Nada bueno saldrá de él, estoy segura.
Estuve a punto de decirle que yo seguía vivo gracias al libro, aunque resultara una ironía. Y ese pensamiento me llevó a otro.
—El libro sigue siendo importante, Vale, pero no sirve de nada si no hay alguien que lo sepa usar. —Sonreí—. Y conozco a la persona perfecta para eso.


lunes, 15 de agosto de 2011

La Cúpula, de Stephen King

Es una soleada mañana de otoño en la pequeña ciudad de Chester’s Mill. Claudette Sanders disfruta de su clase de vuelo y Dale Barbara, Barbie para los amigos, hace autostop en las afueras. Ninguno de los dos llegará a su destino… Una barrera invisible ha caído sobre la ciudad como una burbuja cristalina e inquebrantable…

Dale, veterano de la guerra de Iraq, ha de regresar a Chester’s Mill, el lugar que tanto deseaba abandonar. El ejército lo pone a cargo de la situación, aunque Big Jim Rennie, el hombre que tiene un pie en todos los negocios sucios de la ciudad, no está de acuerdo: la cúpula podría ser la respuesta a sus plegarias.

A medida que la comida, la electricidad y el agua escasean, los niños comienzan a tener premoniciones escalofriantes. El tiempo se acaba para aquellos que viven bajo la cúpula. ¿Podrán averiguar qué ha creado tan terrorífica prisión antes de que sea demasiado tarde?

He estado leyendo reseñas e impresiones en foros y blogs desde que ayer domingo, poco antes de medianoche, terminara La Cúpula (la novela que Stephen King tuvo en el tintero durante 30 años y que originalmente se titulara Los Caníbales), luego de siete días de ávida e imparable lectura, y me he encontrado con opiniones de todo tipo, muchas de las cuales ponen en entredicho varios de los aspectos de la novela.

Así que esto me lleva a pensar que a lo mejor mi opinión sobre la misma es muy parcial cuando digo que a mí me pareció, sin lugar a dudas, una novela impresionante. Tal vez gran parte de ello se deba a la historia personal que hay tras la lectura de la novela. Como ya comentara en una entrada anterior (Un año… y nada…) en la que me lamentaba por la tardanza en la llegada del libro a Colombia, hubo mucha expectativa por mi parte desde el momento mismo de su lanzamiento en USA en noviembre de 2009. Nunca en mi vida había esperado un libro con tantas ansias, excepción hecha del tomo final de La Torre Oscura, la obra magna de Stephen King.

Edición inglesa
Primero con profunda ilusión y luego con física rabia, la espera por la llegada del libro que todos parecían tener se volvió interminable. Y cuando hace poco más de una semana por fin pude tener el libro en mis manos, la sensación de plenitud por la terminación de la espera fue casi inexplicable. Como contaba en la entrada correspondiente (¡Calavera por fin tiene su maldita Cúpula!), tener el libro en mis manos me produjo una sensación casi de irrealidad. No podía dejar de mirarlo con cierta sorpresa, sobre todo por lo rápido que sucedieron las cosas ese día. Así que creo que luego de esperar el libro con tantas ansias, con tanta ilusión, durante casi dos años desde su publicación en USA, su disfrute se vio elevado a la máxima potencia.

El libro me atrapó y subyugó de una forma terriblemente adictiva. Durante los siete días que tardé leyéndolo, la historia, los personajes y el pueblo en sí ocuparon gran parte de mi mente en todo momento. Cada vez que me dedicaba un rato a realizar otras actividades, la adicción se hacía presente y me lanzaba una vez más a sus páginas… :D

La novela me fascinó. Es trepidante, sumamente ágil a pesar de sus 1130 páginas, con un ritmo frenético y avasallador que nunca para y que te hace sentir que no quieres soltarlo ni para ir a dormir. La cúpula misma pasa a un segundo plano a medida que avanza la novela, convirtiéndose tan sólo en una excusa para presentarnos lo que de verdad es importante en la historia: los personajes y las posiciones y reacciones que experimentan al verse completamente aislados del mundo exterior.

Y es aquí donde se presenta justamente uno de los elementos más relevantes de La Cúpula: ya en las primeras páginas Stephen King nos regala un listado de nada más que 64 personajes (además de 3 perros), una cifra que sencillamente lo deja a uno pasmado, aun más al descubrir que todos y cada uno (a pesar de que algunos puedan ser estereotipos conocidos de la obra de King) están magistralmente dibujados y que King los pone a interactuar de manera asombrosa. Y como si fuera poco, no todos los personajes que aparecen en la novela están relacionados en el listado, con lo que la cifra real llega al centenar. Para el lector, y para un escritor aficionado cualquiera, la cifra es apabullante.

Portadas de una edición especial
publicada en Inglaterra. 
A pesar de que hay otras novelas que también cuentan con muchos personajes (La Cúpula me recordó especialmente a La Tienda), en La Cúpula King no se preocupa por ahondar demasiado en ellos, sólo los dibuja con unas cuantas y certeras pinceladas, haciéndolos reales a nuestro ojo mental, y lleva la acción sin darnos el más mínimo respiro. A pesar de que la cifra (1130 páginas) parezca monumental al lector promedio, la verdad es que no se sienten en lo más mínimo. Para mí personalmente, se convirtió en una lectura sumamente amena. Tardé sólo una semana leyéndolo, y quedé con ganas de más.

Los tres primeros días leí un promedio de 115 páginas, pero luego perdí la cabeza con el libro: el cuarto día leí 150, y los tres restantes leí 200 páginas cada día.

Como dije anteriormente, la novela tiene varios aspectos que recuerdan a La Tienda, pero también a Apocalipsis, por la forma en que los personajes toman dos bandos (los buenos y los malos) luego de encontrarse en medio de una situación límite, y también a otra novela de la década de los 80’s que prefiero no mencionar para no dar ideas a quien no haya leído el libro. ;)

La Cúpula parece mezclar varios elementos de dichas historias, no obstante lo cual, mientras avanzas, sientes que el Maestro se superó a sí mismo una vez más… No hay duda de que este libro se codea con otros dos pesos pesados de su bibliografía, Apocalipsis e It, y que es uno de los mejores de los últimos 20 años.

Sobre el final se ha hablado mucho y se seguirá hablando. King tiene fama de cargarse siempre los finales y muchos dicen que esta no es la excepción. Por desgracia, desde comienzos de año me desvelaron una parte importante del final, es decir, el por qué o el origen de la dichosa cúpula. Recuerdo que rabié a más no poder, pero a pesar de ello el disfrute de la novela no mermó un ápice. Sí influyó, en cambio, en la manera de analizar ese final cuando por fin lo leí, porque ya estaba preparado para ello desde un comienzo, así que prácticamente no sabría decir si está bien o está mal.

Edición de bolsillo inglesa, con la
portada que lleva también la edición
DeBolsillo en castellano.
La recta final, eso sí, me pareció apoteósica. A pesar de que King ya nos diera algunas pistas desde mucho antes, no esperaba algo tan impresionante, y de esa manera el escritor de Maine nos regala uno de los pasajes más memorables y conmovedores de toda su carrera. Las páginas finales (las cuales contienen algunos elementos que aunque son acordes a su obra en general, van un poco en contravía con lo que se había desarrollado en esta obra en particular) están llenas de tensión, emotividad e intriga.

Sólo queda decir que el libro me dejó muy satisfecho, me dejó un gran recuerdo y muy buen sabor de boca… :’)

Un aspecto paralelo que me parece importante resaltar es que el mapa, aunque sirve de gran ayuda para saber dónde estamos parados (de hecho, imprimí uno a todo color para tenerlo a mano), tiene una gran falencia: algunos de los lugares que aparecen en él apenas si tienen protagonismo en la historia e incluso son mencionados de paso. Por el contrario, algunos que sí son relevantes, no son relacionados en el mencionado mapa.

Una de las ediciones publicadas en USA traía una baraja con una ilustración de varios de los personajes principales y una descripción de los mismos al respaldo. La verdad es que, aunque es un ítem bastante interesante, prefiero haber creado mi propia imagen de los protagonistas y no haber estado condicionado por las ilustraciones…

Confieso que ahora que terminé la novela siento un gran vacío. Un vacío terrible… Mientras me acercaba al final, pensaba que sólo una lectura de Apocalipsis (leí en dos veces La Danza de la Muerte, su versión recortada, pero hace muchos años) podría llenar ese inmenso vacío…

Esta mañana me levanté hasta un poco desanimado, nostálgico luego de la trepidante semana que pasé sumergido en sus páginas... De hecho, hace un rato cogí el libro y releí algunos pasajes, rememorando escenas y personajes que aún están grabados a fuego en mi cabeza... :')

Ilustración de la portada de la
edición polaca.
La Cúpula es un libro con el que te encariñas. Amas a unos personajes, odias a otros (con toda tu alma), pero ninguno te deja indiferente… Siento que no quiero leer nada en este momento (a pesar de que ya tenía varias lecturas en espera), el libro aún ocupa mi cabeza, y creo que no sólo es por lo bueno que es, por lo impresionantes y vertiginosas que son esas 1130 páginas, sino también porque esperé mucho por ese libro, con mucha ilusión y anhelo desde que viví los preliminares al gran lanzamiento en noviembre de 2009, cuando fueron desvelando poco a poco lo que sería la portada definitiva, por allá a comienzos de octubre…

Seguí de cerca la crónica de los amigos que estuvieron en USA en el lanzamiento y la firma de libros, dos de los cuales son ahora moderadores de TodoStephenKing; fui testigo del lanzamiento en España y de cómo todos se hacían con su ejemplar incluso el mismo día de su publicación; vi con tristeza su llegada a Argentina, luego a México y a otros países…; sufrí con mi espera, con mis infructuosas indagaciones en las librerías colombianas, e incluso llegué a odiar el maldito libro luego de tan impotente y desesperante espera…

Así que no es sólo el hecho de haber terminado una gran novela, una de las mejores de la carrera de Stephen King, mi escritor preferido, sino que también culminó una espera, una ilusión y una expectativa que duró casi dos años…

Es un sentimiento difícil de explicar… :’(

En fin… Espero recuperarme pronto, mirar hacia adelante, y empezar a leer otro libro! :)

El Maestro del Terror
Para terminar, y antes de que me ponga más nostálgico de lo que ya estoy, les dejo tres detalles curiosos:

Primero, que la historia parece estar ambientada en un futuro cercano. Teniendo en cuenta que el 21 de octubre, el día de la Cúpula, es sábado, probablemente la novela podría estar ubicada en el año 2017.

Segundo, que se menciona de paso la película La Niebla, basada en la novela corta de Stephen King.

Y tercero, que en un pasaje bastante perturbador de la novela, Georgia Roux, al ver algunos libros apilados en un rincón de la caravana de Sammy Bushey, le dice: “—¿Nora Roberts? ¿Sandra Brown? ¿Stephenie Meyer? ¿Lees esto? ¿No sabes que Harry Potter es el puto amo?”. Lo que pone de manifiesto la poca simpatía que el Maestro del Terror tiene por la autora de Crepúsculo, y la gran admiración y respeto que tiene por J. K. Rowling. XD

PD: Gracias a tod@s los que me soportaron durante este año y medio. :P




:)