Páginas

martes, 31 de diciembre de 2013

Los últimos que me dejó el 2013

Hola a tod@s!!! :)

Se nos va el 2013 y caigo en cuenta de que tengo varias entradas pendientes del apartado “Nuevas adquisiciones”, una sección que desde los inicios del Blog se volvió recurrente y en la cual siempre me ha gustado compartir mis nuevos hallazgos literarios, dedicando de paso algunas palabras sea al autor, al libro o a la edición. :)

En este caso las últimas adquisiciones más relevantes son estas dos joyas, ambos regalos que este servidor tuvo el placer de recibir:
  




Doctor Sueño, la última novela del maestro del terror, Stephen King, y con el cual completo nuevamente la colección del autor en castellano, fue regalo de mi novia. :D Una tremenda sorpresa que me regaló hace poco más de un mes y que ahora me encuentro leyendo. :)

Desde aquí, una vez más, gracias, amor!!!!! :)

El otro, La Batalla de la Colina de Jericó, quinto arco de la serie de cómics de La Torre Oscura, llegó a mis manos el pasado 24 de diciembre de parte de un gran amigo, Tulio Fernández, esta vez con el mote de Tulio Noel!!!! :D

Apenas lo podía creer cuando lo vi. Ahora la colección está más cerca de ser completa, y con lo que me encantan estos cómics no podría estar más contento!!!! :)

Una vez más, mil gracias, amigo!!!!

El otro lote lo componen mis compras de vacaciones:




Demonio de Libro, de Clive Barker: autor del que me ha gustado todo lo que he leído, y del que siempre es grato encontrar títulos teniendo en cuenta lo escasos que son. De este no he leído muy buenas críticas, pero estaba a muy buen precio y no lo podía dejar pasar. :P

El Pasaje, de Justin Cronin: una deuda pendiente tan grande como el mismo libro. :P Absolutamente todo el mundo habla bien de él, y a esta altura no lo he podido leer. Al encontrar una favorable edición de bolsillo, aproveché para hacerme con él. Espero sea una de las buenas lecturas de 2014. :)

La Sombra del Viento, de Carlos Ruiz Zafón: esta obra maestra, de un autor del que me habían dado muy buenas recomendaciones, ya fue leída y disfrutada, y tuvo su respectiva reseña, que pueden leer en esta entrada. ;)

Espero que el próximo año tenga más tiempo para leer (este año me dejó solo 15 títulos leídos :/ ), porque a veces parecen ser más los libros que consigo que los que puedo leer. XD

Los dejo con esta fabulosa galería de ilustraciones de Roland que cierran el quinto volumen de los cómics de La Torre Oscura, una recopilación impresionante de obras de diferentes ilustradores que me dejó sin respiración, y que quiero compartirles:












Feliz y próspero 2014!!!!! ;)



Premios Calavera 2013 (…A Un Gran Escritor)

¿Y quién soy yo para otorgar un premio?, se preguntarán muchos. :P

Pues bien, todo nació de un pequeño intercambio de reconocimientos entre blogueros por allá a mediados de 2011. Yo recibí el premio (junto con otros colegas) al “Blog más cool”, lo que a mi vez me daba el “derecho” a otorgar otros tantos. Para variar un poco, quise “personalizar” mi premio y crear algo que se dio en llamar “Premios Calavera”, que no es otra cosa que llegar y decir “Hey, me gusta lo que haces y quiero que lo sepas”. :)

Hace poco me di cuenta de que no hubo una edición 2012 de los “premios”, y se me ocurrió que estaría bien hacer algo antes de que terminara el 2013. Y esto, un reconocimiento a colegas escritoleros, fue lo primero en lo que pensé.




Ahora me encuentro con que me cogió el fin de año sin hacerlo, y quisiera saldar esa deuda y no dejarlo en veremos como tantas cosas que inevitablemente se nos quedan en el tintero al despedir un año.

Así que, sin darle más vueltas, quisiera dar un pequeño reconocimiento a cinco amigos que hacen algo muy bien y con lo que se han ganado un respeto y admiración que hoy les quiero expresar: escribir.

Ellos son:

Adrián Granatto, del blog Perdóname por escribir (hoy lamentablemente inactivo). Es un gran amigo y compañero de letras argentino al que hoy considero un hermano en la distancia, y con el cual he tenido el honor de llevar adelante un par de proyectos literarios que recuerdo con mucho cariño. Es tremendamente prolífico y sus relatos tienen un toque que los hace únicos.

Tulio Fernández, del blog Letras bizarras. Compatriota y gran amigo que desde que lo conozco se abre paso en el mundo de las letras con un vigor y un potencial que sé que algún día será reconocido como se merece. Sus escritos poseen una fuerza impresionante y un toque personal muy especial. Siempre lo he admirado y espero que más pronto que tarde vea su obra publicada.

Juan Esteban Bassagaisteguy, de The Juanito’s blog. Confieso que no he leído todo lo que ha escrito mi amigo argentino, pero todo lo que he leído me ha parecido formidable. Arrancamos juntos en los inicios de los talleres de El Edén de los Novelistas Brutos, época en la que nos contó haber retomado la escritura tras varios años. Pues enhorabuena para él y para los que hemos tenido el placer de leerle, porque sus letras son grandiosas.

Eloy Nogueira, del blog El Consultorio del Doctor. Mi amigo español, lector incansable, creo que también tiene multitud de escritos que no conozco, pero en la época en la que frecuentaba más Ka-Tet Corp. leí varios de sus relatos, y siempre me ha parecido que tiene una madera de escritor admirable. Juntos participamos en un proyecto titulado “Viaje a Maine”, y sus capítulos, con una prosa ágil, eran unos de los que más esperaba.

William Ernest Fleming, del blog Desde el abismo de mi mente. Este colega español, veterano compañero de Ka-Tet Corp., escribe como respira: todo el tiempo. Todo él exuda literatura, con ese ritmo incansable que lo caracteriza, y ha perseverado hasta ver su obra publicada. Mis más sinceras felicitaciones.

Desde luego, se me quedan en el aire como una docena, que espero sepan disculparme, con quienes he intercambiado impresiones muchas veces y para quienes también van mis felicitaciones por seguir adelante con esta difícil pero enriquecedora pasión que es la escritura.

Un cordial saludo a tod@s, y espero que el próximo año tenga muchas letras para compartir…

…Y espero salir de mi bloqueo también… :P


Saludos! 


sábado, 28 de diciembre de 2013

La Sombra del Viento, de Carlos Ruiz Zafón

“Un amanecer de 1945, un muchacho es conducido por su padre a un misterioso lugar oculto en el corazón de la ciudad vieja: El Cementerio de los Libros Olvidados. Allí, Daniel Sempere encuentra un libro maldito que cambiará el rumbo de su vida y le arrastrará a un laberinto de intrigas y secretos enterrados en el alma oscura de la ciudad.

La Sombra del Viento es un misterio literario ambientado en la Barcelona de la primera mitad del siglo XX, desde los últimos esplendores del Modernismo hasta las tinieblas de la posguerra. La Sombra del Viento mezcla técnicas de relato de intriga, de novela histórica y de comedia de costumbres, pero es, sobre todo, una tragedia histórica de amor cuyo eco se proyecta a través del tiempo. Con gran fuerza narrativa, el autor entrelaza tramas y enigmas a modo de muñecas rusas en un inolvidable relato sobre los secretos del corazón y el embrujo de los libros, manteniendo la intriga hasta la última página.”

Carlos Ruiz Zafón nació en Barcelona, España, el 25 de septiembre de 1964. Zafón —que dice que "siempre había sabido que quería ser escritor desde que tenía 5 o 6 años"— se educó en el colegio de los jesuitas de San Ignacio de Sarriá, después se matriculó en Ciencias de la Información y ya en el primer año le surgió una oferta para trabajar en el mundo de la publicidad. Llegó a ser director creativo de una importante agencia de Barcelona hasta que en 1992 decidió abandonar la publicidad para consagrarse a la literatura.

Comenzó con literatura juvenil: su primera novela, El príncipe de la niebla, la publicó en 1993 y fue un éxito: obtuvo el premio Edebé. Carlos Ruiz Zafón, que desde pequeño había sentido fascinación por el cine y Los Ángeles, usó el dinero del galardón para cumplir su sueño y partió a Estados Unidos, donde se radicó; pasó allí los primeros años escribiendo guiones al tiempo que continuaba sacando nuevas novelas. Las tres siguientes también estuvieron dedicadas a lectores jóvenes: El palacio de la medianoche (1994), Las luces de septiembre (1995) (estas, con su primera novela, forman La Trilogía de la Niebla que posteriormente serían publicadas en un sólo volumen) y Marina (1999).

Carlos Ruiz Zafón
La consagración como escritor superventas vino en enero de 2002, con la publicación de su primera novela 'para adultos', La sombra del viento, que Ruiz Zafón presentó al premio Fernando Lara 2000. No ganó, pero Ruiz Zafón quedó finalista y Editorial Planeta decidió publicarla a insistencia de Terenci Moix, uno de los miembros del jurado. Traducida a numerosos idiomas, la novela, cuya introducción en España fue en un principio difícil y lenta, se ha convertido en una de las obras españolas más vendidas en el mundo, con más de 10 millones de ejemplares.

El juego del ángel (2008) y El prisionero del cielo (2011) complementan la tetralogía de “El Cementerio de los Libros Olvidados”, de la cual está por publicar su cuarta y aparentemente última entrega.

Seguramente haya oído hablar de este escritor con anterioridad, pero cuando de verdad llamó mi atención fue en la Fiesta del Libro y la Cultura celebrada en Medellín el pasado mes de septiembre.

Entre los cientos de estanterías y las decenas de expositores, donde me di gusto caminando y curioseando como un niño en una juguetería en las dos o tres jornadas en que asistí, me topé con grandes pilas de ejemplares de un sello de la Editorial Planeta llamado “Booket”. A veces algunas cosas, entre ellas los libros, entran por los ojos, y las portadas de las novelas juveniles de Zafón llamaron mi atención. La promoción otorgaba un tercer libro completamente gratis por la compra de dos, y luego de leer las sinopsis y unos primeros párrafos bastante atractivos, tomé nota del autor. Más tarde pregunté a algunos amigos, y solo recibí buenas referencias.

Aun así, al final mi presupuesto me impidió hacerme con los ejemplares que quería, pero la espina quedó clavada.

Dos meses más tarde, en plenas vacaciones, finalmente me hice con un ejemplar de La Sombra del Viento, primera novela del ciclo del Cementerio de los Libros Olvidados, y bastó leer un par de páginas para darme cuenta de que había valido cada peso que invertí. Me sorprendí a mí mismo sonriendo desde un comienzo como no lo hacía desde mucho tiempo atrás y pensando para mis adentros, literalmente, “qué maldito cabrón tan talentoso”, en el buen sentido de la palabra, claro, y con todo mi respeto para con el autor.

Trilogía de la Niebla

 La prosa de Zafón me cautivó desde un comienzo. Es una maravillosa mezcla de una prosa que raya a veces en lo poético con una historia mágica que hechiza y atrapa desde un comienzo. La belleza de su narrativa, que goza de un dominio impresionante del lenguaje, hace que te sea imposible soltar el libro una vez comienzas.

Frases y pasajes como estos —como digo, en apenas dos páginas— son una muestra del talento narrativo de Zafón, que posee una cualidad especial para pintar lugares, momentos y personajes:

«Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados. Desgranaban los primeros días del verano de 1945 y caminábamos por las calles de una Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se derramaba sobre la Rambla de Santa Mónica en una guirnalda de cobre líquido.»

«Sólo recuerdo que llovió todo el día y toda la noche, y que cuando le pregunté a mi padre si el cielo lloraba le faltó la voz para responderme. Seis años después, la ausencia de mi madre era para mí todavía un espejismo, un silencio a gritos que aún no había aprendido a acallar con palabras»

«De niño aprendí a conciliar el sueño mientras le explicaba a mi madre en la penumbra de mi habitación las incidencias de la jornada, mis andanzas en el colegio, lo que había aprendido aquel día… No podía oír su voz o sentir su tacto, pero su luz y su calor ardían en cada rincón de aquella casa y yo, con la fe de los que todavía pueden contar sus años con los dedos de las manos, creía que si cerraba los ojos y le hablaba, ella podría oírme desde donde estuviese.»

« —Hay cosas que sólo pueden verse entre tinieblas —insinuó mi padre
blandiendo una sonrisa enigmática que probablemente había tomado prestada de algún tomo de Alejandro Dumas.»

Y esto es solo el comienzo. Un comienzo, repito, que cautiva desde un primer instante.

La Sombra del Viento es la historia de un amor trágico, es un relato de suspenso, misterio e intriga que por momentos hace gala de brotes cómicos de la mano de algunos de sus personajes, perfectamente pincelados además, pero también es la historia de un libro y su autor. Estos dos elementos, un libro misterioso parte de una obra casi inconseguible, y un autor desconocido cuyo pasado parece estar siendo borrado por un misterioso personaje que campa como una sombra por las páginas de la novela, son los que llaman la atención en un primer momento. Para aquellos amantes de los libros que ven en ellos más allá de un simple depositario de historias y hechos impresos, que los ven también como un objeto valioso, de culto, lleno de misterio y magia en sí mismo, pueden encontrar en este aspecto de La Sombra del Viento un atractivo especial, como fue mi caso.



Parte de mi pasión por la literatura está relacionada con el coleccionismo, y aquellas ediciones raras, escasas, aparentemente imposibles de conseguir y que con el tiempo se convierten casi en un mito, tienen para mí ese gran atractivo de la búsqueda y el sorpresivo encuentro, por lo que fue inevitable sentirme íntimamente ligado al misterio que corre tras el libro que Daniel Sempere, el protagonista, encuentra por azar en el Cementerio de los Libros Olvidados, un lugar inmenso lleno de recovecos, pasillos, puertas y estanterías interminables, cuyos rincones y pasajes parecen no tener principio ni fin.

A partir de la lectura del libro que encuentra en el lugar al que lo lleva su padre en esa inolvidable mañana de 1945, Daniel se ve arrastrado al misterio que envuelve a la obra, y comienza una búsqueda que le llevará años y en la cual irá encontrado el sentido de su propia existencia.

Historias dentro de historias dentro de historias, se tejen una tras otra de forma magistral a lo largo de las casi seiscientas páginas que componen el libro, en el cual el autor nos regala de paso una excursión por la Barcelona de la posguerra. Calles, pasadizos, caserones, librerías, bibliotecas, colegios y demás, son descritos con la belleza de una acuarela, al tiempo que, junto con el protagonista, somos llevados a través del corazón del misterio.

¿Quién es Julián Carax? ¿Por qué es tan difícil dar con su obra? ¿Quién es ese misterioso personaje que camina amparado por las sombras quemando cada ejemplar del autor que se cruza en su camino? ¿Cuál es la maldición que parece envolver cada lugar, cada persona vinculada con el pasado de Carax?

Estos son solo algunos de los interrogantes que surgirán a medida que la telaraña de hechos se sucede entre respuestas que generan más preguntas y extraños callejones sin salida.

Hace ya un mes y medio que había comenzado el libro, pero con la vuelta al trabajo apenas había podido leer. Esta semana pude retomarlo, y en apenas tres o cuatro días me devoré las 400 páginas que me faltaban. Solo el sueño hacía que me detuviera en una lectura que no quería soltar. Pasada la mitad del libro simplemente es imposible parar de leer, los cabos se empiezan a atar, y con sorpresa tras sorpresa todas las piezas del enigma comienzan a encajar. Una vez terminado el libro, con unas últimas líneas que me produjeron un escalofrío de emoción —cosa que rara vez sucede—, solo pude rendirme ante esta obra maestra, que sin duda alguna es de lo mejor que he leído.

Muy, pero muy recomendable. Y si queda alguna duda, les cuento que hasta el mismísimo Stephen King lo leyó y lo recomienda de la siguiente manera:

«Si alguien pensaba que la auténtica novela gótica había muerto en el siglo XIX, este libro le hará cambiar de idea. Una novela llena de esplendor y de trampas secretas donde hasta las subtramas tienen subtramas. En manos de Zafón, cada escena parece salida de uno de los primeros films de Orson Welles. Hay que ser un romántico de verdad para llegar a apreciar todo su valor, pero si uno lo es, entonces es una lectura deslumbrante.»




Espero más pronto que tarde poder acercarme a otras obras del español que con este primer libro se ha ganado mi respeto y admiración. :)

Y espero, cómo no, regresar al Cementerio de los Libros Olvidados…


lunes, 11 de noviembre de 2013

Fiebre Mundialista / Historias Insólitas de los Mundiales de Fútbol, de Luciano Wernicke

“Luciano Wernicke ha reunido en este libro sorprendente las curiosidades más divertidas e increíbles ocurridas durante las primeras dieciocho ediciones de la Copa del Mundo de Fútbol. Anécdotas hilarantes, récords y apasionadas hazañas que muestran el costado humano del “más popular de los deportes”.

Algunos de los relatos están relacionados con circunstancias imprevistas en el campo de juego, las tribunas o las concentraciones; otros cuentan hechos situados un poco más lejos de los estadios, para ayudar a comprender el contexto histórico en el que se desenvolvió cada torneo. Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol realiza un recorrido por cada una de las etapas mundialistas a través de los choques inolvidables, las figuras, los récords.

¿Es casualidad que hasta que el ojo de la televisión color “en vivo y en directo” cubrió todo el planeta la mitad de los campeonatos fue ganada por países anfitriones, y en otros dos torneos los dueños de casa llegaron cómodamente a la final? El fútbol de la Copa se detuvo entre 1939 y 1950 a causa de la Segunda Guerra Mundial, lógicamente; sin embargo la pelota y sus auspiciantes siguieron rodando en medio de otros conflictos también terribles, como la “Guerra de Malvinas”. Dos naciones que se desangraban en una punta del planeta estuvieron muy cerca de intercambiar banales pelotazos en una cancha “neutral”. Desde España 1982 en adelante, sólo una escuadra, Francia en 1998, alzó el trofeo de oro en su casa. A lo largo de los Mundiales, varios jugadores se negaron a abandonar la cancha a pesar de tener un hueso fracturado. Un talentoso mosquetero puso la belleza por sobre el resultado al “picar” un penal en una final, y al honor sobre la trampa al cabecear a un desleal rival lenguaraz. Un delantero prefirió morir a servir a la propaganda nazi, otro siguió jugando tras sufrir un infarto en pleno partido y un zaguero fue asesinado por defender su honestidad luego de haber cometido el pecado de marcar un gol en contra.

Un libro delicioso que nos divierte con historias que revelan aspectos desconocidos del gran evento que cada cuatro años tiene en vilo al mundo.”

Luciano Wernicke nació en 1969 en Buenos Aires, Argentina. Licenciado en Periodismo, actualmente trabaja en la Agencia Diarios y Noticias (DyN) y colabora con las revistas El Gráfico y Un Caño. Durante más de quince años fue profesor de Periodismo en el Círculo de Periodistas Deportivos, tarea que también desempeñó en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).


Luciano Wernicke


Ha publicado Curiosidades futboleras (1996), Curiosidades futboleras 2 (1997), Fútbol increíble (2001) (los tres ilustrados por Roberto Fontanarrosa), Nuevas curiosidades futboleras (2008), Historias insólitas de los Mundiales de Fútbol (2010) e Historias insólitas de los Juegos Olímpicos (2013).

Hace poco, en una entrada anterior, les contaba que mes y medio atrás resulté ganador de un concurso en la página de Facebook de Círculo de Lectores Colombia, y entre los libros que elegí me llegó este del argentino Luciano Wernicke que desde un comienzo me llamó la atención al verlo en el catálogo: Historias Insólitas de los Mundiales de Fútbol.

Aunque me gusta el fútbol y soy hincha ferviente del Atlético Nacional de la ciudad de Medellín, confieso que no sigo muy de cerca el desarrollo de cada partido, y solo observo por televisión los partidos más trascendentales del campeonato. También me gusta el deporte en general (especialmente el baloncesto además del fútbol), pero solo el certamen que cada cuatro años paraliza el mundo me apasiona profundamente. Los Mundiales de Fútbol siempre han ejercido en mí una fascinación muy grande, y sigo de cerca cada detalle de su desarrollo. Me veo completos cuantos partidos puedo y cada noche los respectivos resúmenes de la jornada. Aunque los Juegos Olímpicos es la fiesta del deporte por excelencia (nada más la última edición realizada en Londres contó con una histórica actuación para nuestro país), soy de la opinión de que los Campeonatos Mundiales no tienen igual.


El primer recuerdo que tengo es la fabulosa participación de Colombia en el Mundial de Italia 1990, donde la selección nacional consiguió su pase a Octavos de Final en un infartante partido con Alemania, que a la postre sería campeón (también fue la primera vez en que llené un álbum de láminas del Mundial :) ). Cada vez que veo el video no puedo evitar emocionarme y que se me erice la piel. Se jugaba el último partido del grupo y Colombia clasificaba a la siguiente fase con un empate en calidad de mejor tercero. El partido estaba 0-0 a pocos minutos del final, y todo el pueblo ya festejaba la clasificación. Y entonces, en el minuto 88 Pierre Littbarski marcó para los germanos. A través de la narración de los comentaristas se puede vislumbrar la desilusión y la tristeza de un país que soñaba con llegar a la siguiente instancia:




Entonces se hizo milagro. Corría el segundo minuto de adición. Era el último suspiro del partido cuando, luego de un infructuoso ataque alemán, Colombia comienza una jugada desde su propio campo. Tras varios toques entre Leonel Álvarez, Luis Alfonso “El Bendito” Fajardo, Freddy Rincón y Carlos “El Pibe” Valderrama, este último lanza un pase de fondo para Rincón que, mano a mano con el arquero alemán, lanza el balón por entre las piernas del guardameta. Corrían 92 minutos con 12 segundos del encuentro cuando se infló la red, y Colombia logró la gran hazaña… :’)

Cuatro años más tarde, con doce años, y mientras el mundial de Estados Unidos 1994 se acercaba, comencé a coleccionar unos fascículos que salían en el diario local El Colombiano y que recogían en cada número multitud de datos sobre la historia de los Mundiales, las participaciones de Colombia tanto en la máxima cita orbital (que hasta ese momento eran solo dos) como en las Eliminatorias, así como artículos sobre los equipos, las sedes y las figuras del Mundial que se avecinaba.


Finalizado el Mundial, el diario terminó la publicación con una portada
dedicada al tetracampeón, con la que yo mismo me encargué de
encuadernar los fascículos. 


Recuerdo que me devoré cada fascículo con avidez, y a esa temprana edad ya me sabía de memoria multitud de datos sobre los certámenes: sedes, campeones, subcampeones, goleadores, curiosidades, récords, entre otros. También en esta ocasión llené un álbum de láminas, que lastimosamente, al igual que el anterior, quedó con unas cuarenta faltantes.

Andrés Escobar (1967 - 1994)
Luego de la triste e inesperada eliminación de la selección en primera fase (que había jugado un papel histórico en las eliminatorias, quedando en primer lugar y terminando con un aplastante y sorpresivo triunfo sobre Argentina por 5 a 0 en Buenos Aires), y del doloroso asesinato de Andrés Escobar, “ajusticiado” salvajemente por un antisocial por haber cometido un autogol en el partido contra Estados Unidos, el entusiasmo se vio un poco mermado cuatro años después, en Francia, donde nuevamente la selección quedó eliminada en primera fase (y donde mi preciado álbum de láminas quedo vacío en unas tres cuartas partes…)

Más tarde vendrían las tres ausencias consecutivas de Colombia en los Mundiales (para mí Corea-Japón 2002 pasó sin pena ni gloria, tanto por la desilusión de no clasificar como por los complicados horarios), no obstante lo cual la pasión por este certamen siguió intacta…

Este fervor se ha visto nuevamente fortalecido tras la clasificación de Colombia después dieciséis años de ausencia. Más aún ahora que, gracias a su sólido rendimiento en el último par de años, ha quedado elegida como una de las ocho cabezas de grupo de Brasil 2014. La expectativa es mucha, y las ganas de que empiece a rodar el balón el próximo 12 de junio son altísimas.

En este contexto, donde además la pasión por completar los álbumes de los Mundiales se ha visto avivada, el libro de Luciano Wernicke ha resultado ser un regalo doblemente interesante y enriquecedor. Esta semana comencé a leerlo, y me enganchó de tal manera que lo leí en poquísimo tiempo (el sábado, por ejemplo, me leí 130 de las 260 páginas).




Comenzando con una breve prehistoria del fútbol, Wernicke pasa a hacer un recorrido exhaustivo por cada Mundial desde Uruguay 1930 hasta Alemania 2006, narrando con un estilo ameno y esmerado, además de algunos detalles sobre el contexto histórico de cada certamen, los hechos más curiosos e insólitos que acaecieron en cada uno, tanto dentro como fuera de la cancha. Ya en la sinopsis que encabeza esta reseña se pueden apreciar unas cuantas curiosidades, pero en verdad solo es un mínimo atisbo de lo que contiene el libro.

Lo que me he reído y sorprendido con los cientos de casos insólitos ha sido mucho. Realmente hay que tener el libro en las manos (y ser un apasionado del deporte, desde luego) para apreciar de verdad lo sumamente interesante y amena que es su lectura. Toda esa multitud de relatos, sumado a los conocimientos que ya tenía de antes sobre los Mundiales, hace que se aten gran cantidad de cabos, y que se vea bajo una nueva luz muchos hechos memorables y legendarios.

Marcos Coll
Para darles solo una muestra, aquí va un par de hechos curiosos:

En Chile 1962, el primer Mundial en que Colombia tuvo la fortuna de participar, la selección jugó tres partidos: el primero lo perdió con Uruguay por 2 a 1, el segundo con Yugoslavia 5 a 0, y el tercero resultó ser un "heroico" empate con Rusia 4 a 4 que pasaría a la historia. A los 11 minutos Colombia ya iba perdiendo por 3 a 0, y a los 10 del segundo tiempo, perdían 4 a 1. Todo indicaba que sería una derrota aplastante, pero entonces los colombianos parecieron ponerse las pilas y fueron con toda… Tanto así que faltando 4 minutos para el pitazo final, tras una remontada increíble, lograron empatar 4-4. Uno de esos goles fue justamente el primer y único gol olímpico de la historia de los Mundiales, anotado por Marcos Coll. :D

Aunque quedamos eliminados, todo el mundo felicitó a Colombia por ese partidazo que jugó ante los rusos. Estos tenían en la camiseta la sigla CCCP, que en su idioma significa “Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas”. Pero después del partido, varios diarios de Latinoamérica anunciaron de manera hilarante que lo que significaba era en realidad: "Con Colombia Casi Perdimos". :D

Buscando un poco en la web, encontré este impresionante video del acontecimiento:




Luego de verlo me llamó gratamente la atención el comentario de un usuario de nacionalidad chilena:

«Hoy que han pasado casi 50 años de aquel mundial, cuando converso con gente mayor que vivió aquí en Chile el mundial de 1962, todos recuerdan dos cosas: los triunfos de Chile y la hazaña colombiana… Incluso algunos de mucha edad me dicen: "Pero si Colombia también le ganó a Rusia…" Tan grande fue el impacto de lo que hizo Colombia que en Chile no lo pudieron olvidar más… tampoco al Caimán Sánchez, al Maravilla Gamboa y a Coll. (…) Toda Arica apoyaba a Colombia como se puede ver en el video; celebraban los goles como si fueran de Chile. No sólo eso sino que en todo Chile se celebró la hazaña colombiana como un auténtico triunfo. Colombia nos robó el corazón.»

Lev Yashin
Otra anécdota relacionada justamente con el arquero de esa selección de Rusia, el legendario Lev Yashin, conocido en todo el mundo como la "Araña Negra" debido a que su vestimenta era siempre de color negro, ocurrió en el partido que por cuartos de final disputó con el local Chile. Cuando el volante chileno Eladio Rojas logró que un potente remate desde treinta metros de distancia se convirtiera en gol, corrió muy contento a abrazar el arquero rival. Cuando después del partido le preguntaron por qué lo hizo, dijo que fue porque era un gran admirador de la “Araña Negra”, y no podía creer que le hubiera hecho un gol a su ídolo. XD

Como dije, esta es solo una muestra de la deliciosa lectura que es el libro de Luciano Wernicke, una joya que no puede faltar en la colección de ningún fanático del fútbol, y menos aún en la de ningún afiebrado de los Mundiales de Fútbol. ;)

La verdad es que he quedado con ganas de hincarle el diente a otras de sus obras, de las que me llama especialmente la atención el hermano del libro que he tratado en esta entrada: Historias Insólitas de los Juegos Olímpicos.


FIEBRE MUNDIALISTA


Esta entrada, además de ser la reseña del libro de Wernicke, curiosamente ha resultado ser una válvula de escape para muchas cosas que he querido expresar en los últimos meses en forma de entrada en el Blog, y que por diversas razones no había hecho. Llevaba un buen tiempo pensando en escribir algo sobre la pasión que en mí ejercen los Mundiales de Fútbol, algo que, como decía más arriba, se ha visto avivado en los últimos meses por la clasificación de Colombia y por una fiebre extra que parece haber regresado con fuerza este año: los álbumes de láminas. :)


Esta es mi colección hasta el momento. :)

Me ha resultado curioso que mientras escribía esta entrada me descubrí expresando muchas de las cosas que pensaba incluir en una entrada que ya visualizaba en mi mente con el título de “Fiebre Mundialista”, de modo que luego de pensarlo un poco decidí hacer dos entradas en una e incluir todo lo que quería compartir, tanto por lo antes mencionado como por la reseña en sí misma, en una sola publicación.

Así las cosas, realmente ya he dicho gran parte de lo que quería en la reseña como tal, por lo que solo me queda rematar esta entrada con algo que redondea toda esta pasión: los álbumes. :)

Como contaba más arriba, desde la edición de 1990 comencé a llenar los álbumes de láminas. Desde pequeño fue algo que siempre me entusiasmó, aunque cuando llegó el momento de llenar el álbum de Italia 1990 hube de conformarme con una edición diferente a la que mundialmente se reconoce como la mejor: la de Editorial Panini. No obstante, se trató de otra edición italiana muy buena:



Justamente me quedó faltando René Higuita... :/

Cuatro años más tarde, hice lo propio con una edición de Editorial Navarrete, que en Colombia comercializó Bavaria:





Y de igual forma en Francia 1998 (aunque este último quedó casi penosamente vacío):




En Alemania 2006 volví a las andanzas con otra edición hermosa de Navarrete, que esta vez sí completé. Como en esa época ya me hallaba trabajando, recuerdo que me di gusto comprando sobres de láminas a manos llenas de bolsillo mío (en anteriores ediciones dependía de mi madre). :P He aquí la edición, el primer álbum que pude llenar por completo:






Aunque también me compré uno de Panini (que siempre ha sido el más costoso), con algunas láminas para guardar de recuerdo:





En Sudáfrica 2010 me di el lujo de llenar el de Panini, que también quedó completo, incluyendo unas láminas especiales de Coca-Cola que venían al final:







En esa ocasión cumplí un sueño que siempre tuve de niño: en esos años, con escasas monedas en los bolsillos, mis amigos y yo mirábamos cómo el dependiente que nos vendía los sobres de láminas de los dibujos animados de turno (Caballeros del Zodiaco, Dragon Ball, Supercampeones, entre otros) sacaba de algún lugar especial cajas repletas de sobres, y siempre nos preguntábamos lo que sería tener una de esas completas, con sus cien sobres, para nosotros solos y destapar y destapar hasta llenar nuestros álbumes. En Sudáfrica 2010 cumplí ese sueño, y como un mocoso de doce años me di gusto con mi caja completa de cien sobres, destapando por más de una hora y disfrutando del momento.

En algunas cosas, siempre seremos niños… :)

Entonces, este año, algo curioso pasó: Panini lanzó un álbum de Camino al Mundial Brasil 2014, y varias aficiones parecieron mezclarse en mi cabeza. Por una parte, el gusto por el tema del que trata esta entrada, por otro lado lo mucho que me ha gustado desde pequeño llenar álbumes, y esto sumado a mi vena coleccionista (sobre todo en cuanto a la literatura se refiere) ha hecho que desee completar mi colección de álbumes de los Campeonatos Mundiales de Fútbol.

De modo que el Road To Brazil, que ya llené, fue solo el comienzo:





Más tarde, pude conseguir algunos de los mundiales que me faltaban, el mejor de los cuales sea quizá este de España 1982, que a pesar de carecer de portada (aunque tengo una impresa en alta calidad que aún no le he acondicionado), está lleno y en un estado general impecable:





También llegaron luego este de Francia 1998, al que le estoy consiguiendo las pocas láminas que le faltaban:




Y este de Corea-Japón 2002, que aunque está lleno, a decir verdad está en muy mal estado, por lo que quiero reemplazarlo por uno mejor próximamente:





Estos últimos los conseguí en las cercanías de las librerías de segunda mano de Medellín (España 1982 y Francia 1998) y en Mercado Libre (Corea-Japón 2002), y en una página de Facebook he conocido personas serias y aficionadas a esta pasión que me han ido ayudando a llenar algunos.

La verdad, no es lo mismo comprar un álbum lleno que llenarlo uno mismo poco a poco, pero a esta altura poco más se puede hacer. Aún quiero conseguir otros (me atrae mucho ahora el de México 1986), porque como sucede con el coleccionismo, como dice un gran amigo, «esto es un camino solo de ida». En lo personal, pienso que estos álbumes son verdaderos documentos históricos que con el correr de los años adquieren más valor. Por poner un ejemplo, es algo que no tiene precio ver las láminas de jugadores míticos como Michel Platini o Dino Zoff, o ver las de los legendarios Mario Alberto Kempes y Diego Armando Maradona en una sola página en el álbum de España 1982 (un álbum que tiene 31 años):




Como dato interesante, la gran editorial Panini comenzó la edición de los álbumes de los mundiales en 1970, con el Mundial celebrado en México, y lo siguió haciendo continuamente cada cuatro años. Los álbumes de Copas como las de Alemania 1974 o Argentina 1978 son verdaderas reliquias bastante cotizadas, que se pueden vender hasta por un millón de pesos colombianos (algo así como 500 dólares). En 1998, meses antes del Mundial de Francia, Panini editó un álbum especial titulado World Cup Story (Historia de los Mundiales de Fútbol), que compendiaba todos los certámenes celebrados hasta entonces, reproduciendo formaciones, escudos y afiches de los primeros ochos torneos, y luego las alineaciones completas de campeones y subcampeones a partir de México 1970 hasta Estados Unidos 1994.

Yo tuve la suerte de conseguirlo en aquella época, y de contar con la ayuda de mi mamá para llenarlo. Por eso lo he dejado de último, porque tiene un especial significado para mí, y es uno de los más valiosos de mi colección. Lo curioso es que nunca lo pude llenar. Me quedaron faltando apenas siete láminas.








Entonces, en el grupo de Facebook que les contaba, al que pueden pedir ser admitidos en el siguiente link (Panini Fútbol Colombia), conocí a varios coleccionistas, entre ellos un bogotano que, increíblemente, y con una buena fe de la que todavía estoy agradecido, me consiguió las láminas que me faltaban luego de haber comprado unas cajas llenas de sobres por internet. Todavía me cuesta creer que, después de quince años, lograra llenar este valioso álbum, que ahora se ha convertido para mí en un verdadero tesoro… :)


La lámina del italiano Roberto Baggio fue la última que pegué. :)


Ahora la ansiedad por el comienzo de la vigésima Copa del Mundo, Brasil 2014, crece a pasos agigantados, más ahora que nuestra selección va a regresar después de 16 años. Las ganas de comenzar a llenar el álbum, en el cual volveremos a ver laminitas de nuestros jugadores, es inmensa. :) Los sueños por mejorar la actuación realizada en Italia 1990 son más grandes que nunca…

Mientras tanto, para aliviar la espera, seguiré tratando de completar la colección. Y mientras llega la anhelada fecha en que veamos el debut de Colombia, hace varias semanas diseñé un contador que he ubicado en la parte superior derecha del blog, donde aparecen los días que faltan para que comience la cita orbital que pone al mundo a contener el aliento durante un mes…

Según el contador (que si lo quieres tener en tu blog o en tu página web basta con escribirme), quedan 213 días… ;)

213 días, y contando… :)




Un saludo a tod@s, y espero que les haya gustado la entrada.


;)