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viernes, 31 de enero de 2014

LA NIEBLA




Aún después de tanto tiempo, Frank seguía sin acostumbrarse a esa niebla pardusca que lo cubría todo. Desde que recordaba, esa bruma se cernía sobre el mundo como una espesa mortaja, y Frank se preguntaba a veces si no sería esa la razón del malestar que lo acompañaba en todo momento como un visitante indeseado.
Siguió pedaleando, procurando apartar esos pensamientos de su mente embotada.
Últimamente le costaba pensar, era como si armar una idea medio coherente en su cabeza le provocara jaqueca, de modo que se limitaba a pedalear con la mente en blanco a un ritmo constante. Suponía que ese extraño síntoma desaparecería con el tiempo junto con ese vago malestar.
La niebla le permitía un rango muy escaso de visión, por lo que cuando vio a los tres caminantes que se acercaban, estos ya se hallaban a escasos siete metros de distancia.
Experimentó un déjà vu. Ya se había cruzado con aquellos tres individuos con anterioridad. O bueno, quizá no fuesen los mismos, pero estaba seguro de que eran tres.
Tres hombres.
Tres siluetas que aparecían de repente, como unas improvisadas parcas que llegaban en medio de la bruma a sellar su destino.
Fue extraño: también este pensamiento le produjo un nuevo déjà vu.
¿Acaso había pensado en las parcas antes?
De pronto, como si esa sola visión hubiese conjurado algo en su interior, sintió una leve punzada en el pecho. Se llevó la mano derecha al corazón mientras sostenía el manubrio con la izquierda, y antes de que pudiera darse cuenta tenía a aquellos tipos en sus propias narices. Frank se abalanzaba inexorablemente al del medio, cuyo rostro apenas pudo distinguir en aquella penumbra naranja.
Sintió que sus párpados se cerraban como por instinto, pero incluso antes de que esto pasara, siguió de largo a través de aquella silueta que ni siquiera pareció inmutarse.
La bicicleta se zarandeó peligrosamente, y Frank llevó de nuevo su mano derecha al manubrio con el fin de estabilizarla. Cuando lo hizo, sintió una humedad en su palma. No tuvo que soltar el manillar para ver la mancha de sangre que cubría sus dedos. Inclinó su rostro y vio la herida de bala que sangraba en su pecho a través de la chaqueta deportiva. La observó un instante con cierto desapegado interés, y después desvió su vista hacia la ruta y siguió pedaleando.
Dejó su mente en blanco, y observó la niebla.
Esa niebla existía desde que recordaba. Un manto ora naranja, ora pardusco, que nunca daba tregua.
Se preguntó si sería eso la causa de su malestar.
No pasó mucho tiempo antes de que viera a los caminantes.
Eran tres, y Frank experimentó un déjà vu.
¿Acaso los había visto antes? No estaba seguro, pero creía que sí. No sabía si eran los mismos, pero no había duda de que eran tres.
Como las parcas.
Mientras se acercaba a las siluetas, Frank decidió que odiaba los déjà vu, así que puso la mente en blanco. 
Era mejor no pensar. Pensar le daba dolor de cabeza. 



viernes, 24 de enero de 2014

Casa Capitular Dune, de Frank Herbert

“Las Honoradas Matres se enfrentan, con sus terribles poderes, a la secular Bene Gesserit. Las Reverendas Madres, ocultas y fortificadas en su planeta Casa Capitular, intentan revivir el viejo orden que les dio su antiguo poder en todo el universo. Un ghola de Miles Teg está siendo adiestrado para superar incluso a su poderoso antecesor. La unión de Duncan Idaho y Murbella, cautivos ambos en la no-nave, puede arrojar luz sobre el traumático fenómeno de la Dispersión…

Sexta entrega de la extraordinaria saga Dune, esta novela, considerada la cumbre de la ficción científica contemporánea, abre insólitas dimensiones…”

Más de un año había pasado desde que terminara el quinto libro, Herejes de Dune, y ya era hora de adentrarme de nuevo en las fascinantes páginas de la saga creada por el legendario Frank Herbert.

A decir verdad, tenía al menos una docena de opciones de lectura para continuar, pero —y esto seguramente le ha pasado a muchos— simplemente el libro comenzó a “llamarme”, a atraerme, y no pude evitar zambullirme en la historia de Dune una vez más. Por otra parte, luego de quince meses, ya era más que justo, sobre todo sabiendo que se acercaba un momento álgido en la serie.

Tal como sucediera en el volumen anterior, leí las reseñas de los cinco primeros libros publicadas por mi amigo Eloy Nogueira, del blog El Consultorio del Doctor, quien ya se ha leído todos los libros publicados en castellano, y rematé ojeando las últimas páginas del volumen anterior. De esa manera, luego de ponerme a tono, la verdad es que comencé la novela con muchas expectativas y no poco entusiasmo.

Y es que Casa Capitular Dune tiene la particularidad de haber sido la última novela de la serie publicada por Frank Herbert, quien falleció poco tiempo después víctima de una embolia pulmonar mientras se recuperaba de una cirugía para curar su cáncer de páncreas. En cierta forma, es como si el libro representara un clímax no solo en la historia en sí, sino también en la vida del autor.

La sexta entrega de la saga comienza justo donde termina el volumen anterior.

La sangrienta guerra entre la Bene Gesserit y las Honoradas Matres se recrudece. La Bene Gesserit va sufriendo las bajas de sucesivos planetas a manos de sus antagonistas, mientras en Casa Capitular, sede central de la Hermandad, la Madre Superiora Darwi Odrade traza un plan que le permita librarse de la amenaza y a la vez asegurar el futuro de la Orden.

A medida que prosigue el proyecto de convertir el planeta en un nuevo Dune que pueda albergar a los gusanos de arena y, por ende, propiciar la creación de la codiciada melange, la Hermandad consigue, mediante la tecnología de los tanques axlotl, crear un ghola —algo así como un clon— de Miles Teg, el genio militar que fuera de vital importancia en los hechos acaecidos en Herejes de Dune, con el fin de hacer uso de sus inigualables conocimientos militares y contar con una buena baza en la guerra contra las Honoradas Matres.

Mientras tanto, en la no-nave en que escaparon de Rakis, el ghola y ahora Mentat Duncan Idaho, la Honorada Matre Murbella, y el último Maestro Tleilaxu, Scytale, permanecen cautivos a la espera de que la Hermandad decida el papel que todos han de jugar en la batalla. Duncan va mejorando sus poderes Mentat, mientras Murbella va siendo adiestrada por la Hermandad, adhiriendo sus nuevos conocimientos a su preparación aprendida de sus anteriores hermanas.

A varios kilómetros de allí, Sheeana, la misteriosa joven que logró dominar a Shai-Hulud, el gigantesco gusano de arena, sigue de cerca la evolución del nuevo desierto, mientras espera ansiosa la aparición de los nuevos especímenes.

Como siempre, cualquier cosa que diga es poco para resumir las connotaciones que alberga esta historia, para dar una idea de la profundidad y magnitud de los hechos que allí suceden, para describir las sensaciones que deja su lectura. Herbert fue un maestro, con todas las letras. Un pensador que dejó plasmada toda su sabiduría en los tomos de la saga cumbre de la ciencia ficción. Aunque, en mi opinión, es mucho más que una historia de ciencia ficción. En Dune hay un estudio profundo del ser humano, de su evolución, de su desarrollo, es un tratado sobre política, religión, filosofía, y por si ello fuera poco Herbert crea desde cero todo un ecosistema nuevo y coherente que desde un comienzo nos deja estupefactos y maravillados. Cada párrafo hace gala de una maestría que si bien a veces se nos antoja un poco enrevesada, destila un virtuosismo que nos subyuga.

Todavía recuerdo cómo me atrapó el primer libro, y aunque siempre será mi favorito, este que recién termino está casi a su altura. Realmente es difícil de describir, pero en este momento me sugiere un gran tablero de ajedrez en el que Herbert va moviendo poco a poco sus fichas, a veces lentamente y sin mostrar su verdadero juego, para que al final, tras una serie de jaques supremamente sorpresivos, nos regale un desenlace que siempre nos deja con la boca abierta.

Siendo este el último libro que publicó de la serie, siento como si hubiera llegado a una esperada meta, pero la verdad es que el final de Casa Capitular Dune deja multitud de interrogantes que, afortunadamente, su hijo logró desenmarañar veinte años después en un par de libros (Cazadores de Dune y Gusanos de Arena de Dune) basados en los cientos de folios y notas que dejó su padre antes de su muerte, y en los que estaba construido todo el esquema de lo que sería el desenlace épico de la serie: Dune 7.




Me ha dicho un par de veces mi amigo Eloy Nogueira que lo mejor es leer las otras dos trilogías (Preludio a Dune y Leyendas de Dune) relacionadas con la saga central antes de acometer la lectura de Cazadores de Dune y Gusanos de Arena de Dune, pero la verdad es que en este momento me muero por proseguir con el séptimo libro y saber cómo sigue la historia. :D

En fin, ya veremos…


:)


domingo, 12 de enero de 2014

Theodore Boone: Joven Abogado, de John Grisham

“Theodore Boone es un chico de trece años con las ideas muy claras: va a ser abogado. Ya conoce todos los pormenores de la vida judicial de su pequeña ciudad, Strattenburg, y espera con ansia el día en que podrá subirse a un estrado. Pero ni en sus mejores sueños hubiera podido imaginar que se vería involucrado en el llamado juicio del siglo… ¡antes siguiera de acabar el instituto!

No hay suficientes pruebas para condenar al rico golfista Peter Duffy por el asesinato de su esposa; pero Theo cuenta con un testigo que puede cambiar el curso de los acontecimientos. Solo hay un problema: un inviolable pacto de silencio le impide llevarlo a los tribunales…”

Segundo de cinco hermanos, John Ray Grisham nació en Jonesboro, Arkansas (USA) el 8 de febrero de 1955. Su padre trabajaba como empleado de construcciones y cultivaba algodón. Después de varias mudanzas, la familia se estableció en 1967 en la pequeña ciudad de Southaven en Misisipi. Alentado por su madre, el joven Grisham era un ávido lector, especialmente influenciado por el trabajo de John Steinbeck, cuya escritura clara admiraba. En 1977, Grisham obtuvo un bachillerato en contabilidad en la Universidad Estatal de Misisipi. Mientras estudiaba allí, el autor llevó un diario, una práctica que más tarde lo ayudaría en su trabajo creativo.

Tras obtener su título de Doctor en Derecho de la Escuela de Derecho de la Universidad de Misisipi en 1981, se dedicó al Derecho general alrededor de una década en Southaven, donde se cansó del Derecho penal y cambió al Derecho civil. En 1983, fue elegido para la Cámara de Representantes de Misisipi, sirviendo hasta 1990.

John Grisham
En 1984 en la corte de Hernando, Misisipi, Grisham presenció el terrible testimonio de una víctima de violación de sólo doce años. En su tiempo libre y como afición, Grisham empezó a trabajar en su primera novela, en la que exploraba qué hubiese sucedido si el padre de la víctima hubiese asesinado a sus agresores. Ocupó tres años en la escritura de Tiempo de matar terminándolo en 1987. Inicialmente rechazado por varias editoriales, fue comprado por Wynwood Press, que realizó una modesta impresión de 5.000 ejemplares y lo publicó en junio de 1988.

Al día siguiente de terminar Tiempo de matar, empezó a trabajar en otra novela, la historia de un joven abogado atraído a un aparentemente perfecto bufete que no era lo que parecía. Esa segunda novela, La tapadera, se convirtió en el libro más vendido de 1991. A partir de allí, Grisham continuó produciendo al menos un libro por año, muchos de los cuales fueron bestsellers. Hoy en día es el novelista norteamericano más vendido de la historia, con unos 250 millones de ejemplares vendidos.

El primer libro que leí de John Grisham fue El Testamento, por allá a comienzos de 2001, un thriller judicial con toques de aventura que me atrapó desde la primera página. En esa época todavía tenía la costumbre de explorar las estanterías de las bibliotecas en busca de algo que me llamara la atención. Sucede que con el tiempo uno ya conoce cierta cantidad de autores y tiene más o menos claro qué es lo que quiere leer, o bien va escuchando sugerencias o absorbiendo comentarios sobre autores u obras. En ese entonces simplemente iba a la biblioteca y exploraba la estantería. Así fue como descubrí a Grisham.

Esa primera novela me encantó, y con el tiempo se convirtió en uno de mis autores preferidos, leyéndome en un periodo de tres años siete de sus novelas: El testamento, El socio, El jurado, La hermandad, Causa justa, Legítima defensa y La granja, solo el último de los cuales no tenía a un abogado como protagonista —que también fue el único que no me gustó en demasía—. Todos sus thrillers me atraparon y me tuvieron pegado a sus páginas. Recuerdo especialmente El Socio como uno de los que más me gustó.

Sin embargo, por esas cosas de la vida, dejé de leer sus novelas y me enfrasqué en otros temas, y siempre que alguien lo mencionaba lo recordaba con agrado y me decía a mí mismo que debía volver a leer algo de él.

Pues bien, se llegó el día y hoy me sorprendo al descubrir que hacía exactamente diez años desde la última novela que leí del gran John Grisham. Y el regreso a sus letras ha resultado algo realmente grato y a la vez diferente. Se trata de Theodore Boone: Joven Abogado, la primera incursión del autor en la narrativa juvenil. :)

Hace poco gané un concurso del Círculo de Lectores donde me hice acreedor a una suma de dinero en libros. Al ver lo que tenía para escoger, no dudé en hacerme con este libro, y ha sido muy, pero muy grato volver a leer algo de este autor que siempre me gustó tanto.

Como dice la sinopsis, Theo Boone es un chico que quiere ser abogado. Sus padres lo son, su tío también, y en lugar de pasar las tardes jugando al béisbol o compartiendo con sus amigos, Theo disfruta enormemente visitar los tribunales, siguiendo de cerca los casos que más le llaman la atención, observando a los ajetreados personajes trajeados que deambulan de aquí para allá, aprendiendo de todo un poco y granjeándose no pocas amistades. A su edad es todo un experto en el tema y sus compañeros del colegio no dudan en acudir a él cuando tienen algún problema (por ejemplo, un chico le consulta qué hacer para que a sus padres, actualmente sin trabajo, no les embarguen la casa; otro acude a él porque su hermano fue arrestado por posesión de drogas y no sabe qué hacer para que no termine en la cárcel). Realmente es muy entretenido ver cómo Theo va por todas partes, montado en su bicicleta, ayudando a sus compañeros o investigando por su cuenta casos de actualidad.

El argumento central comienza a desarrollarse cuando un hombre es acusado del asesinato de su esposa, lo que lleva a lo que en el pequeño pueblo de Strattenburg es denominado “el juicio del siglo”. Theo, desde luego, no quiere perderse el más mínimo detalle, siguiendo día a día los pormenores, e incluso ayudando a su profesor de Gobierno a conseguir puestos de preferencia en una de las jornadas para presenciar el juicio.

Debido a su fama de chico abogado, termina enterándose de algo que podría ser crucial en el veredicto final del jurado, pero una promesa irrompible le impide revelar la identidad del testigo…

La novela, de apenas 230 páginas, se lee rápido. Es muy amena, interesante, y las andanzas del “joven abogado” son realmente muy entretenidas. Aunque esperaba algo diferente del final, me ha gustado mucho, y me ha gustado aún más leer de nuevo algo de Grisham. Esa mezcla de literatura juvenil con thriller judicial es verdaderamente genial. :)

Mientras investigaba un poco para la realización de esta reseña, descubrí con sorpresa que las aventuras de Theo Boone se han convertido en una serie de novelas que al día de hoy totalizan cuatro publicaciones:

Theodore Boone: Joven abogado (2010)
Theodore Boone: El secuestro (2011)
Theodore Boone: El acusado (2012)
Theodore Boone: El activista (2013)

La serie cuenta incluso con su propia página web: www.theodoreboone.com. La verdad es que me apuntaría sin dudarlo a leer los otros libros de la serie.

En suma, una novela muy recomendable de un autor que nadie puede dejar de leer.

;)



lunes, 6 de enero de 2014

Doctor Sueño, de Stephen King

“Stephen King vuelve al mundo de El Resplandor, una de sus novelas más queridas y emblemáticas.

Ahora Danny Torrance, aquel niño aterrorizado del Hotel Overlook, es un adulto alcohólico atormentado por los fantasmas de su infancia. Un día se siente atraído por una ciudad de New Hampshire, donde encontrará trabajo en una residencia de ancianos y donde se apuntará a las reuniones de Alcohólicos Anónimos. En ese lugar le llega la visión de Abra Stone, una niña que necesita su ayuda. La persigue una tribu de seres paranormales que vive del resplandor de los niños especiales. Parecen personas mayores y totalmente normales que viajan por el país en sus autocaravanas, pero su misión es capturar, torturar y consumir a estos niños. Se alimentan de ellos para vivir y el resplandor de Abra tiene tanta fuerza que les podría mantener vivos durante mucho tiempo.

Danny sabe que sin su ayuda Abra nunca conseguiría escaparse de ellos; juntos emprenderán una lucha épica, una batalla sangrienta entre el Bien y el Mal, para intentar salvarla a ella y a los demás niños que sacrifican.”

Hace mes y medio, como contara en esta otra entrada, mi novia me regaló la última novela del Maestro del Terror, un presente muy especial del que aún le estoy agradecido y que venía aderezado además con el hecho de ser el ítem con que nuevamente completo mi colección en castellano del autor de Maine. :)

Hace una semana lo comencé y, puesto que ahora me encuentro sin trabajo, pude leerlo tan rápido como me gusta, a razón de unas cien páginas por día, devorando la historia con avidez. Anoche lo terminé, y la primera sensación es un gran “sabor de boca” por haber leído una historia llena de tensión, acción, terror, fantasmas y no pocos conocidos personajes de la obra de King. Y es que esta, su última novela, lleva el peso de ser nada menos que la secuela de uno de los grandes clásicos del escritor: El Resplandor.

Principalmente recordada, para bien o para mal, por la adaptación cinematográfica de Stanley Kubrick, El Resplandor cuenta la historia de Danny Torrance, un niño con un insólito talento, una especie de sexto sentido, cuyo padre (interpretado en la película por el inolvidable Jack Nicholson) los lleva a él y a su madre a pasar una temporada en el Hotel Overlook, donde hará las veces de cuidador del hotel en el momento en que el invierno se cierne sobre la región y las puertas se cierran al público. Al comienzo todo transcurre con normalidad, pero Jack Torrance, en cierto modo vulnerable por el consumo de alcohol y en medio del profundo aislamiento, será presa de los fantasmas que habitan el inmenso hotel (que el pequeño Danny, gracias a su resplandor, percibe desde un comienzo), y no pasará mucho tiempo para que se convierta en un peligro para su propia familia.

La película de Kubrick pasó a la historia y ahora es un clásico del cine de terror, en gran parte gracias a la actuación formidable de Nicholson, y hoy en día los personajes, los escenarios y muchos momentos del film son íconos indelebles del género. Pero, la verdad sea dicha, como adaptación de la novela es un completo desastre.

Stanley hizo lo que le dio la gana con la historia, dándole otro trasfondo y tergiversando el mensaje que King quiso expresar. Este último nunca estuvo a gusto con lo que hizo el aclamado director, y aún hoy no duda en decirlo a los cuatro vientos. En 1997 se estrenó una miniserie dirigida por Mick Garris y con guión del propio Stephen King, que tenía como plus haber sido filmada en el Hotel Stanley, el mismo en que se basó el autor para escribir su obra. Yo no he tenido el placer de verla, pero dicen los que la han visto que, irónicamente, sucede todo lo contrario que con la película: es decir, en este caso la adaptación es sumamente fiel (King, como dije, escribió el guión), pero es una miniserie lenta y aburrida. Habrá que verla, por supuesto, para valorarla nosotros mismos.

La única conclusión determinante, a fin de cuentas, es que si quieres conocer la historia original antes de adentrarte en las páginas de Doctor Sueño, más vale olvidarte de las adaptaciones y leer la novela. Allí está la verdadera historia.

Partiendo de eso, y aunque leí El Resplandor hace unos diez años (y, sinceramente, nunca ha sido de mis favoritos), Doctor Sueño me ha parecido una digna continuación.

La novela inicia retomando algo de los hechos que sucedieron al final del primer libro, y nos muestra a un Danny de unos ocho o diez años que se encuentra siendo visitado de nuevo por algunos de los seres que los aterrorizaron años atrás. En esos primeros capítulos entrará en escena un conocido y entrañable personaje que, junto con Danny, nos regala unas escenas que personalmente me gustaron mucho. No quiero entrar en detalles sobre ese punto para no estropearle a nadie la sorpresa.

Más adelante vemos a un Dan Torrance ya adulto que, muy a su pesar, ha caído en el mismo vicio que llevó a la perdición a su padre: el alcohol. Trabaja en empleos de poca monta que no le duran mucho y va de aquí para allá ahogando sus carencias en licor. Luego de tocar fondo decide ir al norte en busca de nuevos aires, y es allí, en un pequeño pueblo de New Hampshire, donde conocerá nuevas personas que le ayudarán con su adicción y que además le proporcionarán un empleo para rehacer su vida.

Es en este punto donde entra en acción la otra protagonista del libro, Abra Stone, una niña con un poder similar al de Dan pero muchísimo más inmenso. No pasará mucho tiempo para que sus facultades atraigan la atención de unos seres que se hacen llamar a sí mismos “El Nudo Verdadero”, criaturas centenarias que viven del resplandor de las personas y que están dispuestas a hacer lo que sea para conseguir su sustento. Con la apariencia de personas comunes y corrientes, viajan de aquí para allá a través del país en sus autocaravanas, asesinando niños y robándose su vapor, como ellos lo denominan. El poder que posee Abra podría no solo alimentarlos por mucho tiempo sino significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Además de tocar el tema de la adicción al alcohol, que marcó al propio King y a quien esta novela seguramente le ha servido para expresar una serie de cosas que quería decir al respecto, Doctor Sueño, en mi opinión, retoma el tipo de novelas por las que más se dio a conocer: personajes con extraños talentos que inevitablemente son arrastrados a enfrentarse a sus antagonistas en una carrera de hechos que llevará a una confrontación final, marca registrada del escritor de Maine. Se me ocurren en este momento novelas como Carrie, Ojos de Fuego, La Zona Muerta, Apocalipsis, Insomnia, Corazones en la Atlántida, Cazador de Sueños, que, muy a grandes rasgos, conservan una línea similar. En ese aspecto, Doctor Sueño me ha gustado mucho, y me he sentido leyendo un King “de los viejos tiempos”, puesto que, en mi opinión, sus últimos libros (Todo Oscuro, Sin Estrellas, La Cúpula, Blockade Billy, 22/11/63, El Viento por la Cerradura, Joyland) transcurren por derroteros muy diferentes.

Aparte de eso, King cada día escribe mejor. En sus últimas obras se nota una madurez que no se debe necesariamente a su edad, sino al hecho de llevar a cuestas una gran carrera como novelista (con sus respectivos altibajos, claro), y en la que demuestra novela tras novela que puede seguir mejorando y que lo está haciendo, y que aún tiene mucho para ofrecer, por lo que sus seguidores, desde luego, decimos gracias, sai. ;)

Algunos han criticado la novela diciendo que llega demasiado lejos con el tema de lo sobrenatural, incluso siendo algo de King, pero aunque el tramo final me ha parecido un pelín enrevesado y rápido, en general he disfrutado como un enano con la lectura y ha sido genial ver de nuevo a personajes que conocimos mucho tiempo atrás. La historia es muy amena, se lee muy rápido y nunca decae. Hubiera querido saber un poco más de la historia del Nudo Verdadero y de los años siguientes en la vida de Danny y Wendy Torrance tras los hechos de El Resplandor, pero en suma he quedado muy satisfecho. :)

¿Es necesario leer El Resplandor para poder leer Doctor Sueño? Diría que no, pero es posible que esta última novela te estropee algunos hechos importantes de la primera.


Los dejo con algunas ilustraciones geniales pertenecientes a ediciones limitadas publicadas por la editorial Cemetery Dance: