Me pasó hace casi once meses, y en su momento me dejó tan marcado, que ese mismo día, 5 de febrero de 2010, lo puse por escrito.
En medio del relato hay un segmento que habla sobre el surgimiento del género del Metal en Medellín, Colombia, que aunque parezca que nada tiene que ver con la historia principal, sí es muy importante para entender lo que pasó, además de ser interesante por sí mismo.
En honor a la verdad, no quiero que me vuelva a pasar. :|
PESADILLAS Y ALUCINACIONES
1
Anoche tuve una de las pesadillas más aterradoras de mi vida, de las que sólo he tenido otras tres o cuatro en mis veintiocho años. No de esas en que te despiden del trabajo para luego descubrir que tu novia te terminó; tampoco de esas en que estás haciendo una exposición frente al salón de clase y descubres que estás desnudo. No, no se trata de ese tipo de pesadillas o malos sueños. Hablo de PESADILLAS, así en mayúsculas. De esas en que sientes la presencia de algo demoniaco, el acecho de una entidad malévola que trata de apoderarse de ti, hasta el punto de hacerte perder la razón… o incluso tu alma. Siluetas fantasmagóricas vislumbradas en la oscuridad de tu propia habitación, que te hacen sentir la vulnerabilidad del ser humano frente a los seres de otro mundo, esos que nunca vemos pero que están ahí, observando, esperando, penando, atormentados por haber quedado en un limbo eterno entre los dos mundos. Hablo de este tipo de pesadillas.
2
Anoche me fui a la cama temprano, alrededor de las nueve y cuarenta minutos de la noche. Como todas las noches me acosté escuchando música en el equipo de sonido que permanece al pie de mi cama. Este se halla conectado a mi reproductor de DVD, pues hace poco salvé toda la música que tenía en el trabajo en 13 discos de DVD, y fue precisamente uno de estos, a los que le caben aproximadamente 600 o 700 canciones, el que se hallaba aún sonando cuando desperté de nuevo a eso de las 12:30 de la madrugada. Hacía un calor agobiante, algo nada raro por estos días, y después de permanecer despierto unos quince minutos, decidí poner un documental que me entregaron hace poco. Ya lo había escuchado una vez, pero es una historia que me interesa tanto que la reproduje de nuevo, mientras intentaba conciliar otra vez el sueño.
3
El documental en mención habla de surgimiento del movimiento del Metal en la ciudad de Medellín a mediados de los años ochenta. Este movimiento es unos de los más representativos y míticos de Latinoamérica e incluso del mundo. Bandas que empezaron desde cero, con guitarras “hechizas” y baterías ensambladas de forma precaria, gracias a los pocos recursos que se tenían en una época en que reinaba la pobreza y la incertidumbre. Bandas que a fuerza de ganas de salir adelante terminaron convirtiéndose en leyenda y luego en mito.
De aquella época las bandas más relevantes fueron Parabellum y Reencarnación, que gracias al trabajo de Mauricio Montoya, alias “Bull Metal”, por darse a conocer mundialmente, llegaron a ser escuchadas en el círculo del underground mundial. Era un sonido duro y extremo que dio en llamarse Ultra Metal o Metal Medallo. Este sonido, nacido en la ciudad de Medellín, llegó a ser una de las influencias más grandes de lo que más tarde se llamó Black Metal, la tendencia más extrema y oscura del metal, que tuvo su foco más importante en el país noruego, donde bandas legendarias como Mayhem, Inmortal y Dark Throne, llevaron su ideología más allá de las fronteras de la música. Es así como se crea en Noruega el llamado Inner Circle o Círculo Interno, en el que las bandas mencionadas, entre otras, crean una especie de sociedad secreta marcada por la adoración a Satanás y el odio hacia el orden establecido, en especial hacia todo tipo de institución religiosa. Las surgentes bandas de Black Metal debían probar la autenticidad de su ideología para ser aceptadas en el Círculo.
En este marco, la internacionalización del Metal Medallo había evolucionado considerablemente. El intercambio de música entre bandas de Medellín y de toda Europa estaba a la orden del día. De esta manera, y para sorpresa de todo el mundo hasta el día de hoy, bandas míticas como los blackeros Mayhem, e incluso los conocidos Kreator, empezaron a mencionar a las bandas Parabellum y Reencarnación como una de sus más importantes influencias. El Ultra Metal, nacido en Medellín, empezó a llamarse entonces a nivel mundial Black Metal.
Mientras tanto, iniciada ya la década de los noventa, en Noruega las cosas empezaban a ponerse “pesadas”. Las bandas de Black Metal pertenecientes al Círculo, iniciaron un ataque directo a la religión con la quema de iglesias, algunas de las cuales databan de la Edad Media. En el lapso de una par de años se quemaron alrededor de 25 iglesias en el país nórdico.
Esa actitud extrema empezó a verse reflejada en la ciudad cuna del Black Metal, Medellín. Los movimientos metaleros empezaron a sectorizarse. Sorprendentemente, en esa época muy pocos metaleros escuchaban Heavy Metal, e incluso Thrash Metal. Es así como la escena se dividió entre los que escuchaban Black Metal y los que preferían el Death Metal, un género casi igual de extremo, pero marcado ya no por la influencia satánica sino por la muerte y la violencia. Es entonces cuando se empieza a hablar de un “Noruega chiquito”.
Por supuesto, tarde o temprano, el crimen y la violencia es castigado, y el Círculo noruego se rompe. Muchos son detenidos, otros asesinados y el líder más visible, el vocalista de la banda Mayhem, se suicida con un disparo de rifle en la cabeza. A lo mejor esto se ve reflejado en Medellín, donde las bandas empiezan a madurar más y los intereses vuelven a estar más enmarcados en la música que en cualquier otra cosa.
En este punto, como una especie de epílogo, el documental termina exaltando la labor de las bandas que han trascendido en el tiempo y son ahora un ejemplo a seguir, no sólo por las agrupaciones nacionales, sino también internacionales.
4
El documental terminó aproximadamente a la 1:45 de la madrugada, sobreviniendo un silencio que a esa altura de la noche era de agradecer. Era hora de dormir de una vez por todas, pero quizá el calor o la mente exaltada me provocaron un insomnio que se extendió hasta casi las tres de la mañana.
Fue entonces cuando el equipo de sonido comenzó a sonar de nuevo. Las voces de los protagonistas que vivieron de primera mano la historia volvieron a llenar mi habitación. El sonido de las grabaciones musicales de aquella época servía de trasfondo no sólo al documental, sino también a ese estado febril en que me encontraba, a lo mejor producto del intenso calor. Las voces parecían superponerse unas sobre otras mientras yo me devanaba los sesos intentando explicarme en qué momento y por qué demonios el equipo de sonido había empezado a funcionar de nuevo. Las pequeñas luces del aparato refulgían con un brillo enfermizo que bañaba mi habitación. Intenté detener el equipo, las luces se apagaron, pero las voces seguían con su letanía psicodélica. Era ya un galimatías en el que no entendía una palabra.
En ese momento reparé en que mi cama, de alguna manera, se había movido. Había hecho un giro de noventa grados, por lo que la cabecera se hallaba recostada contra otra pared que me ponía justo al frente de la puerta abierta de mi habitación. Esta daba al pasillo, donde había un extraño resplandor que lo iluminaba. Sufro de miopía, o sea que no enfoco bien de lejos, así que fue grande mi sorpresa cuando descubrí que podía ver perfectamente cada detalle de las paredes del pasillo. Y más grande aún cuando vi que había unos cuadros antiguos colgados en las paredes. Observando con atención me di cuenta de que en ellos había unas viejas fotografías de mis abuelos, fallecidos hace veinte y treinta años respectivamente. Con cada parpadeo las fotos cambiaban. Ahora veía personas que no conocía. Eran instantáneas en blanco y negro, amarillentas por el paso del tiempo. Quizá eran mis bisabuelos…
Entonces noté que mi habitación se había quedado en silencio. Las extrañas letanías se habían acallado. Miré de nuevo hacia el pasillo. Todo estaba a oscuras. Incorporado como estaba en la cama, me recosté contra la pared y en ese instante empezó lo peor. Sentía una extraña energía, una presencia maligna en la habitación que parecía estar a la acecho. Un sudor frío me corría por el cuerpo y un temblor incontenible comenzó a apoderarse de mí. Un terror latente que emanaba de toda la habitación me oprimía el pecho. Mi cabeza daba vueltas. Todo mi cuerpo tenía la carne de gallina y los vellos se me erizaban hasta un punto insoportable. Sentía que un ser malévolo quería apoderarse de mi alma. Y lo peor es que todo estaba sucediendo en mi propio cuarto, donde hasta hace apenas un rato me encontraba sudando a mares y mirando el techo.
Fue en ese momento cuando se me ocurrió lo más sensato. Estiré la mano por sobre mi cabeza y accioné el interruptor de la luz. No prendió. Seguí sumido en la agobiante oscuridad con el corazón latiéndome salvajemente y un terror que se iba volviendo cada vez más insoportable. Accionaba el interruptor aterrorizado, pero nada pasaba. Seguía a oscuras.
Entonces mi madre, que dormía al otro lado del pasillo, acudió a mi habitación y me preguntó:
—¿Qué te pasa? ¿Por qué prendes y apagas la luz una y otra vez?
Eso me hizo notar que a pesar de la intensa oscuridad podía vislumbrarla. Era como si un velo negro me tapara los ojos y lograra ver a través de esta la silueta de mi madre. Eso me asustó aún más. Por un momento pensé que estaba ciego. Mi madre tocó mi hombro y algo en mi expresión, en mi semblante, hizo que huyera del cuarto, tal vez en busca de ayuda. Entonces la escasísima luminosidad que veía a través del oscuro velo se extinguió. Todo era silencio y oscuridad, y un horror que rápidamente volvía a apoderarse de mí. Era agobiante.
Y aquí viene lo más extraño: pasado un momento, cuando sentía que mi mente no resistiría más el terror que la embargaba, cuando sentía cómo esa presencia maligna me rodeaba con más fuerza que nunca, un pensamiento cruzó por mi cabeza como una estrella fugaz. Acudí a alguien a quien tengo un poco olvidado desde hace mucho tiempo: Dios.
Empecé a rezar. “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga a nosotros tu reino…”. No pude terminar siquiera la primera mitad de la oración. Fue asombroso. No de repente, sino lenta y gradualmente, la pesadilla se fue desvaneciendo. Fui despertando. Pero para mi sorpresa, en medio de la oscuridad, parecía haber un tono rojizo en la habitación, como una especie de negrura carmesí. Tenía la parte derecha de la cara como entumecida, a pesar de que acaba de despertar recostado en la almohada sobre el lado izquierdo. Me incorporé mirando cómo esa extraña tonalidad se iba esfumando de mi cuarto, junto con lo peor del terror que poblara mi pesadilla.
5
Permanecí despierto casi media hora, algo nervioso, con una expresión de perplejidad por las sensaciones que había vivido en esa lúcida alucinación. Miraba a mi alrededor esperando que el terror volviera a abrirse paso a través de la tenue membrana de la realidad. Y así, me fui quedando dormido de nuevo. Esta vez no hubo pesadillas.
Ahora, mientras termino de escribir estas líneas, la pesadilla se ha desvanecido… pero el terror sigue latente.
Publicado originalmente en Ka Tet Corp. por Calavera en Febrero de 2010.