AVISO IMPORTANTE: Este ensayo contiene SPOILERS de DIARIO DE UN MUERTO.
Los Renegados presentan:
Detrás de…
DIARIO DE UN MUERTO
Escrito por George Valencia (Calavera)
Diario de un Muerto, que terminaría cuatro meses y diecinueve capítulos después (si acaso terminó alguna vez), comenzó, hasta donde sé o puedo contar, con una extraña frase que flotaba a lo largo del arroyo de la mente anegada de Calavera.
Aunque, en honor a la verdad, si bien la historia comienza así, la génesis del proyecto se dio de una manera totalmente inesperada…
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A Adrián Granatto lo conocí en “Todo Stephen King”, la página oficial en castellano del escritor de Maine en Facebook, creada por la editorial Random House Mondadori. La página nació en mayo de 2010, y Adrián y yo estuvimos allí casi desde el principio.
Por esos días éramos pocos los asiduos, y recuerdo que Adrián solía poner continuamente enlaces a sus relatos y yo me preguntaba de dónde sacaba tantas ideas. Confieso que no los leía todos por falta de tiempo, pero sí unos cuantos, y rápidamente comprobé que era un narrador fabuloso, con un toque de humor muy propio que hacía sus relatos sumamente amenos.
Intercambiamos algunos post sobre temas de Stephen King y a través de ellos Adrián se me presentaba como alguien con un sentido del humor extraño y un tanto polémico.
Yo también colgué en varias ocasiones enlaces a relatos de mi autoría (muy pocos, pues nunca he sido tan prolífico como él), y él a su vez leyó algunos de ellos. Supongo que le gustaron, pues cuando surgió la idea de escribir una novela en conjunto con otros tres compañeros de Todo Stephen King, y al saber que yo participaría, Adrián se apuntó de inmediato.
Lastimosamente, por cosas del Ka (Destino), Adrián y yo no continuamos en el proyecto de los que luego serían conocidos como Los Novelistas Brutos, pero el interés de escribir algo juntos siguió latente…
Poco después, Adrián, en compañía de Mauricio Howlin, también argentino, comenzó a publicar un relato por entregas titulado Howlin (sí, el loco le robó el apellido a su amigo para titular la historia). Leí el primer capítulo y me fascinó. Era una mezcla de fantasía, humor y misterio, con muchos guiños a la obra del Maestro del Terror. Por esos días me convertí en lector fiel de la historia y la seguía a la par de Opopónaco, el proyecto novelístico de Los Novelistas Brutos. Fueron llegando los capítulos, la historia me siguió atrapando cada vez más, y le hice saber mi entusiasmo a Adrián. Luego me incluyó en un cameo en la historia (ocurrencia que repetiría más tarde en Diario de un Muerto) y un día, de pronto, me sugirió la idea de participar como escritor invitado en un capítulo de Howlin.
La propuesta me gustó mucho, puesto que la trama me fascinaba, así que cuando luego de leer el Capítulo VII se me prendió el bombillo, le pedí el turno, y comencé a escribir. Recuerdo que estuve absorbido toda una tarde por la narración. Fue en vacaciones, mientras me recuperaba de una aguda varicela.
Resultó ser uno de los capítulos más largos de Howlin y personalmente quedé muy satisfecho con el resultado. A ellos también les gustó, y quedó hecha la invitación para participar en futuros capítulos.
Fue esa precisamente la razón de que lamentara muchísimo que muy pronto la continuación del relato quedara pospuesta. En efecto, los próximos capítulos se fueron espaciando cada vez más y luego del décimo, publicado el 28 de febrero de 2011, la cosa quedó en “stand by”…
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Entonces, el 28 de abril, justo dos meses después, le envié un mensaje a Adrián preguntándole qué había pasado con la historia. Ese mismo día me respondió que a Mauricio le quedaba cada vez más difícil dedicarle tiempo al proyecto, y que la idea no era hacerlo él solo…
Me contó algo sobre la creación del blog conjunto entre él, Mauricio y Gloria (otra escritora aficionada), y de cómo al final habían terminado separándose…
Fue entonces cuando me soltó lo siguiente: “A todo esto: ¿te copa la idea de escribir algo juntos? Cortito, pero con esa cosa de subirlo cada uno en su propio blog y colocar los enlaces. Y con Howlin voy a ver qué hago. Mauricio me dijo que lo siga, pero no sé, es un quilombo hacerlo solo…”
Le respondí que lamentaba mucho lo de Howlin, y que sería genial que lo continuáramos entre ambos, siempre y cuando contáramos con la aprobación de Mauricio. Hablamos algo sobre retomarlo, luego sobre ponernos un nombre, y sobre cómo manejaríamos la publicación en los blogs…
Le comenté también que tenía un relato empezado y que tal vez sería un buen punto de partida para comenzar un proyecto conjunto…
“Ayer me suicidé de nuevo”.
La frase se me ocurrió una tarde en el trabajo, y me gustó muchísimo. Me parecía que tenía fuerza, sonoridad, y que lucía tan extraña y contradictoria que de inmediato llamaba la atención. Tenía la vaga idea de un fantasma desempleado que no tenía más que hacer que estar experimentando formas de suicidio y deambulando aquí y allá, visitando viejos conocidos que aún vivían, o espiando a su antigua novia, o qué sé yo… Esa era la idea básica, pero he de confesar que hice unos tres intentos de escribir algo partiendo de allí sin ningún resultado. No me salían más que tres párrafos. Reescribí un comienzo de lo que pensaba sería un relato corto, pero, repito, no pasaba de tres párrafos. De cuando en cuando abría el archivo, releía, y agregaba dos o tres líneas, pero nada más…
Lo que muy pocos saben es que cuando surgió la idea del proyecto Opopónaco, sugerí dicha frase para el comienzo y con ella Adrián escribió un primer capítulo corto que ahora está perdido en el exotránsito…
Después, puesto que una vez más el uso de la frase quedó en nada, ésta siguió esperando su momento.
Y ese momento llegó.
Le envié aquellos tres párrafos a Adrián y a éste le gustó la idea, así que me puse a trabajar, posponiendo temporalmente la continuación del proyecto Howlin. Reescribí de nuevo el comienzo, y esta vez fluyó naturalmente lo que terminaría siendo el primer capítulo de Diario de un Muerto. Era una mezcla de humor con algo de misterio sobrenatural, como una fusión del estilo de Adrián y del mío, aunque ese primer capítulo lo escribiera yo…
Finalmente la frase tenía su lugar, y comenzábamos la historia y el proyecto con no pocas expectativas…