AVISO
IMPORTANTE: Esta entrada puede contener SPOILERS.
“«Cuando se apaga el clamor de las espadas,
solamente queda carroña para los cuervos» Luego de siglos de guerras
descarnadas, los siete poderes que dividen la tierra se han diezmado unos a
otros hasta alcanzar una difícil tregua. Muy pocos reclamos legítimos existen
ya por el Trono de Hierro, y la guerra que ha convertido al mundo en poco más
que un desierto al fin ha terminado. O eso parece. Pero no pasa mucho tiempo
antes de que los sobrevivientes, los proscritos, los renegados y los carroñeros
de los Siete Reinos se reúnan.
Ahora, como cuervos humanos que acechan un
banquete de cenizas, nuevas intrigas y peligrosas alianzas se forman, a la vez
que rostros sorprendentes —algunos familiares, otros desconocidos— emergen de
un siniestro crepúsculo de caos y luchas pasadas para asumir los desafíos de
los terribles tiempos que se avecinan. Nobles y plebeyos, soldados y
hechiceros, asesinos y sabios se unen para hacer valer su vida y sus fortunas.
Porque en un festín de cuervos, muchos son los invitados, pero sólo unos pocos
logran sobrevivir.”
Cuando estás
leyendo una saga, llega un momento en que simplemente la urgencia de saber cómo
sigue la historia, qué pasó con los personajes desde que los dejaste en el volumen
anterior, se convierte en una necesidad física.
Eso me pasó
con Festín de Cuervos, más aún luego
de haber visto en apenas un par de meses las tres temporadas de la serie de
televisión que emite HBO y que por estos días se encuentra en el comienzo de lo
que supondrá una larga espera hasta que empiece la cuarta el año que viene.
Mientras tanto, tenemos los libros, al menos a los que nos gusta la lectura.
Los que no, tendrán que comerse las uñas.
El cuarto
libro de la saga de mi tocayo Martin venía con la reputación de no estar a la
altura del anterior, pero es que si nos ponemos a comparar, es bastante
complicado superar un libro de la talla de Tormenta
de Espadas. La multitud de hechos que allí suceden, a cuál más
impresionante, lo dejan a uno sin respiro y con la sensación de que lo que
venga más adelante difícilmente podrá superarlo.
Aunque espero
que todos estemos equivocados…
Aun así, en
mi concepto, Festín de Cuervos no
defrauda, pero sí estamos ante un libro diferente a los
anteriores. En primera
instancia, porque se trata de volumen de transición —eso se nota a lo largo de
las ochocientas páginas que lo compone—, donde la innumerable multitud de fichas
comienzan a reacomodarse luego de la “tormenta” de la tercera entrega y donde,
como el mismo autor nos lo recuerda en varias ocasiones, los “cuervos” se dan
un festín con los restos de los grandes señores, con lo que queda de la
carnicería que dejó la Guerra de los Cinco Reyes…
Las
inesperadas alianzas, las traiciones y las sorpresas a las que nos tiene
acostumbrados el escritor norteamericano no faltan, pero a medida que avanzas
tienes la sensación de que nada realmente extraordinario ha pasado… excepto al
final, cuando los sendos y últimos capítulos dedicados a los diferentes
personajes terminan con un giro impactante.
Por otra
parte, en esta ocasión los caminos se han partido en dos, y a lo largo del
cuarto volumen el autor deja de lado algunos personajes para concentrarse en lo
que sucede en Desembarco del Rey y alrededores. En palabras del propio Martin,
cuando estaba escribiendo la continuación de Tormenta de Espadas se dio cuenta de que esta se estaba volviendo
demasiado larga e imposible de incluir en un solo volumen. Lo más fácil habría
sido cortar más o menos por la mitad y poner un “continuará” en el medio. Pero
Martin optó por contarnos “toda la historia de la mitad de los personajes en
lugar de contarnos la mitad de la historia de todos los personajes.”
De este
modo, en esta entrega echaremos muchísimo de menos a Tyrion, Daenerys, Jon,
Bran, Davos, entre otros. Los personajes principales sobre los que sí tendremos
conocimiento serán Cersei, Jaime, Arya, Brienne, Samwell y Sansa. Además, en
este tomo Martin ha incluido capítulos con títulos variados tales como “El
capitán de los guardias”, “La hija del Kraken”, “El caballero manchado”, “La
hacedora de reinas”, “La princesa en la torre”, entre algunos otros, y en los
que nos cuenta, como poniendo otras piezas en el rompecabezas, hechos
concernientes a personajes aparentemente secundarios y sucesos acaecidos en
Dorne y las Islas de Hierro. De esta manera la telaraña se teje con nuevos
hilos que hacen muy interesante la historia.
Portada de la edición de Gigamesh |
En
Desembarco del Rey, Cersei, como nueva reina regente y protectora del pequeño
Rey Tommen, trata de dejar atrás el trauma causado por las sucesivas muertes de
su padre e hijo, mientras además procura evitar que Margaery Tyrell, ahora
prometida con su pequeño, extienda su poder y le quite el lugar que tanto le ha
costado. Para ello tendrá que ingeniárselas sola y rodearse de un nuevo
Consejo, sobre todo ahora que Meñique y Varys no están…
Jaime ya no
es el de antes, y no solo por su mano amputada. Ha pasado por muchas cosas, y
quizá lo único que tiene claro es que debe proteger al fruto de su incesto con
Cersei. Los desacuerdos y desavenencias con su hermana hacen las cosas más
difíciles, y la ruptura entre ambos pareciera ser cuestión de tiempo…
Arya y Sansa
Stark, cada una tan diferente de la otra, cada una con una larga estela de
sufrimiento y dificultades detrás, cada una en mundos tan opuestos, tratan de
seguir adelante. Confundidas cada una a su manera, sin saber el rumbo que les
espera, y con el recuerdo casi desaparecido pero aún vivo de su tierra natal,
parecieran estar en una situación más llevadera… más no segura…
George R.R. Martin |
Brienne, la
doncella de Tarth, firme a su promesa de devolverle al menos a una de sus hijas
a la difunta Catelyn, sigue un errante sendero que la lleva de aquí para allá tras
la pista de Sansa…
Y Samwell,
el Mortífero, que ha visto cosas que su padre jamás creería, tiene ahora la
difícil misión de llevar al maestre Aemon a Antigua, llevando de paso consigo a
Elí, la fugitiva hija/esposa de Craster, el desagradable hombre asesinado en su
propia casa por sus huéspedes en la revuelta que también se llevó la vida del anterior
Lord Comandante…
Y mientras
tanto, las ansias de poder de los hijos del hierro por un lado, y los dornienses
por el otro, pone el ingrediente que le falta a este festín, que, a pesar de
todo, ha resultado bastante disfrutable.
Cabe
mencionar que al comienzo fue algo difícil aceptar que tenía por delante ochocientas páginas en las que no sabría nada
de algunos de mis personajes favoritos, tales como Tyrion o Daenerys, y por
momentos veía mi ejemplar de Danza de
Dragones con ganas de leer al menos un par de capítulos. Existe una guía
que alguien construyó para leer los dos libros a la par, y que reproduzco a
continuación para los que se animen a tener dos tochos entre manos durante casi
dos mil páginas:
Sé de
alguien que los leyó así, y dice que fue una experiencia genial poder leerlos a
la par, pero en mi caso finalmente decidí leer un libro por vez y de la forma
en que Martin decidió publicarlos, y la verdad es que me gustó mucho y se me
fue como una exhalación. Además, corría el riesgo de que me estancara y
terminara con dos libros inmensos empezados. No por la historia en sí, sino por
sucesos de la cotidianidad que a veces impiden poner toda la concentración que
uno quisiera en la lectura.
En todo
caso, ahí está la guía para el que desee intentarlo. Yo esperaré un tiempo, y
leeré algunas cositas nuevas que me han llegado, y seguro que cuando llegue el
momento me devoraré con ansias las casi mil doscientas páginas que componen Danza de Dragones.
Eso sí, no
quiero ni imaginar lo que será la subsecuente espera a que llegue el sexto volumen, Vientos de Invierno, que, en opinión
de mi gran amigo Tulio Fernández, será tan bueno e impactante como lo fue Tormenta de Espadas… Al final del cuarto
tomo, Martin dice que espera ver el siguiente libro publicado en un año o dos,
y a la postre tardó más del doble. Seguramente las promesas del sexto para 2014
correrán la misma suerte… :(
En fin… Solo
queda seguir rogando a los Siete Dioses, a R'hllor o, por qué no, al Dios
Ahogado por la salud de mi tocayo…
:)