martes, 30 de noviembre de 2010

The Walking Dead - I/05


Esta primera temporada de The Walking Dead se nos fue como una exhalación. Apenas hace un mes comentábamos emocionados los pormenores del estreno de esta grandiosa serie, y ahora ya nos estamos lamentando de que quede sólo un capítulo para cerrar esta primera fase de la historia. :(

En esta quinta entrega he visto algunas de las escenas más fuertes de lo que va de la serie. La despedida de Andrea a su hermana me ha puesto los pelos de punta, y me atrevo a decir que fue lo mejor de un quinto episodio en el que, curiosamente, los caminantes brillaron por su ausencia.


La despedida de Jim, los choques entre Rick y Shane, la partida del campamento, los mensajes de Rick a su amigo Morgan, completan un episodio redondo que lo deja todo servido para lo que espero sea un contundente final de temporada. :)

El final del capítulo nos trae un nuevo escenario donde seguramente seremos testigos de algo que nos dejará comiéndonos las uñas hasta octubre de 2011… XDD


Una verdadera lástima que hayan decidido empezar con sólo 6 episodios, sobre todo por el hecho de que la segunda temporada está a casi un año de distancia... :/




jueves, 25 de noviembre de 2010

1945

1945




Mi nombre es Eduard Müller, sargento de la SS en el campo de concentración de Flossenburg. Esta es mi historia.


1

En 1937, cuando Adolf Hitler llevaba cuatro años en el poder, mi padre me obligó a unirme a las Juventudes Hitlerianas. Por más que traté de rebelarme contra un camino que no quería tomar, mi padre, un acérrimo seguidor del Führer, se mantuvo en su postura, y con apenas doce años empecé a recibir la estricta formación ideológica y militar del Nacionalsocialismo.
Cuando dos años más tarde estalló la guerra, yo era aún muy joven para ser llamado a filas, así que continué con mi formación, enterándome a medias de lo que acontecía en los países vecinos de Alemania. El conflicto no pasaba ni remotamente cerca, y la información llegaba filtrada y amañada con el fin de que siguiéramos con la errónea idea de que todo marchaba bien, de que no había de que preocuparse.
De mentalidad independiente como era, muy poco me importaban los ideales del Partido y sus consignas antisemitas. No obstante, con el tiempo mi personalidad fue cambiando, lenta pero inexorablemente. Me volví frío, cruel y egocéntrico. La rígida disciplina de la educación militar me agradaba, y muy pronto me acostumbré a la estricta rutina.


Mis padres murieron en 1943 durante el Bombardeo de Bremen, y en la primavera de 1944, con dieciocho años, ingresé en la SS y fui trasladado al campo de entrenamiento de Dachau para recibir instrucción. Para agosto de ese año estaba pronosticado que partiera del campo con destino a una unidad de la Waffen-SS, pero en julio un numeroso grupo de miembros del Ejército se vio implicado en el atentado contra el Führer y fue trasladado a Flossenburg, así que de allí solicitaron a Dachau un contingente de nuevos efectivos, y me eligieron a mí junto a otros veinte.
El campo, inmenso, estaba situado en el límite entre Baviera y Turingia. Constaba de veinticuatro barracones, una cocina para los reclusos, enfermería y algunos talleres. Y dos barracones, una tienda y un burdel para los guardianes. En ese momento había veinte mil internados
Solo entonces conocí los verdaderos alcances de la guerra.


Es increíble cómo llegas a acostumbrarte a las atrocidades que allí se cometían. Al principio era duro y, a pesar de haber sido entrenado de forma tan severa, en las primeras noches no podía dejar de ver los demacrados rostros de los prisioneros. Pero en el día debía mostrar un carácter de acero y no inmutarme al ver cómo se torturaba y asesinaba a cientos de personas.
Luego de un mes desarrollabas una especie de coraza en tu cabeza, aprendías a tolerar la situación y a no dejarte afectar por semejante barbarie. Aprendías que los judíos eran una raza inferior y podían ser catalogados como escoria humana. En las noches, en la soledad de mi habitación, una parte de mí, la que aún tenía algo de humana, se rebelaba contra la crueldad y el salvajismo del campo, contra la muerte que presenciaba día tras día. Pero, con el tiempo, incluso esa parte fue desapareciendo paulatinamente.
Éramos asesinos profesionales, trabajadores de la muerte, y estábamos entrenados para repartirla a diestra y siniestra de manera efectiva y metódica. Lo hacíamos condenadamente bien, y yo no era la excepción. En apenas unos meses fui ascendido de soldado raso a cabo, luego a sargento, y sin apenas darme cuenta me encontré dictaminando yo mismo el exterminio masivo de hombres, mujeres y niños.


2

A principios de noviembre de 1944, con el invierno encima, fuimos informados de que un contingente de trescientos prisioneros se dirigía al campo, proveniente del sur de Baviera. Lo habitual era que después de pasar casi una semana dentro de un vagón, apiñados como hormigas, sin agua ni comida, un cuarenta por ciento de los prisioneros llegara sin vida. Y en invierno el porcentaje se elevaba aún más. Así que en la mañana del 11 de noviembre, nuestro comandante, Karl Künstler, ordenó liquidar a doscientos reclusos para abrir espacio a los recién llegados. Una parte fue conducida al crematorio ubicado al norte del campo y el resto a las grandes fosas situadas a kilómetro y medio por el noroeste.
A eso de las tres de la tarde llegó el tren procedente de Baviera.
Por orden de Künstler, fui destinado a la tarea de recibir, ordenar y ubicar a los prisioneros, gran parte de los cuales eran prófugos o rebeldes que habían estado huyendo y escondiéndose por meses. Los nazis éramos estrictamente meticulosos a la hora de manejar a los reclusos, por lo que antes de pasar revista a los ocupantes de los vagones, recibí un listado detallado con la cantidad, sexo y edad de los prisioneros. Eran 297 en total, de los cuales 189 habían llegado muertos a causa del frío y la inanición. Éstos, una vez contabilizados, fueron conducidos a las fosas. Los 108 restantes se formaron en tres largas filas, después de lo cual fueron obligados a desnudarse. En su mayoría se trataba de hombres y mujeres de mediana edad que habían sobrevivido gracias a su contextura física y al hecho de que hasta hace apenas unos días se hallaban vagando libremente por el territorio alemán.
Recuerdo especialmente ese grupo de prisioneros porque eran bastante atípicos, muy distintos de los que solíamos recibir a esa altura de la guerra. Lo recuerdo porque muchos aún poseían ese brillo de rebeldía en sus ojos que demostraba que todavía estaban dispuestos a luchar. Por supuesto, ese brillo no tardaría mucho en desaparecer.
Lo recuerdo muy bien, además, porque cuando me encontraba examinando la tercera fila de detenidos, tratando de restarle atención al desagradable olor que despedían y echando una furtiva mirada de vez en cuando a las nubes de tormenta que empezaban a formarse por el este, noté que una de las prisioneras me observaba detenidamente.
Fingí no darme cuenta y me fui acercando poco a poco a su altura, dispuesto a castigarla por su impertinencia. Al llegar frente a ella, que seguía mirándome sin reparos, a diferencia de los demás prisioneros que simplemente tenían la mirada clavada en el suelo con expresión de pesadumbre, la reconocí.
Nos miramos fijamente por unos momentos que parecieron eternos. Una oleada de recuerdos me invadió con un repentino vértigo. Por un instante pensé que ella iba a decir algo, pero permaneció inmutable con sus ojos fijos en los míos… Sus hermosos ojos… Esos ojos que conservaban la misma fiereza de siempre.
Poco había cambiado en ella. Seguía siendo la misma mujer orgullosa de sí que había conocido hacía ocho años, cuando aquella pesadilla aún no había comenzado. Poco parecía importarle su desnudez y, a pesar de que estaba sucia, ojerosa y con los labios agrietados, me miraba con la cabeza en alto en una clara muestra de inquebrantable orgullo y osado desafío.
Y fue entonces, al ver que su entereza no había sido mancillada por las atrocidades de la guerra, cuando comprendí una cosa: aún la amaba.


3

Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que la vi.
Yo tenía once años, y ese verano ella había llegado a pasar vacaciones en casa de sus tíos, que vivían a cuatro casas de la mía. Provenía de Rosenheim, un pequeño pueblecito al este de Baviera. Era sencilla, inteligente, divertida y cariñosa. Tenía trece años, era un poco más alta que yo, tenía el cabello castaño, la tez clara y los ojos grises más hermosos que he visto en mi vida. Nunca los olvidé.
Ya saben cómo son esas cosas. Un amor de verano, como suele decirse. El hermoso verano de 1936, en Bremen. Fueron unas vacaciones inolvidables.
Los tíos de Sascha eran íntimos amigos de mis padres y, como no tenían hijos, se les ocurrió la genial idea de que fuera yo quien se encargase de hacerle más placentera su estadía y la acompañara de tarde en tarde a conocer la ciudad. En un principio la idea no me gustó. Era algo tímido y me incomodaba el hecho de entablar amistad con una chica mayor que yo. Pero muy pronto mis reservas resultaron infundadas. La niña era muy agradable y yo le caí bien, así que ese verano pasamos juntos la mayor parte del tiempo. Solíamos ir al parque a perseguir a las palomas, comer un helado o simplemente a charlar de mil temas diferentes.
En poco tiempo nos hicimos inseparables. Reíamos como locos, nos contábamos todos nuestros secretos; ella leía mucho, así que me enseñaba muchas cosas y me narraba maravillosas historias de lejanos países y reinos olvidados, captando toda mi atención.
Parecía que el verano fuera a durar eternamente…
Al final me enamoré de ella, y cuando dos semanas más tarde mis padres me informaron que su visita terminaba creí morir de pena.
Corrí hacia la casa de sus tíos con los ojos anegados en lágrimas. Ella misma abrió la puerta y al instante me di cuenta de que tampoco estaba satisfecha con su partida. Nunca había mencionado que sintiera algo por mí, pero sus enrojecidos ojos me anunciaron que me quería y me echaría de menos. La abracé con fuerza. Luego ella se apartó un poco y me sorprendió dándome un cariñoso beso en la boca.
Fue mi primer beso y eso tampoco lo olvidé.
Momentos después sus tíos la acompañaban a la estación de trenes. La vi alejarse calle arriba con el corazón encogido. Antes de torcer la esquina, volteó a mirar y se despidió por última vez. Le devolví el saludo, y los perdí de vista.
Jamás la volvería a ver.
Hasta el 11 de noviembre de 1944.


4

Tuve que realizar un gran esfuerzo para combatir mi parálisis, tanto mental como físicamente. Aquél inesperado encuentro había derrumbado en un instante la barrera que había creado a mi alrededor para no sucumbir ante los horrores de la guerra. Era como si un mensajero del pasado hubiese llegado para recordarme quién era realmente. En el fondo, nunca había olvidado a esa hermosa niña que me había conquistado con su encantadora forma de ser, aquella que me había regalado mi primer beso antes de perderse en la bruma de la infancia.
Pensé con rapidez y alcé la mano en dirección a uno de los soldados, gritándole una orden que indicaba que Sascha sería asignada al Barracón Nº 13, junto a otras prisioneras. Dicho barracón estaba destinado a las mujeres que no salían del campo y a las que se les encargaba ciertas tareas de acompañamiento para los soldados. Con un gesto le indiqué que, además, la había elegido para mí como concubina personal, aunque el título oficial era “sirvienta”, ya que las relaciones entre miembros de la SS y las judías estaban terminantemente prohibidas.
Le dediqué una última mirada y continué el examen de los demás prisioneros, asignándole el destino a cada uno dependiendo de su sexo, edad y complexión física.
A las cinco de la tarde, con los reclusos ya ubicados en sus respectivos barracones, y con las primeras gotas de lluvia que prometían una fuerte tormenta, se decidió dar por finalizadas las principales actividades del día.


El resto de la jornada estuve distraído y meditabundo. Me retiré pronto a mis aposentos luego de despachar rápidamente los asuntos más urgentes. Me serví un trago y me acosté a cavilar sobre lo sucedido.
Era increíble que después de tanto tiempo, después de todo lo acaecido en los últimos cinco años, Sascha Haider fuera a terminar sus días en el campo de concentración de Flossenburg, justo el lugar al que aquél chico que conociera en el verano de 1936 había llegado para poner su grano de arena en el diabólico plan de conquista de Adolf Hitler. No podía apartar de mi mente la fría mirada que me habían dedicado aquellos ojos grises que en otro tiempo había llegado a amar con toda mi alma.
Mi temple de acero había sido horadado en cuestión de segundos. De repente mi ceguera desapareció y tomé real conciencia de lo que había estado haciendo en los últimos seis meses. Los que antes habían sido nuestros vecinos, amigos, profesores, compañeros de escuela e incluso las personas a las que alguna vez amamos, estaban siendo vilmente apresados, torturados y asesinados por nuestra propia mano. Alegábamos que lo hacíamos por el bien de la patria o que solo acatábamos órdenes de nuestros superiores, pero una parte de cada uno de nosotros no podía evitar sentirse embriagada por las ansias de poder que nublaban nuestra razón y corrompían el corazón. De pronto me sentí horrorizado de mí mismo. Me di cuenta de que estaba siguiendo una enloquecida y sanguinaria causa, actuando según las doctrinas de un hombre maniático y sin escrúpulos que había llevado a su pueblo a la perdición.
Esa noche no dormí, y durante la siguiente semana padecí de un insomnio casi constante. La culpa me carcomía y no dejaba de pensar que el destino de Sascha estaba en mis manos. Tenía que hacer algo. No podía permitir que la persona que tanto había querido terminara calcinada en un horno crematorio o arrojada al fondo de una fosa común.


5

El 18 de noviembre de 1944, tras cuatro meses de intensos enfrentamientos, la Tercera División del Ejército Norteamericano cruzó finalmente la frontera alemana. Ese mismo día fuimos informados del hecho y la moral de los soldados, ya diezmada desde que los aliados cosecharan victoria tras victoria, fue decayendo aún más.
Para mí esto significó tomar la decisión de una vez por todas: haría lo que estuviese a mi alcance para salvaguardar la vida de Sascha Haider, aunque eso significara poner en juego mi propia vida.
En la noche del 19 ordené que la condujeran a mi habitación, aduciendo que quería un poco de compañía. A pesar de que hacía ya una semana que la había elegido como mi concubina, situación que aseguraba unas mejores condiciones para ella, no me había decidido a verla. Fuera por temor o por simple vergüenza, el hecho de encontrarme a solas con Sascha, cara a cara, me provocaba mucha incertidumbre. No sabía cómo iba a reaccionar ella. De hecho, ni siquiera estaba seguro de lo que yo mismo iba a decir.
Aun así, había llegado a la conclusión de que no podía postergarlo más.
Veinte minutos más tarde un soldado la trajo a mi recámara.
Estaba debidamente aseada para nuestro encuentro y, aunque esto parezca una locura, presentaba mejor aspecto del que tenía al llegar al campo. Me acerqué a ella con cautela sin saber por dónde comenzar. Ahora que estábamos a solas, ella rehuía mi mirada. Posé una mano en su hombro y susurré:
—Sascha…
—¡No me toques! —exclamó ella de inmediato, propinándome una fuerte bofetada.
Traté de contenerme, y comencé de nuevo.
—Mira, sé que debes odiarme, pero comprende que yo no tengo el poder de cambiar las cosas. No tengo opción. Es la obediencia o la muerte.
—Oh, pobrecillo, ¡cuánto lo siento! —dijo con ironía.
—Sascha, yo no busqué esta situación. Mi padre me obligó a unirme a las Juventudes, luego no tuve más opción que continuar con la educación militar, y antes de darme cuenta hacía parte de la SS. Te juro que no tenía idea de lo que pasaba en los campos y…
—No tienes por qué darme explicaciones —atajó ella, clavándome una fría mirada.
—Mira, Sascha…
—¡No me llames así! Llámame por mi número; ese es mi nombre ahora.
Y acto seguido hizo ademán de marcharse. La sujeté nuevamente por el hombro y, esta vez con tono enérgico, le dije:
—¡Escúchame, Sascha! Quiero ayudarte a escapar. Es lo mínimo que puedo hacer por ti después de que… Oh, siempre te quise, Sascha… Quizá una parte de mí murió con tu partida y el resto se convirtió en lo que soy ahora. Pero desde que te vi la semana pasada, no he podido dejar de pensar en ti. Todo esto es una locura. ¡La guerra es una maldita locura! Sé que solo era un niño cuando te conocí, pero también sé que mi amor por ti era real. Y aún lo es. Lo comprendí al verte…
Ella me miraba fijamente, como preguntándose si debía creerme o no.
—Te juro que es verdad —dije—. Pero tienes que poner de tu parte. Es un secreto a voces que la guerra está perdida, así que solo es cuestión de tiempo. Resiste; sé fuerte y resiste. Para los demás eres mi concubina, así que no tomarán medidas contra ti a menos de que yo lo ordene. Solicitaré tu compañía de vez en cuando para saber cómo te encuentras. Confía en mí y sé paciente.
—Lo intentaré —aceptó ella—. Trataré de recordar al niño que conocí.
Su ira había desaparecido, pero su expresión seguía siendo triste y abatida.
—Está bien —dije—. Está bien.
A continuación llamé a uno de mis subalternos y ordené con gesto adusto que se la llevaran.


6

Transcurrieron los meses y su liberación resultó prácticamente imposible. Cada dos o tres semanas solicitaba su compañía y me aseguraba de que se encontrara bien, en la medida en que una persona podía encontrarse bien en esas condiciones. Con cada visita, Sascha fue depositando su confianza en mí. Me contaba sus planes para salir de allí, y cada vez yo le decía que esperara, que no era el momento.
Esos pequeños instantes a solas nos daban fuerzas para seguir adelante.


Los días pasaban y yo me sentía cada vez más desesperado. Las tropas aliadas iban estrechando el cerco y la derrota era inminente.
Entonces, el 14 de abril de 1945, se ordenó finalmente la evacuación del campo. En los próximos tres días partió una gran cantidad de prisioneros con destino a Dachau, en lo que más tarde se llamaría las “Marchas de la Muerte”.
Yo iba de aquí para allá haciendo mil cosas a la vez y vigilando la situación de Sascha al mismo tiempo. El día 19 una larga columna de prisioneros emprendió la última marcha hacia Dachau; entre ellos iban Sascha y los últimos altos mandos de la SS, quedando solamente en el campo poco más de 10.000 detenidos, la mayoría de ellos enfermos y moribundos.
Era el momento, así que me las arreglé para estar cerca de su posición desde el inicio del viaje.


Fueron días interminables, luchando contra el frío, el hambre y el agotamiento.
Cuatro días después de nuestra partida, se nos informó que las tropas rusas habían llegado al campo de Flossenburg; y el 25 y 26 de abril, el Ejército Rojo y el Ejército Estadounidense, respectivamente, llegaron por fin a Berlín. Todo estaba perdido. El comandante Karl Künstler ordenó la retirada de los cabecillas de la SS, escudándose en el grueso de los soldados rasos del Ejército para cubrirnos la espalda.
Una vez recibida la orden, comencé a impartir instrucciones a mis unidades formando una pequeña distracción. Sascha, agotada y hambrienta hasta el desmayo, se encontraba a unos doscientos metros de mi posición. Me fui acercando disimuladamente y, una vez cerca de ella, grité a los soldados más cercanos indicándoles que algunos prisioneros se habían salido de la columna principal más atrás. Al verlos dudar, los amenacé con severos castigos en caso de no acatar mis órdenes. Acto seguido, le hice señas a Sascha y, luego de un momento, ella se salió a su vez de la fila, perdiéndose en los matorrales del bosque más cercano.
Antes de desaparecer, me dedicó una significativa mirada, sonrió y moduló un silencioso agradecimiento con sus labios.
Fue la última vez que la vi.


El resto para mí fue una completa odisea.
Cientos de miembros de la SS, vestidos de civil, viajamos hacia el sur a través de Austria y de la provincia italiana de Tirol, mezclándonos entre la confusa marea de gente que poblaba Alemania en mayo de 1945. Éramos conducidos de refugio en refugio a lo largo de la ruta; la mayoría, al puerto de Génova, y otros, a Rimini y Roma. Ciertas organizaciones, algunas de ellas de índole caritativa, ayudaban en nuestra huída sin saber exactamente quiénes éramos.
Yo fui conducido a Génova y de allí, el 28 de mayo, partí en barco con destino a Buenos Aires, Argentina.


7

Y aquí, en Buenos Aires, he permanecido los últimos treinta años de mi vida, preguntándome día tras día cuál sería el destino de mi querida Sascha. ¿Fue atrapada nuevamente por los alemanes? ¿Fue rescatada por las tropas aliadas? ¿O simplemente logró escapar por sus propios medios?
No ha habido día ni noche de estos treinta largos años en que no haya pensado en ella. En ocasiones, el afán de conocer su suerte me hacía concebir la absurda idea de volver a Alemania e indagar sobre su paradero. Pero el hecho de pensar en ser apresado y juzgado me detenía. Tal vez sea un cobarde, pero, a pesar de tener solo cincuenta años, me siento viejo y agotado. Quizá agotado de pensar, de tratar de hallar una paz interior que no me merezco. Si tan solo supiera qué fue de ella, pensaba con frecuencia, podría sentirme liberado de una vez por todas.
Creía que esto no era más que una quimera, un sueño descabellado de un viejo loco. Pero ayer por fin tuve la respuesta, que fue precisamente lo que me decidió a escribir estas líneas.


Me encontraba sentado en mi sillón, ya tarde, viendo la televisión, o, mejor dicho, tratando de no dejarme vencer por el sueño, cuando escuché una conocida voz proveniente del aparato. Me espabilé y, por un momento, pensé que me había quedado dormido después de todo.
Esa voz… Es más, esos ojos…
Ocupando toda la pantalla se encontraba el rostro de la mujer a la que había amado toda mi vida, aunque por los azares del destino fuera un amor que nunca se había consumado. Unas hebras blancas se cruzaban por su cabello castaño y algunas arrugas bordeaban su boca y sus bellos ojos, pero seguía siendo tan hermosa como siempre.
Sascha… Sascha Haider… La mujer de mi vida…
Me restregué los ojos, pensando una vez más que estaba soñando. Entonces presté atención a sus palabras, y comprendí:
—"En estos días debemos recordar a los millones de personas que sin culpa alguna soportaron sufrimientos inhumanos y fueron exterminados en las cámaras de gas y en los crematorios. Nadie puede ignorar la tragedia, aquel intento de destruir de forma programada a todo un pueblo se extiende como una sombra sobre Europa y el mundo entero. Es un crimen que manchará para siempre la historia de la Humanidad…”
Sascha Haider es ahora una activista política en pro de la igualdad racial y se encontraba dando un discurso en Israel en conmemoración del 30º Aniversario del fin de la Guerra. La ceremonia era tan solo uno de los puntos de la gira que la llevaría a algunas de las principales ciudades del mundo, con el propósito de impedir que la Humanidad olvidara lo acaecido en esos seis años de pesadilla.
Me enteré de estos detalles como en un sueño, pues todo se vio eclipsado por el hecho de saber que estaba viva. Después de treinta angustiosos años de incertidumbre, finalmente mi corazón podía descansar en paz.
—¡Está viva! —le grité a mi habitación—. ¡Sascha está viva!
Cerré los ojos y lloré.
Lloré como nunca lo había hecho en mi vida.


8

Hoy decidí escribir estas páginas y plasmar esta parte de mi vida en ellas. Si el destino quiere que alguien las encuentre y las lea algún día, que así sea, pero no pretendo hallar el perdón de nadie ahora.
Al escribir estas últimas líneas me siento en paz finalmente. En paz conmigo mismo y con Sascha, a quien nunca dejé de amar.


Hay un último detalle, por cierto: uno de los puntos de la gira la traerá el próximo mes a Buenos Aires.
Aún no sé si tendré la fortaleza para ir a buscarla. Sería la tercera vez que nuestros caminos se cruzarían, pero no estoy seguro de que ella quiera verme de nuevo.
Lo pensaré…
Tal vez la busque…
Tal vez no…
El hecho es que está viva, y nada más importa.


Eduard Müller

20 de mayo de 1975



Publicado originalmente por Calavera en Noviembre de 2010.



miércoles, 24 de noviembre de 2010

La Resistencia, de Ernesto Sabato

Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. Nos pido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre.

Ernesto Sabato lanza un mensaje esperanzado al océano del individualismo y pobreza existencial en el que navegamos por estos tiempos. Y su palabra es un llamado a la capacidad de resistir.

La Resistencia es un libro para aquellos que saben leer los símbolos que se abisman entre uno y el universo: la incomunicación, el culto a sí mismo, la reverencia a los dioses de la televisión, el trabajo deshumanizado, el imperio de la máquina sobre el ser, el sometimiento y la masificación, el creciente sentimiento de orfandad, la competencia feroz y el vértigo apocalíptico en el que toda posibilidad de diálogo desaparece.

Entonces la pregunta es: ¿cómo resistir? …Estamos a tiempo de revertir este abandono y esta masacre. Esta convicción ha de poseernos hasta el compromiso… El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer…


Creo que nada puedo agregar a esta certera sinopsis de un libro que, al igual que Antes del Fin, ha resultado ser una obra de una profundidad que te llega hasta lo más hondo. Casi pareciera ser una continuación de dicha obra, pues en La Resistencia sigue la línea que ya delineara en sus memorias: un llamado a la consciencia, y a la salvación de una humanidad que se ve irremediablemente perdida.

Un apunte sobre una duda que me carcomía:

"El apellido Sabato es de origen italiano (de Calabria), por lo tanto se pronuncia Sábato, como esdrújula, pero no se pone la tilde. Él lo escribió siempre así, sin tilde, y en español se pronuncia Sábato."

Pueden leer una nota más larga al respecto aquí.

;D

¡Conseguí La Mitad Oscura!

Estoy cansado de ir a las librerías y que nunca tengan nada nuevo. Últimamente sólo miro en internet, de vez en cuando, a ver si aparece la Cúpula... Y nada... :/

Pues bien, hoy decidí ir a echar un vistazo, y cuál sería mi sorpresa al encontrar ¡¡uno de los 6 libros que me faltan!! :) Y con lo escaso que es por estos lares!!!!

Me puse como loco, y me quitó todos los sinsabores de este día de locos!!! :)



Ahora sólo me quedan 5 títulos para completar mi colección de Stephen King:

·         El Ciclo del Hombre Lobo
·         Pesadillas y Alucinaciones
·         Después del Anochecer
·         La Cúpula
·         Danza Macabra

¡¡¡Calavera está feliz con su nuevo libro!!! :D

Entre otras cosas, porque ahora podré terminar el Ciclo de Castle Rock en el orden adecuado, como lo había venido leyendo. La Tienda lo tenía en espera en mi biblioteca mientras conseguía este libro.

:)

martes, 23 de noviembre de 2010

Antes del Fin, de Ernesto Sabato

“Ernesto Sabato, oscilando entre la desesperación y la fe, nos entrega en este libro su valor, su persistencia incorruptible, su pasión y su lucha ante las adversidades, la solidaridad de cada gesto suyo con los más desposeídos, su total entrega al arte y su permanente esperanza en los jóvenes: "A pesar de las atrocidades ya a la vista, el hombre avanza perforando los últimos intersticios donde genera la vida". El mítico Parque Lezama, la infancia y los años de juventud, los recuerdos felices y los abrumadores, Matilde y la muerte de Jorge, la difícil decisión de abandonar la ciencia, los interrogantes sobre la existencia de Dios, los desastres de la clonación y los productos radioactivos, los excluidos del sistema, el consumo visto como sustituto del Paraíso, la robotización del hombre, desfilan por estas páginas. Testimonio, epílogo, legado, testamento espiritual: Ernesto Sabato, como un Kafka de fin de siglo, indaga sobre la perplejidad y el desconcierto del hombre contemporáneo arrojado a un universo duro y enigmático.”

Todo comenzó con la recomendación de mi amigo Tulio Fernández de leer Sobre Héroes y Tumbas, del maestro Ernesto Sabato. Pregunté a mi amigo Hernando García Mejía, poeta, narrador y columnista de mi tierra, y éste, por el contrario, me prestó de muy buena gana los ensayos Antes del Fin y La Resistencia, encomendándome fervientemente su lectura.

Pues bien, luego de terminar Hijos de Dune y la lectura de los relatos del XI Concurso Literario de Ka Tet Corp., comencé Antes del Fin, y lo que empezó como una breve autobiografía, terminó siendo una tremendo y conmovedor llamado de este ilustre escritor argentino a que abramos los ojos y seamos conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor: la permanente injusticia social, la barbarie escondida tras el velo de la sociedad civilizada y los desconsiderados crímenes contra la Madre Tierra. A lo largo de las poco más de doscientas páginas, este hombre, en un permanente tono de nostalgia y desdicha, que define en parte su real personalidad, hace un llamado a las personas en general, pero sobre todo a los jóvenes, para que hagan algo para evitar que la humanidad siga suicidándose lenta pero inexorablemente.

El libro puede parecer pesimista, y en cierta medida lo es, pero sobre todo es el último grito desesperado de un hombre que se acerca al centenar de años y ve cómo la humanidad sigue sufriendo de una peligrosa ceguera que amenaza con acabarla.

Me quito el sombrero ante este hombre, del que sólo había leído El Túnel hace por lo menos mil años, y me atrevo a declarar este libro no sólo recomendable, sino necesario.

;)

The Walking Dead - I/04

La tensión crece hasta cotas muy altas en el cuarto episodio de The Walking Dead. :)

Rick y compañía, al encontrar sólo un “pequeño rastro” del hombre de malas pulgas al que buscaban, deciden echar un vistazo en los alrededores en su busca, mientras encuentran la forma de recuperar las armas. Y así se encontrarán con un nuevo grupo de refugiados, hecho que dará pie a momentos muy tensos en el episodio.

Mientras tanto, en el campamento, uno de los sobrevivientes se pone como una cabra, poniendo bastante nerviosos a sus compañeros…
La acción trepidante vuelve a hacer su aparición luego de un tercer capítulo dedicado principalmente a las luchas personales de los protagonistas. Me encantan los giros que va tomando la historia y las sorpresas que deparan cada nuevo acontecimiento: una entrañable anciana nos aporta una nueva e inesperada vuelta de tuerca, el viejo “malas pulgas” les da una sorpresilla a Rick y los demás, y el final del episodio resulta cargado de acción y drama.


Excelente capítulo. :D

Ya estoy lamentando la espera que se avecina… :/

Y vamos con otro video a ver si esta vez funciona!!! XDD


domingo, 21 de noviembre de 2010

Nuevas Adquisiciones (19-11-2010)

Sigo con mi naciente colección de películas de Stephen King. Estas son mis nuevas adquisiciones:


·         Pet Sematary
·         The Green Mile
·         The Night Flier
·         Inception

Bueno, Inception no es de King, ¡pero se coló en la foto! XDD

Y ahora que terminé el tercer tomo de Dune, la saga de Frank Herbert, me he comprado el cuarto tomo, Dios Emperador de Dune, aunque seguro lo dejo para después:




Ayer vi Inception y de verdad que es tan buena como todo el mundo decía. Dejo el tráiler de la película, que en realidad es una prueba para comprobar si aprendí a poner videos. :P

Edito: No, no funcionó. :|

sábado, 20 de noviembre de 2010

Hijos de Dune, de Frank Herbert

"Leto Atreides, el hijo de Paul -el mesías de una religión que arrasó el universo, el mártir que, ciego, se adentró en el desierto para morir-, tenía ahora nueve años. Pero es mucho más que un niño, porque dentro de él laten miles de vidas que lo arrastran a un implacable destino. Él y su hermana gemela, bajo la regencia de su tía Alia, gobiernan un planeta que se ha convertido en el eje de todo el universo: Arrakis, más conocido como Dune. Y en este planeta, centro de las intrigas de una corrupta clase política y sometido a una sofocante burocracia religiosa, aparece de pronto un predicador ciego, procedente del desierto. ¿Es realmente Paul Atreides, que regresa de entre los muertos para advertir a la humanidad del peligro más abominable?."

En la noche del 18 terminé una nueva entrega de esta fantástica obra. Hijos de Dune, el tercer tomo de la saga original de Frank Herbert. 

A decir verdad, debo confesar que el libro se me hizo un poco denso en la mitad. El autodescubrimiento interior de Leto II, esencial en la historia, se me hizo muy lento por momentos, pero supongo que era necesario para lo que viene después. El final es tremendo, impresionante... Al igual que los dos tomos anteriores, el libro termina con un final como tal, pero con el suspenso en su punto más alto, dejando abierta la puerta para una próxima entrega. Pase lo que pase en la historia, el final siempre te deja queriendo más.

Es una novela bastante compleja y, a mi parecer, mucho más profunda que la primera, Dune. Frank Herbert supo darle vida a un universo impresionante, muy diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en la ciencia ficción, lleno de implicaciones ecológicas, religiosas y políticas perfectamente entrelazadas.

Muy recomendable. Creo que todos deberían leer al menos el primer y fundamental libro: Dune. :)


martes, 16 de noviembre de 2010

The Walking Dead - I/03

En el tercer episodio de The Walking Dead, Rick se encuentra finalmente con su familia, en una de las escenas más intensas de lo que va de la serie, y Lori y Shane deberán lidiar con el sorprendente regreso de alguien a quien creían muerto.

Mientas tanto, Rick toma la decisión de regresar a Atlanta para recuperar un bolso lleno de armas y salvar la vida de un hombre, poniendo en riesgo su vida y la de los demás.

El tercer capítulo empieza a adentrarse aún más en los conflictos de personalidad de los protagonistas. Hay escenas memorables en las que los zombies brillan por su ausencia, y me atrevo a decir que esto será una constante a lo largo de la serie. Esta, creo, se centrará más en los personajes que en los zombies. Será más una lucha entre ellos mismos.  

Me gustó mucho esta tercera entrega que, por cierto, tiene un final realmente brutal que deja la intriga en su punto más alto, como era de esperarse. Ahora a esperar el cuarto, mientras nos mordemos las uñas por una larga semana. :P



lunes, 15 de noviembre de 2010

Comienza mi colección de películas de Stephen King

Como decía no hace mucho por ahí, decidí empezar mi colección de películas de Stephen King. Ahora que sólo me faltan 6 títulos para completar la colección de libros, es buen momento para empezar con las películas. El problema es que por estos lares es casi imposible conseguirlas y el presupuesto no me da para pedirlas vía web. :/

Así que un amigo me las está consiguiendo. :D

No son originales, pero tampoco son las típicas películas piratas sin menú, con mala imagen, aborrecible sonido o, peor aún, grabadas en salas de cine (que las he visto desgraciadamente). No, no son tan piratas. Mi amigo, no sé dónde diablos, ha encontrado la forma de descargarlas con perfecta imagen, impecable sonido y menú completo. Es decir, en nada se diferencia de la película original. Toda ella es perfecta. Incluso la carátula, con excelente definición, está impresa a todo color en impresión láser!!! :P

La única diferencia con la película original es que están grabadas en DVD de marca TDK. :)

Estas son las primeras cinco que tengo:  


·         Carrie, edición de aniversario con documentales incluidos.
·         Firestarter.
·         Cujo.
·         Thinner.
·         It (Eso). (Esta última fue su regalo de cumpleaños.)

¡No están nada mal, ¿eh?!  :)

domingo, 14 de noviembre de 2010

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte – Parte I


El pasado jueves 11 de noviembre, desafiando a la lluvia y el frío, miles de aficionados se reunieron en Londres para aclamar a los protagonistas de la primera parte de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, la última entrega cinematográfica basada en la saga de J. K Rowling, en la presentación mundial del nuevo filme. Antes de su llegada a los cines el 19 de noviembre, los tres protagonistas de la película, Daniel Radcliffe (Harry), Emma Watson (Hermione) y Rupert Grint (Ron), llevaron a cabo el tradicional paseo por la alfombra roja desplegada en la céntrica Leicester Square.

“La Primera Parte comienza cuando Harry, Ron y Hermione se embarcan en su más peligrosa misión de rastrear y destruir el secreto de la inmortalidad y aniquilamiento de Lord Voldemort -- los Horcruxes. Por su cuenta, y sin la guía de sus profesores o la protección del Profesor Dumbledore, los tres amigos deberán ahora y más que nunca confiar en su amistad. No obstante, existen Fuerzas Oscuras alrededor de ellos que amenazan con separarlos.


Mientras tanto, el mundo de los magos se ha convertido en un lugar sumamente peligroso para todos los enemigos de Lord Voldemort. La tan temida guerra ya ha comenzado y los Mortífagos de Voldemort se han apoderado del Ministerio de la Magia y hasta de Hogwarts, atemorizando y arrestando a cualquiera que pudiera llegar a oponerse a ellos. Pero el único gran premio que ellos aún ansían obtener es el más preciado por Voldemor: Harry Potter. El Elegido se ha convertido en el más buscado mientras los Mortífagos lo rastrean a Harry con la orden de entregárselo a Voldemort...vivo.

La única esperanza de Harry es encontrar a los Horcruxes antes de que Voldemort lo encuentre a él. Sin embargo, mientras busca pistas, Harry descubre un antiguo relato prácticamente olvidado -- la leyenda de las Reliquias de la Muerte. Y si la leyenda es cierta, le puede dar a Voldemort el poder supremo que tanto anhela.

Poco sabe Harry que su futuro ya estaba marcado por su pasado cuando, aquel día fatídico, él se convirtió en "el niño que sobrevivió". Ya no más un niño, Harry Potter se está acercando aún más al evento por el que se ha venido preparando desde ese primer día en que puso su pie en Hogwarts: la batalla suprema con Voldemort.”

"Harry Potter y las Reliquias de la Muerte" está dirigida por David Yates, quien además estuvo al mando de las taquilleras "Harry Potter y la Orden del Fénix" y "Harry Potter y el Misterio del Príncipe." David Heyman, el productor de todas las películas de Harry Potter, produjo también esta película, junto a David Barron. La adaptación del guión, basado en el libro de J.K. Rowling, estuvo a cargo de Steve Kloves. Lionel Wigram es el productor ejecutivo.

Hace un año aproximadamente leí los dos últimos libros de la saga, y sólo me queda esperar que esta última entrega esté a la altura de los libros de Rowling, que el mismísimo Stephen King no se cansa de elogiar, por cierto. Tuve la suerte, o la desgracia, de poder verme la sexta película apenas un día después de terminar “El Misterio del Príncipe”, y los despropósitos que en ella se cometieron, descartando partes importantes de la historia y añadiendo otras que no tenían ni pies ni cabeza, me dejaron muy mal sabor de boca. Sin duda fue la peor adaptación de toda la saga. Me preocupa ver que los encargados de dicha adaptación, que han ido cambiando durante toda la saga, sean los mismos en esta última entrega. Pero guardo la esperanza de que al tener dos películas para contar la historia, hagan las cosas bien y nos dejen contentos a los fans de la saga.

Ya veremos… :/

Pueden ver un trailer de la primera parte de Las Reliquias de la Muerte aquí. ;)


sábado, 13 de noviembre de 2010

DOS VIDAS EN UNA

El presente mini-relato hizo parte de un pequeño concurso entre los Breakers de Ka Tet Corp. llamado “1er Concurso Relatos del Lado Oscuro”. Las reglas eran que debía contener las palabras "Poder", "Caos" y "Carmesí", y que no debía tener una extensión mayor a doscientas palabras. Tuve la suerte de ganar. :)

Luego se enfrentó contra el ganador del respectivo concurso literario del bando Pistolero en la “Primera Batalla Épica”, y también ganó. :)

¡Espero que lo disfruten! ;)



DOS VIDAS EN UNA


Su mente era un caos de imágenes superpuestas. Instantáneas de su infancia y adolescencia se agolpaban en su cabeza en un frenético collage. Sus manos se agarraban fuertemente a los brazos del asiento y sus labios carmesí temblaban sin cesar.

El hecho de no tener el poder para cambiar su inminente destino la hacía sentirse terriblemente impotente. Tantos sueños sin realizar que ahora se esfumaban como una incipiente niebla. A su alrededor todos tenían la misma expresión, ajenos a lo que sucedía con los demás.

Empezó a llorar en silencio. Los pasajeros le dedicaron una desinteresada mirada, para luego seguir cada uno lidiando con sus propios pensamientos.

Posó las manos en su vientre una vez más. La pequeña criatura que allí anidaba se notaba igualmente ansiosa; pateaba y forcejeaba, como si leyera la mente de su madre. De repente, el bebé se quedó quieto por completo.

Silvia cesó su llanto angustiada. Observó por su ventanilla los cada vez más cercanos edificios de Nueva York.

Quizá fue la inmensa presión en la que se hallaba, o tal vez al final Dios tuvo misericordia de ella: segundos antes de que el avión se estrellara, Silvia, al igual que su hija, se desmayó.


¡Hasta el martes!

¿Habráse dicho alguna vez frase tan dulce y maravillosa como esta? XD

Desde unos dos años aproximadamente, debido a la progresiva disminución en las ventas, en la empresa en que trabajo (un centro de copiado con servicio de internet, trabajos por computador, fotocopias, anillado, fax, papelería, etc…) decidieron hacer un pequeño corte de personal, pasando de tres a dos empleados. Esto significó una mayor intensidad horaria con más beneficios para los dos. Primero, percibiríamos horas extras, y segundo, cada uno tendría un sábado libre cada dos semanas. Es decir, que los sábados nos turnamos para trabajar. :P

Pues bien, cuando se llega un fin de semana con puente festivo, cada uno espera ganarse la lotería y poder descansar tres días. Yo tengo un almanaque marcado con los sábados que me toca descansar, así que ya hace unos meses supe que me había ganado el premio gordo: durante octubre y noviembre de este año me tocarían tres puentes seguidos. Fueron lunes festivos los días 18 de octubre, 1 de noviembre y 15 de noviembre. ¡¡¡Y los tres me los gané yo!!! :D

El viernes es el día en que uno de los dos puede vengarse del otro y decirle hasta el cansancio para su eterna desgracia: “Bueno, mi querido compañero: ¡Hasta el lunes!”.

Ayer, por tercera vez en sólo un mes, tuve la dicha de decirle esas tres dulces palabras, que son como miel en mis labios, y que sólo ocurren muy de vez en cuando: “Bueno, querido amigo: ¡¡¡HASTA EL MARTES!!!”.

XDDD
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