AVISO
IMPORTANTE: Esta entrada puede contener SPOILERS.
“Arrasados por la guerra, los Siete Reinos
pronto sufrirán el larguísimo invierno que se predice como inusitadamente
crudo. Y mientras empeoran la violencia y el clima, los personajes entrañables
e infames que ya conocemos continúan debatiéndose entre feroces batallas y
perversas intrigas palaciegas: Joffrey, el cruel rey adolescente, hace de las
suyas ante el azoro de los propios miembros de su clan, los Lannister; Robb
Stark, rey de Invernalia, ha ganado todos sus combates, pero está perdiendo la guerra;
Daenerys, la princesa de los tres dragones, ya está al frente de un ejército de
mercenarios para cumplir su destino: recuperar el reino del cual fue despojada.
Pero también otra fuerza armada, con la que
nadie contaba, surge desde más allá del Muro de Hielo: se trata de los Otros, un
ejército sobrenatural de muertos vivientes, cuyos cuerpos inertes no podrán ser
detenidos. Esta es Tormenta de Espadas, la tercera entrega de Canción de Hielo
y Fuego que, además de enriquecer el
universo imaginario de la saga, pone a prueba a todos sus personajes
principales. Algunos pierden pero otros, como el autor mismo, se robustecen.”
Después de
leer casi de corrido los dos primeros tomos de esta monumental saga, tuvieron
que pasar seis meses para que retomara la historia con su tercer volumen: Tormenta de Espadas, y la verdad, a esa
altura, el libro me llamaba a gritos, no veía la hora de comenzar y saber cómo continuaba
todo, volver a escuchar el canto del acero, sentir el viento helado en el
rostro, recorrer parajes fantásticos y visitar castillos legendarios y torres
impresionantes, y, desde luego, descubrir el destino de unos personajes que
sientes de carne y hueso, unos amados, otros odiados, pero ninguno indiferente
para el lector.
Ya antes de
empezar, el libro venía con una reputación unánime: el mejor de la saga. Todos,
creo no equivocarme, están de acuerdo en lo mismo, y puedo decir que, una vez
terminado, no seré yo la excepción.
He tardado
un poco en leerlo (algo más de dos meses), pero por una parte se debió al poco
tiempo disponible, y por otra al hecho de que, cosa que prácticamente nunca
hago, complementé el libro con otro: una relectura de
22/11/63, de Stephen King, hecho que ya contara
en otra entrada.
Así que me
demoré, sí, pero no a causa de la novela en sí. A pesar de que la primera mitad
del libro no me pareció especialmente superior a sus dos predecesores, la
segunda mitad fue otra historia. Los hechos se precipitaron, y comenzaron a
suceder cosas que uno nunca prevé. A eso de la página 700, más o menos hasta la
850 (la novela, excluyendo apéndices y adelantos, tiene 1110 páginas), una
cadena de acontecimientos deja al lector con la respiración contenida, pero
donde los otros habrían terminado, con no pocas sorpresas, Tormenta de Espadas continúa, deparándonos otra tanda gorda de
hechos inesperados para el final que nos dejan con la miel en los labios.
Catelyn,
Jon, Bran, Arya, Sansa, Tyrion, Daenerys, Davos, Jaime y Samwell son esta vez los
personajes a través de los cuales Martin nos cuenta su historia, y, como no era
para menos, lo hace de una manera impresionante. Su prosa es de una calidad
pasmosa. Mesurada, calma, sólida y soberbia, nos conduce por ese mundo
haciéndolo real y palpable, desdibujando no pocas veces la tela de la realidad.
Tras el
choque de reyes vivido en el segundo volumen, las piezas siguen moviéndose,
unas tratando de ganar terreno hacia el poder, otras procurando conservarlo,
otras sosteniéndose a duras penas, y otras cuantas tratando de sobrevivir a
toda costa.
Intrigas, traiciones,
convenios, muertes, alianzas, búsquedas, encuentros, huidas, secretos, amores y
sorpresas (no siempre buenas), están a la orden del día. El juego de tronos
prosigue, el choque de reyes, cada cual proclamándose como el legítimo, también
continúa, y esta vez en medio de una tormenta de espadas bajo la cual, para
bien o para mal, nadie se salva.
En el Muro,
y más allá de este, mientras todo Poniente prefiere hacer la vista gorda, la
Guardia de la Noche se enfrenta a poderes más allá de sus capacidades. Cada
capítulo es sobrecogedor, sobre todo ahora que contamos con un segundo punto de
vista aparte del de Jon Nieve: el de Samwell Tarly. Los salvajes, comandados
por Mance Rayder, se dirigen al Muro para hacer valer lo suyo. Acompañado por
tribus provenientes de todos los rincones de esos helados parajes, incluyendo,
entre otros, caníbales y mamuts cabalgados por gigantes, está decidido a
atravesar el Muro y decirle a los Siete Reinos «aquí estamos».
|
George R.R. Martin |
En
Aguasdulces y las tierras circundantes, Robb Stark, acompañado de su madre
Catelyn, sigue preguntándose por qué está perdiendo la guerra luego de cosechar
victoria tras victoria en el campo de batalla. Su madre, no en muy buena
posición tras su acto de amor y traición, apenas puede hacer algo para
ayudarle, mientras se debate entre el dolor y la tristeza por la pérdida, una
tras otra, de su esposo e hijos.
En
Desembarco del Rey, el rey Joffrey hace de las suyas para espanto incluso de su
propia familia, que tolera todos sus desmanes y crueldades. Aun así, en su
nombre cada cual teje su trama, moviendo los hilos a su favor mientras el joven,
cruel e inmaduro rey se toma las cosas como un juego. En este marco, Sansa
continúa prisionera, perdiéndose cada vez más en sí misma, apagándose
lentamente mientras descubre que la vida real no es como en las canciones.
En
Rocadragón, Stannis Baratheon se lame sus heridas tras la catastrófica derrota
en la batalla de Aguasnegras. Melissandre sigue calentándole el oído, mientras
Davos Seaworth, siempre leal a su rey, procura llevar las cosas por el buen
camino aunque con sus acciones arriesgue su propia vida.
|
Portada de la edición de Gigamesh |
Al otro lado
del Mar Angosto, la legítima heredera del Trono de Hierro, Daenerys Targaryen,
cosecha victoria tras victoria, curtiéndose poco a poco en las artes de la
guerra, haciendo uso de su belleza e inteligencia y de la a veces cuestionable
lealtad de sus seguidores, que cada vez se multiplican más. Su tiempo se
acerca, pero ella sigue paciente, mientras su fuerza madura y sus dragones
crecen y se fortalecen.
Por lo ancho
de Poniente, Jaime, Arya y Bran (de Rickon no sabremos nada en este volumen),
estos dos últimos dados por muertos, siguen una marcha errante que unas veces los
conduce a un lugar u otro, y otras tantas a ninguna parte. Unos llegan a
destino, otro no, pero siempre jugando un papel importante para el futuro de la
historia.
Y no nos olvidemos
de Tyrion, el “gigante de Lannister”, que no solo sigue ganándose la simpatía
de los lectores, sino también el respeto y la admiración… aunque en la historia
no genere precisamente los mismos sentimientos en los demás…
El año nuevo,
tras dos meses de inconstante lectura, me encontró en la página 320 del libro,
y el pasado sábado 12 de enero, tras unos días de lenta pero constante lectura,
en la 520. De ahí en más, simplemente no pude parar. El domingo 13 por la noche
terminé en la 750, y luego de una semana en que aproveché hasta el último minuto,
ayer leí las últimas 165 páginas, avanzando sin parar hasta que terminé,
vencido por el sueño y con los párpados pesados, casi a la 1:00 a.m…
Faltan las
palabras a veces para definir una obra tan colosal, tan gigante, que siempre
está traspasando las fronteras de la fantasía épica para conjugar géneros
literarios a placer. George R.R. Martin deslumbra. Parece tener todo fríamente
calculado, y una mirada a los apéndices del libro, donde nos regala un
inventario completo de los personajes, clasificándolos por Casas, rangos y
demás (yo, lo confieso, lo leo completo al terminar cada novela), lo deja a uno
de piedra: cientos de personajes, y pareciera que los conociera a todos
perfectamente, sabiendo donde está este o aquel en un momento determinado, y
describiéndolo con unas finas pero certeras pinceladas que los dotan de una
personalidad e identidad propias.
Aún queda
mucha tela por cortar (después de este banquete, no veo la hora del Festín de Cuervos), a pesar de que lo
vivido en las casi tres mil páginas que componen estos primeros tres libros ha
sido demasiado, y la historia, a la altura en que estoy, no llega ni a la
mitad, y no alcanza uno a imaginar cómo terminará todo. Ya hay cinco libros
publicados, pero quedan dos en el futuro cercano para rematar la saga. Martin
se toma su tiempo, y aunque pronostica el sexto para 2014, nada es seguro. Lo
que sí es seguro es que tendremos que ser muy, muy pacientes para aguardar ese
inimaginable final…
Y no
sobrarían unas cuantas plegarias a los dioses por la salud de mi tocayo, desde
luego…
;)