“Octubre de 1932, penitenciaría de Cold Mountain.
Los condenados a muerte aguardan el momento de ser conducidos a la silla eléctrica. Los crímenes abominables que han cometido les convierten en carnaza de un sistema legal que se alimenta de un círculo de locura, muerte y venganza. Y en esa antesala del infierno, Stephen King traza una pavorosa radiografía del horror en estado puro.
Todo un hito en la aclamada trayectoria del maestro indiscutible de la narrativa de terror contemporánea.”
Y no hay duda de que The Green Mile representó todo un hito para el Maestro del Terror. En primera instancia porque se lanzó en la arriesgada empresa de publicar esta novela por entregas, como solía hacer el escritor Charles Dickens, entre otros tantos de su época. Seis entregas mensuales publicadas en la segunda mitad de 1996 en las que dejó a los lectores con la miel en los labios, llenos de interrogantes, preguntándose qué pasaría en la siguiente entrega. Esta vez en realidad estuve releyendo el libro, y presté especial atención a la forma en que terminaba cada una de las partes, y de verdad que cada una concluía de forma rotunda. Debió haber sido una gran experiencia para los que les tocó vivir esa publicación por entregas.
La Milla Verde (subtitulado en la edición en castellano como El Pasillo de la Muerte) fue un hito, repito, porque en segunda instancia sirvió para demostrar rotundamente que Stephen King es un maestro no sólo del terror, sino un maestro indiscutible de las emociones humanas. Creo que su maestría radica en este punto más que en cualquier otro: en saber plasmar en sus personajes a las personas que nos son conocidas, a alguien que podría ser nuestro vecino o amigo, y, eso sí, ponerlo en situaciones fuera de lo común, creando historias inolvidables como esta.
La Milla Verde es una historia maravillosa, no me cabe duda, y la voz especialmente honesta de su narrador en primera persona hace que tenga cierta textura, diferente a las historias a las que nos tiene acostumbrados. Es un relato lleno de sentimientos, realmente conmovedor en varios pasajes.
Hoy me metí de lleno en la historia, no sólo porque devoré literalmente las últimas 200 páginas entre ayer y hoy, sino porque una vez terminado el libro me vi la excelente adaptación cinematográfica dirigida por Frank Darabont.
Debo confesar que, tanto en el libro como en la película, estuve a punto de soltar una lagrimilla. :)
Una frase para el recuerdo: “Nos guste o no, el tiempo lo cura todo. El tiempo se lo lleva todo y al final sólo queda oscuridad. A veces encontramos a otros en esa oscuridad y otras veces los perdemos en ella.”
A todos nos llega el final; sé que no hay excepciones. Sin embargo, Dios mío, a veces el pasillo de la muerte parece tan largo...
4 comentarios:
Una novela espectacular, muy humana... es realmente de las más conseguidas de King, y su adaptación también es de las mejores.
Y yo sí solté una lagrimita. ;D
Buenísima, y emotiva como ella sola...
Esa historia es perfecta. Todos los personajes tiene algo muy especial que hace que el lector jamás los olvide, en especial al pintorezco Mr. Jingles.
Gran libro. Lo devoré. Creo que habría sufrido mucho si me hubiera tocado leerlo por entregas... aunque pensandolo bien, esa es la gracia, ¿no?
Sin duda es un librazooooooooo!!! ;D
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