“Lo inesperado, lo sobrenatural, puede estar
oculto en los lugares más mundanos… Así lo descubre Jake Epping, un sencillo
profesor de inglés, cuando su vecino Al decide compartir con él un secreto
increíble: en la trastienda de su cafetería existe un pasadizo muy especial, un
portal en el tiempo que lleva al año 1958.
Al convence a Jake para que se embarque en
una misión alocada: evitar el asesinato de John Fitzgerald Kennedy. El viaje en
el tiempo también le da la oportunidad de impedir otro crimen, el que dejó
marcado a un hombre al que conoce y aprecia. En 1958 Jack se deja seducir por
una América muy distinta de la que conoce, un lugar con coches espectaculares y
mujeres seductoras, donde la cerveza aún conserva su sabor… pero la historia se
resiste a ser cambiada.
¿Podrá detener a Oswald? Y si lo hace, ¿cómo
se encontrará el mundo de vuelta a 2011? No hay respuestas. Solo una opción:
seguir adelante con el plan.”
Momento
divisorio
Obviando un
lógico margen de error, creo que, ya en pleno segundo semestre de 2012, cualquier
persona mayor de veinte años recuerda dónde estaba y qué hacía el 11 de
septiembre de 2001, cuando Estados Unidos fue víctima del, quizá, mayor ataque
terrorista de la historia reciente.
Yo, por mi
parte, recuerdo como si fuese ayer que estaba en clase de inglés básico, parte
de la carrera técnica de diseño de páginas web. Eran las 9:30 a.m. y la clase
se acercaba a su fin, cuando el director de la escuela de diseño entró al
salón, intercambió unas palabras con el profesor, y acto seguido preguntó si
alguien tenía un familiar o un conocido que viviera en Estados Unidos, más
específicamente en la ciudad de Nueva York. A continuación, nos informó de la
noticia que haría eco en el mundo durante las próximas semanas…
John F. Kennedy |
La clase
terminaba poco antes de las 10:00 a.m., y luego de echar un somero vistazo al
televisor ubicado en la cafetería, donde un corrillo de personas recién salidas
de clase iba creciendo a su alrededor, partí a toda velocidad para mi casa,
donde pasé gran parte del día siguiendo los pormenores de semejante noticia…
Cito esto
porque cuando me enteré de la publicación de la nueva novela de Stephen King
hace cosa de un año, casi al momento vino a mi mente el comienzo de la novela Odessa, del británico Frederick
Forsyth:
“Todo el mundo parece recordar con absoluta
claridad lo que estaba haciendo el 22 de noviembre de 1963, en el instante en
que se enteró de la muerte del presidente Kennedy. Este cayó herido a las 12:22
de la tarde hora de Dallas, y el anuncio de su muerte fue dado a las 13:30 de
la misma zona horaria. Eran las 2:30 en Nueva York, las 7:30 en Londres y las 8:30
de una fría noche de aguanieve en Hamburgo…”
Y es que
antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, ningún
acontecimiento representó un rotundo antes y después en la historia de los norteamericanos
(e indirectamente, supongo, en la de otros pueblos) como el asesinato del 35º
presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy.
Nunca ha
vuelto a haber un presidente que haya generado tanta simpatía y desprendido
tanto magnetismo en los últimos cincuenta años. Y aunque desde nuestro punto de
vista ajeno resulte difícil comprender en su justa medida lo que tal magnicidio
representó para el pueblo norteamericano, basta con dar un repaso a los
registros visuales que se conservan y leer un poco al respecto para hacerse una
idea…
Es un
caluroso mediodía de viernes. El presidente Kennedy, desoyendo las
recomendaciones de sus asesores, ha decidido visitar Dallas, la capital de un
estado que en general ha permanecido reacio al joven mandatario, con el fin de
granjearse su simpatía en miras a las próximas elecciones. La gente acude por
miles, y las principales calles de Dallas se convierten en un alegre festival
que nadie se quiere perder.
Más tarde,
todo habrá dado un giro de ciento ochenta grados. Las caras sonrientes habrán
demudado en horrorizados rostros sollozantes. Un incrédulo terror deambulará
campante por todo el país, y Dallas, Texas, quedará para siempre marcada como
la ciudad que engendró al asesino del presidente más querido de Norteamérica.
Basta echar
un vistazo al siguiente video, quizá el registro más impresionante de ese
fatídico día, para sentir un vacío en el estómago:
Los
viajes en el tiempo
El tema del
viaje en el tiempo y las inherentes paradojas resultantes ha dado pie a una
buena cantidad de obras en el cine, la televisión y la literatura. Ya mi amigo
Matías Raña, en su propia entrada dedicada a la novela que nos concierne,
escribió un magnífico ensayo al respecto, así que permítanme invitarles a que
lo lean haciendo click en este enlace. Está de no perderse.
Yo solo diré
que ha habido dos historias en torno a los viajes en el tiempo que han dejado
huella en este servidor, una en el cine y otra en la literatura. Esta última es
nada más que la saga Caballo de Troya,
del español J. J. Benítez. Sobre esta obra ya he tenido oportunidad de hablar
largo y tendido, así que basta con que el lector de esta entrada indague un
poco en El Blog de Calavera para saber más al respecto. Sí diré, no obstante,
que en dicha saga el viaje está fríamente calculado hasta en sus más mínimos
detalles, por lo que las paradojas quedan prácticamente de lado.
Lee Harvey Oswald |
Aún así, con
paradojas y todo, el tema es fascinante y da pie para montones de
posibilidades. Según nos cuenta Matías Raña en su entrada, el mismísimo Albert
Einstein “habló del viaje en el tiempo (o
la “dilatación temporal”) en diversos tratados, pero afirmó que solo se puede
viajar para adelante, o sea el futuro, y de ahí no se puede volver…”
En este
orden de ideas, no puede dejar uno de pensar que ya era hora de que el Maestro
del Terror se embarcara en esta especie de subgénero de la ciencia ficción. ¡Y
vaya que lo ha hecho de forma contundente!
Casi puede
uno imaginar la inquieta mente de Stephen King haciéndose la consabida pregunta
de siempre: ¿Y si…?
Y si tuvieras la oportunidad de viajar en el
tiempo y cambiar el pasado, ¿lo harías?
Oswald sosteniendo su rifle italiano de mira telescópica, en el 214 de Neely Oeste Street |
Viviendo
en el pasado
Esa es la
oportunidad que Al Templeton le ofrece un día como cualquiera a un profesor de
inglés de mediana edad como cualquiera. Al, propietario de una hamburguesería,
tiene un secreto que confesarle a Jake Epping: en el almacén de su negocio hay
una brecha espacio temporal que conduce a la misma hora del mismo día de
septiembre de 1958. Y con la confesión vendrá una petición especial. ¿Podría
Jake viajar medio siglo en el pasado y evitar la muerte de John F. Kennedy?
Al tiene
razones de peso para convencer a Jake de que tal acción evitaría gran cantidad
de calamidades en el futuro, y que llevar a cabo un acto como ese solo podría
resultar beneficioso para la humanidad…
Eso está por
verse, pero Jake está dispuesto a intentarlo. Sobre todo porque gracias a la
redacción de uno de sus estudiantes de edad adulta, llega a la conclusión de
que si viaja al pasado, la muerte de John F. Kennedy no será lo único que
podría evitar…
Contraportada. |
Cabe
mencionar en este punto que una de las primeras paradas de Jake/George será un
pueblo llamado Derry, donde… Bueno, no quiero dar ni el más mínimo dato al
respecto. Solo diré que los seguidores del escritor de Maine tendrán un
obsequio agregado en este punto de la novela, donde multitud de pequeños
detalles conformarán un magnífico flashback para aquellos que ya se han pasado
por ese pueblo de Maine en anteriores ocasiones, sea en It, Insomnia o Cazador de
Sueños.
El trabajo
de investigación, repito, parece haber sido bastante arduo y minucioso. Y en lo
que a Kennedy y Oswald se refiere, King no escatima en datos que puedes
comprobar con una rápida entrada a Google (por cierto, en el tema de si Oswald
actuó solo o no, si fue o no el asesino, yo me decanto por la máxima que cita el
maestro: en casos como este, la explicación más sencilla es generalmente la
correcta).
Pero, vista
en perspectiva, 22/11/63 es una
novela que va mucho más allá de la terrible fascinación que rodea a la fecha
que titula el libro. 22/11/63 es la
historia de cómo un hombre trata de impedir el asesinato de Kennedy, sí, pero
cinco años y dos meses median entre septiembre de 1958 y noviembre de 1963, y
solo hay una cosa que puedes hacer durante cinco años y dos meses: vivir.
Edición británica |
Es este,
quizá, el único pero que muchos lectores le han encontrado a la historia, y
aunque en lo personal también me ha resultado evidente, me he gozado todas y
cada una de las 850 páginas que componen el libro. Stephen King escribe cada
vez mejor, y cuando, desde mi punto de vista, La Cúpula había dejado una cota de grandeza y calidad casi
insuperables, llega King y nos descresta con una obra magnífica que está
llamada a convertirse con los años en un clásico de la literatura.
Para mí,
King puede irse por las ramas tanto como quiera; siempre encontraré un disfrute
y un escape sin iguales en sus letras.
Me di
cuenta, como digo, que esa espera de cinco años siguiendo las vivencias de
George Amberson se tornaba por momentos interminable, máxime cuando Kennedy y
Oswald quedaban olvidados por varios pasajes, pero entonces noté algo que me
fue fascinando a medida que pasaban las páginas: poco a poco, y de manera aparentemente
desapercibida, se estaba creando un crescendo sin precedentes que conducía a un
clímax que prometía ser impresionante. Me descubrí a mí mismo haciendo rápidos
cálculos mentales cada vez que King mencionaba una fecha: cuatro años, tres
años, dos años y seis meses, un año y cuatro meses… Un año…
John
Fitzgerald Kennedy
En este
punto, el hecho que marcó ese año de 1963 rondaba mi mente y despertó una
inquieta curiosidad (no sería la primera vez; me gusta la Historia en general).
Fue así como, haciendo un paréntesis, consulté un poco sobre el tema y vi pasajes
de un par de documentales bastante interesantes. Busqué fotos de los personajes
más relevantes que desconocía (como De Mohrenschildt o Marina Oswald, por
ejemplo), y otras tantas de Lee y del mismo Kennedy. De esa forma me iba
poniendo en antecedentes para lo que se avecinaba en la novela…
George De Mohrenschildt |
Marina Oswald |
Marguerite Oswald |
Consulté un
poco sobre la historia del ascenso de Kennedy y lo que su programa de gobierno significó
para el pueblo estadounidense de la época…
Como dato
curioso, descubrí, para mi sorpresa, que JFK estuvo con su esposa en Colombia
en diciembre de 1961. Fue una jornada maratónica, con visitas a varios lugares
de la capital del país, entre los cuales presidió nada más ni nada menos que la
inauguración de la construcción de la inmensa localidad Ciudad Kennedy, como
parte de su proyecto “Alianza para el progreso”, un programa de ayuda
económica, política y social de EEUU para América Latina efectuado entre 1961 y
1970. La inmensa localidad está ubicada al suroccidente de la ciudad y hoy en
día se destaca por ser la más poblada de la capital, con más de un millón de
habitantes…
Todo esto,
en suma, no hacía sino darle más realismo, más consistencia y solidez a los
hechos que estaba a punto de experimentar. Porque en verdad King logra
trasladarte a la época y eso, sumado a mi pasión por la lectura, hizo de 22/11/63 una experiencia inolvidable…
22/11/63
Y así, como
venía diciendo, cuando los años se convirtieron en meses, y los meses en
semanas, pensé que después de todo tanta espera había sido calculada. En
efecto, para mí resultó un crescendo como pocas veces había visto en una
novela. Las semanas se convirtieron en días, y los días en horas… Todo estaba a
punto para el gran momento, y yo estaba cada vez más transportado, a medio
siglo de distancia para ser exactos…
King tiene fama
de escribir novelas tan amenas como asombrosas, pero también tiene fama de
tirarse en los finales. Puede ser verdad, aunque en mi calidad de ferviente
admirador suyo (nada imparcial, entiéndase), yo lo veo más como que King se
apresura un poco siempre que cierra una historia (no quiero ni acordarme de La Torre Oscura), y eso suele conllevar finales
flojos que dejan un poco que desear.
John y su esposa Jackie arribando a Dallas, a pocas horas del final... |
Y el final…
Oh, ¡qué final…! Me dejó con el corazón en un puño. Y, al cerrar el libro, una
parte de mí sentía una gran nostalgia por esa vieja época, aquella del rock and
roll y los autos inmensos, una parte de mí se quedó en el pequeño pueblo de
Jodie…
En suma, fue
una experiencia inolvidable. Esa noche me acosté pensando en la historia, e
incluso al día siguiente mientras me dirigía al trabajo, revivía en mi mente
las escenas más significativas y memorables de la novela… Es una de esas pocas
ocasiones en que, al cerrar el libro, la realidad parece opaca y sin vida…
Es una de
esas ocasiones en que quieres regresar al comienzo y vivir todo de nuevo…
Al verlos así, no puede evitar uno sentir cierta amargura por el trágico y sangriento final de JFK y el posterior duelo de su esposa Jackie |
19
No quiero
terminar esta entrada sin mencionar algo curioso que seguro a muchos de sus
Lectores Constantes no se les pasó desapercibido: en la novela hay por lo menos
una docena de…, cómo llamarlas…, referencias al número diecinueve. Solo los
seguidores habituales de la obra de King conocen el especial significado que
dicho número tiene en la obra del Maestro en general y en la saga La Torre Oscura en particular. Y es
común que cuando has leído su obra y has conocido la relevancia de dicho
número, empiezas a verlo por doquier en tu vida diaria (por mencionar solo dos,
comencé a leer a King a los 19 y mi número de identificación suma 19).
Pues bien,
en 22/11/63 hay placas de autos que
suman 19, direcciones de viviendas que suman 19, números de teléfono que suman
19, una caja de seguridad cuyos dígitos suman 19, el número de uno de los
carnés de George Amberson que suma 19, un apartado de correos 1919, e incluso
King llama a Oswald en algún momento “El agente secreto X-19”.
Sin ir más
lejos, el mismo año en que ocurrieron los hechos, 1963, suma 19… En fin… Una
curiosidad solo para “entendidos”. :)
El tristemente célebre Depósito de Libros de Dallas |
Y como no
podía ser de otra forma, quisiera rematar esta entrada, que para mi sorpresa se
ha acercado peligrosamente a las 3.000 palabras, con un tema que quedará para
siempre en la memoria de aquellos que acompañaron a Jake Epping/George Amberson
en esa fascinante aventura en el tiempo: In
The Mood, de Glenn Miller:
Y un bonus
de factura propia, que aunque está más íntimamente ligado a Volver al Futuro, no puedo dejar de
asociarlo con la época en la que transcurre la novela: Johnny B. Goode, de Chuck Berry:
PD: No dejen
de visitar la página oficial de 22/11/63,
donde pueden viajar a 1963 y de vuelta, y ver las diferentes versiones del
restaurante de Al. ;)
Ah, y por
cierto, no lo olviden: el pasado es obstinado…
:)
11 comentarios:
Excelente reseña, George. Cada vez aumentan más mis ganas por tener este libro. La época me llama la atención considerablemente (por lo que te mencioné en el comentario de la foto en face).
Muy buena reseña, está genial y muy bien documentada! ^^
La verdad es que no había visto fotos de la mayoría de protagonistas de la historia aún.
A mí es un libro que, aunque me gustó, no me apasionó y del que hubo partes que llegaron a parecerme tediosas. A cambio, hubo otras que me encantaron.
Y lo dicho, una reseña espectacular!
Fantástica reseña, George. A mí es una de las novelas de King que más me ha gustado. Quería y necesitaba leer algo así escrito por King.
En cuanto al final creo que todo el tema de SPOILER los hilos temporales FIN SPOILER puede explicar el porqué el mundo se ha movido en el universo de LTO:
Excelente reseña Calavera. Estoy que ardo en deseos de devorar este gran libro, y mas aun después de leerte.
Pero primero me terminare "Todo Oscuro, Sin Estrellas" que ya lo comencé y estoy enganchado completamente.
Solo resta agradecer al Tito por darnos estas maravillas una tras otra.
Algunos fans de Stephen King están aproximándose a este autor: Gabri Ródenas. Su novela EL BÚNKER DE NOÉ dicen que tiene un estilo similar. Yo no lo creo, pero he disfrutado mucho leyéndola... http://tinyurl.com/bmozqdf
Se te olvida la referencia más contundente de toda la obra al 19:
SPOILER CAUTION
en el futuro alternativo que se abre tras salvar a Kennedy, una central nuclear explotó en Vermont ¡sí! el 19/06/99, el día de la Discordia
Gracias a tod@s por pasar y comentar! :)
Dolores, era imposible no ver ese guiño. Fue fenomenal. :D Pero, desde luego, no quise incluirlo en la entrada por tratarse justamente de un SPOILER. ;)
Genial, compañero! Llegué algo tarde a tu reseña pero mejor tarde que nunca dicen jeje.
Este libro esta tremendo!!! uno de mis favoritos de mi biblioteca.
King te deja sin palabras, memorable trabajo!
Muy buena reseña, me gusta mucho tu blog!
Saludos.
Muchas gracias, Buitre023! Saludos!
Genial!!!
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