“El Caribe, 1665.
Las diferentes islas del Mar Caribe están
controladas por españoles, ingleses y franceses que batallan constantemente
entre ellos, y por piratas que atacan, roban, raptan y matan por los tesoros de
los otros. La isla de Jamaica es una colonia británica y su capital, Port
Royal, es una ciudad peligrosa y llena de tabernas, burdeles y violentos
asaltos en cada esquina. En ella, el gobernador, sir James Almont, oye rumores
de que El Trinidad, un galeón español cargado de tesoros de valor incalculable,
está anclado junto a una fortaleza española, y decide encargarle al corsario
Charles Hunter que reúna un grupo de bucaneros para abordar el barco. Esta
banda de aventureros deberá luchar no solamente contra Cazalla, el famoso y
sangriento comandante favorito del rey español Felipe IV, sino también contra
huracanes, caníbales y monstruos marinos. Pero esta no será la única batalla
que sir James Almont tendrá que librar…”
Michael
Crichton nació en Chicago, Illinois, el 23 de octubre de 1942. Fue médico, escritor y cineasta, y llegó
a ser considerado el creador del tecno-thriller.
Estudió
antropología en la Universidad de Harvard, donde se graduó en 1964 con la
mención summa cum laude (es decir, “sumamente
destacado” o “con los máximos honores”). Obtuvo un pregrado académico en artes cursado
en la Escuela de Medicina de Harvard, y un año más tarde se marchó a Europa
donde, con solo 23 años, comenzó a impartir clases como profesor visitante en
la Universidad de Cambridge, en Inglaterra. Gracias a una beca continuó su viaje
por toda Europa y parte de África del Norte, antes de regresar a Estados
Unidos.
Michael Crichton |
De vuelta en
su tierra natal, comenzó a estudiar medicina, carrera que pagaba escribiendo
novelas, algunas de ellas bajo el seudónimo de John Lange. Se graduó en 1969,
tras lo cual prosiguió con un posgrado en el Instituto Salk de estudios
biológicos.
A pesar de
que sus novelas se caracterizan por tener como base la ciencia y la tecnología,
la verdad es que Michael carecía de formación académica científica, fuera de la
medicina, por supuesto. Sin embargo, Crichton ofrece siempre en sus historias
una gran cantidad de material real informativo, tanto a nivel de
investigaciones como prensa y estudios científicos, que sirven como base para los
argumentos con los cuales desarrolla su obra.
Es la única
persona que ha tenido simultáneamente, en Estados Unidos, el libro más vendido
(Acoso), la película número uno en la taquilla (Parque Jurásico) y la serie de
televisión con mayor audiencia (ER (Urgencias)).
Tras la
publicación de su novela Estado de miedo
en 2004, Crichton intensificó su participación en conferencias relacionadas con
el cambio climático y el calentamiento global.
En suma, una
hoja de vida bastante sobresaliente.
Latitudes piratas fue su obra póstuma.
Crichton falleció de cáncer el 4 de noviembre de 2008, y la novela vio la luz un
año después, en 2009.
Había leído
tres novelas suyas por allá en 2003 (Parque
jurásico, Rescate en el tiempo y La
amenaza de Andrómeda), y la verdad es que no me explico cómo pasaron trece
años sin que volviera a leer algo de Crichton. Esas novelas me habían
encantado, especialmente las dos primeras. Ni qué decir tiene, además, que Parque jurásico se ha convertido en una
franquicia conocida a lo largo y ancho del globo, con cuatro películas ya en su
haber. Otras historias suyas que han sido llevadas al cine seguramente les serán familiares: Congo, Esfera, El gran robo del tren y Mundo perdido, la secuela de Parque jurásico. En la pasada Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, en septiembre,
encontré nada menos que cinco novelas de Michael Crichton a un precio
increíble, por lo que me hice con ellas al instante y supe que era el momento
perfecto para volver a leer sus trepidantes letras.
La elección
fue, entonces, Latitudes Piratas, su
obra póstuma. Tenía muchas expectativas, y todas ellas fueron superadas. Como
su nombre lo indica, en esta historia no tenemos ciencia, tecnología,
mutaciones o clonación in vitro. En esta ocasión Michael cambia todo eso por
piratas, buques corsarios, puertos peligrosos y tesoros escondidos. Y vaya que
la rompe con esta novela.
Charles
Hunter es un corsario inglés que a las órdenes de sir James Almont, gobernador
de Port Royal, forja un plan para abordar a El Trinidad, un galeón español
cargado de tesoros de valor incalculable. Hunter es el corsario por excelencia:
aventurero, valiente, mujeriego, sagaz, intrépido, inteligente y con buen
sentido del humor. Un protagonista con el que simpatizas desde las primeras
páginas. Aprovechando la gran oportunidad que le ofrece Sir Almont, acepta la
propuesta e inicia el reclutamiento de su tripulación. Sus principales aliados,
cada uno experto en una materia diferente, son de lo más variopinto, y esta
parte de la novela, en la que los va ubicando uno a uno a lo largo de puertos
abarrotados y bares de mala muerte para unirlos a su causa, fue uno de los
pasajes que más me gustó.
Ya con su
grupo bien armado de bucaneros, Hunter se hace a la mar en pos de su objetivo.
Pero su misión no será nada fácil. Cazalla, un comandante español, favorito del
rey español Felipe IV y famoso por su crueldad y astucia, será el antagonista
contra el que tendrá que enfrentarse para lograr su cometido. Además, el navío
se halla fuertemente custodiado en la inexpugnable fortaleza española de
Matanceros, lo que implica un mayor grado de dificultad…
El libro
tiene de todo: batallas navales, traiciones, amoríos, tormentas despiadadas, multitud
de giros inesperados, planes que a primera vista parecen imposibles y
situaciones aparentemente sin salida en las que Hunter y compañía se encuentran
una y otra vez, todo con una interesante base histórica y un gran dominio de todo
lo relacionado con los mares y la navegación.
He leído
muchas y muy buenas novelas en mi vida, pero no recuerdo ninguna en el pasado
cercado tan llena de acción y aventuras. Mientras devoraba las páginas del
libro sentía que hacía mucho que no vivía una aventura como esta, una historia
de piratas en todo el sentido de la palabra y con todo lo que ello representa.
Fue como una versión más cruda de la saga cinematográfica de Piratas del
Caribe. De hecho, no dejé de pensar en lo que sería una versión adaptada al
cine, hecho que de alguna manera sirvió para imaginar todo nítidamente en mi
cabeza. Me hizo recordar a La isla del
tesoro, la clásica novela de Robert Louis Stevenson, y de cómo disfrutaba
de este tipo de historias cuando era chico.
Sin alargar más,
esta fue una novela que disfruté enormemente y que no puedo dejar de recomendar
con gran entusiasmo.
Un grande
Crichton, sin duda. Esta obra póstuma no pudo haber sido mejor colofón a su magnífica
obra.
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